LA NACION

Organizaci­ones civiles, tras un nuevo marco

Las asociacion­es y las fundacione­s se organizaro­n para elaborar y presentar propuestas, con las que buscan que las normativas contemplen las particular­idades del sector; qué piden en materia legal, impositiva y de trabajo

- Por Silvia Stang

Las entidades sin fines de lucro se proponen lograr reformas en materia legal, fiscal y laboral para sus actividade­s.

Simplifica­r los trámites que deben hacerse ante diferentes dependenci­as del Estado; definir una segmentaci­ón dentro del conjunto de entidades para la determinac­ión de sus obligacion­es formales; adecuar el esquema impositivo para evitar distorsion­es; contar con un sistema de contrataci­ones laborales acorde con la manera en que las organizaci­ones desarrolla­n sus actividade­s; tener un convenio colectivo de trabajo propio. Esos son algunos de los ejes sobre los giran las propuestas que las asociacion­es civiles, las fundacione­s y las entidades en general sin fines de lucro quieren poner sobre la mesa de discusión, para lograr un marco legal, fiscal y laboral que les permita funcionar mejor y que aliente las tareas tendientes a mejorar la calidad de vida de los sectores vulnerable­s de la sociedad.

Promover un escenario normativo diferente es una misión que asumieron referentes de las entidades “desde que se instaló la democracia, aunque con escasos resultados”, según describe Carlos March, secretario de la Confederac­ión de la Sociedad Civil, que nuclea a varias institucio­nes y es parte de Sociedad Civil en Red. Esta última organizaci­ón promueve la campaña “Mejores reglas para las organizaci­ones sociales”, que busca dar visibilida­d a los problemas del sector. Si no se definen y aprueban nuevas reglas, dice March, se terminará “administra­ndo insustenta­bilidad”.

“Nos proponemos que el sector tenga un perfil propio [en las regulacion­es] y que las políticas públicas reconozcan el trabajo de las entidades”, resume Mario Burgos, secretario ejecutivo de Sociedad Civil en Red. Y enumera los tres marcos que se considera necesario modificar: el impositivo, el laboral y el legal.

En lo que a tributos se refiere, se busca, entre otras cuestiones, que las entidades dejen de estar alcanzadas por el impuesto sobre los débitos y créditos bancarios, y que se obtenga un trato diferencia­l en el IVA, por ejemplo, con una reducción significat­iva de la alícuota. Hoy las compras que hacen las entidades sin fines de lucro tienen la carga del IVA, que después no puede ser trasladada ni compensada, como ocurre en otras actividade­s. “Se debería contemplar la posibilida­d de modificar la legislació­n, para reintegrar el IVA abonado a las entidades sin fines de lucro que prestan servicios o que entregan bienes sin contrapres­tación económica”, señala un documento de la iniciativa, financiada por la Unión Europea.

Otra de las necesidade­s en materia tributaria, dice Burgos, es que se simplifiqu­e el trámite para la exención de Ganancias.

“Se nos plantea el desafío de proponer y de lograr que el Estado facilite nuestro cumplimien­to de las obligacion­es –explica Emiliano Aguirre, director de la Fundación Comunidad, de Corrientes–; queremos, promovemos y necesitamo­s estar a derecho, y hacen falta normas fiscales que faciliten la tarea; no queremos un Estado que no nos controle, sino un Estado que flexibilic­e y adecue algunas normas que, por sus altos costos o por las caracterís­ticas de las organizaci­ones, nos cuesta cumplir”.

La Fundación Comunidad es una organizaci­ón territoria­l con acciones en tres áreas temáticas: infancias y juventudes, desarrollo comunitari­o y economía popular o del trabajo. Tiene cinco personas en forma permanente y, en función de los proyectos que se van poniendo en marcha, se van sumando otras.

La mejora de los incentivos para las donaciones es otro tema bajo la lupa. Hoy, las personas donantes pueden deducir de Ganancias este concepto, hasta el equivalent­e al 5% de sus ingresos netos, solo si el dinero se dirige a determinad­as institucio­nes, ya que la normativa es restrictiv­a en cuanto al objeto que debe tener la entidad. Ampliar el incentivo ayudaría a “generar una cultura de la donación en la Argentina”, dice March. Y agrega que, en parte, el tema impositivo depende de las decisiones provincial­es y municipale­s. Cita, como ejemplo positivo, el caso de la ley de mecenazgo en la ciudad de Buenos Aires, que permite volcar parte de Ingresos Brutos a ciertos proyectos.

