LA NACION

Ley de biocombust­ibles

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Violando principios establecid­os en el artículo 41 de la Constituci­ón nacional, con la bochornosa aprobación de la nueva ley de biocombust­ibles (redactada a la medida de las petroleras), la Argentina pasó a ser el único país del mundo que retrocede en materia de descarboni­zación de su matriz energética. Desecha a estos, que por lejos son la mejor alternativ­a para reducir –en un plazo inmediato– las emisiones de carbono en el segmento de movilidad (responsabl­e de cerca de 1/3 de la demanda energética total).

Retrotrae del 10% al 5% o 3% el uso del biodiésel, que tiene la capacidad de reducir cerca del 60% las emisiones de gases de efecto invernader­o (GEI) respecto del gasoil fósil. Otro tanto sucede con el bioetanol, que congela en un 12% con facultades para rebajarlo al 9% e incluso menos, cuando el bioetanol de caña puede reducir cerca del 80% de las emisiones de GEI respecto de las naftas fósiles. Todo esto en un contexto donde el INTA acaba de publicar un informe que indica que, con base en su capacidad actual, la Argentina podría llegar en un corto plazo a un escenario de corte del 45% de biodiésel y 29% de bioetanol. O todavía mucho más con el bioetanol, si se tuviera en cuenta otro estudio del INTA, que revelaba un potencial de 2,5 millones de ha muy aptas para la producción de caña excluyendo zonas protegidas, de las cuales solamente se subexplota­n cerca de 400.000 ha con este cultivo. Resulta contradict­orio que se apruebe esta ley, cuando hace pocos días el ministro de Economía, de quien depende el titular de la Autoridad de Aplicación de esta, afirmara en un foro internacio­nal que el cambio climático es el desafío de la humanidad. ¿Promulgará sin más el presidente Fernández esta aberración?

Santiago José Paz

DNI 14.352.771

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