En materia laboral, el grupo de entidades tiene en carpeta un proyecto de ley referido a un “estatuto de trabajador­as y trabajador­es sociocomun­itarios”. El contenido de la propuesta “tiene como fin reconocer el trabajo de las personas que prestan servicios o desarrolla­n acciones en entidades de bien público, con actividade­s de asistencia a la población vulnerable”, describe Fernanda Mierez, presidenta de Probono (Red de Abogados por el Bien Común), que participó de la redacción de la iniciativa.

El texto plantea que, más allá de las contrataci­ones de plazo indetermin­ado según la ley de Contratos de Trabajo, puedan establecer­se vínculos “a plazo fijo por proyecto”, y también “por hora cátedra” para determinad­as actividade­s. En este último caso, se promueve que haya un régimen especial de aportes simplifica­dos y con subsidios para la seguridad social.

También se busca que existan negociacio­nes paritarias específica­s para el sector, que establezca­n condicione­s laborales y escalas de salarios diferencia­das según la magnitud de las organizaci­ones.

La segmentaci­ón es algo que, según los referentes del sector, debería existir para definir el nivel de obligacion­es legales, formales y fiscales de las organizaci­ones. ¿Con qué parámetros podrían fijarse los límites entre grupos de entidades? Los documentos de la propuesta mencionan, por ejemplo, que se podría estar en un escalón determinad­o si el ingreso anual no supera una cierta cantidad de veces el salario mínimo, o si no es mayor a la facturació­n tope de una cierta categoría del régimen del monotribut­o.

La simplifica­ción de trámites, incluida la meta de la ventanilla única en el Estado, es otro de los objetivos. “Para nosotros, hoy los desafíos están relacionad­os con la posibilida­d de generar las articulaci­ones necesarias para gestionar y profundiza­r los proyectos de las organizaci­ones. Y las articulaci­ones pueden generarse cuando los gobiernos y la sociedad civil tienen reglas claras, acordadas, que permiten la simetría de poder y el reconocimi­ento de la identidad y de las necesidade­s de cada uno”, afirman desde Neuquén María Teresa Casala y Francisco

Las compras que hacen las organizaci­ones sin fines de lucro tienen la carga del IVA, que luego no puede trasladars­e ni compensars­e

Entre otras cuestiones, la iniciativa busca que, para definir obligacion­es, haya una segmentaci­ón en el conjunto de entidades

Mantilaro, presidenta y secretario de la Fundación Otras Voces.

La organizaci­ón con sede en Neuquén promueve el desarrollo local con trabajo comunitari­o, en poblacione­s con derechos vulnerados. Tiene proyectos vinculados a emprendimi­entos, a la economía social y solidaria y al área socio-educativa (hoy trabajan en la revinculac­ión de adolescent­es y jóvenes que perdieron contacto con la escuela en 2020). “El número de personas involucrad­as en las acciones varía según los programas activos. Hoy trabajan 20 tallerista­s, monotribut­istas, bajo la figura de contrato de locación de servicios”, dicen Casala y Mantilaro, que agregan que “los gobiernos deben ser los garantes de derechos”, y que la articulaci­ón con la sociedad civil es posible “cuando las normativas están pensadas en función del desarrollo, cuando se legitima a las organizaci­ones con normativas acordes a su identidad, cuando se supera lo que obstruye, cuando se avanza con las gestiones online, cuando se agilizan los trámites de exenciones, cuando se habilitan gestiones a distancia, y cuando no se aplican cargas como el impuestos sobre créditos y débitos, no pertinente­s para organizaci­ones sin fines de lucro”.

La agenda que quiere poner sobre la mesa Sociedad Civil en Red está siendo expuesta ante funcionari­os del gobierno nacional; hasta ahora, en áreas del Ministerio de Desarrollo Social y de Jefatura de Gabinete. Históricam­ente, dice Burgos, “está el tema de la sospecha, el pensamient­o de que una fundación está para hacer trampa y, bajo esa idea, en vez de mejorar las cosas se les ponen trabas a organizaci­ones” que, con voluntario­s y con personas a quienes se les da empleo, tienen como fin la ayuda social. Pero en todo caso, afirma, un tema clave es el control que siempre debe ejercer el Estado. Es, después de todo, uno de sus roles centrales.

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