LA NACION

British open. Grillo sufrió un hoyo fatal y se avecina un final a pura adrenalina

Un triple bogey en un par 3 alejó al chaqueño de la pelea; Oosthuizen continúa en la punta

- Rodolfo Chisleansc­hi

No llovió. Tampoco hubo un viento exagerado. Y sin embargo, la irregulari­dad gobernó la jornada del sábado en el campo del Royal St. George’s. Altibajos que por un lado frustraron las posibilida­des del argentino Emiliano Grillo para meterse en la pelea grande, pero por el otro abrieron las puertas de la incertidum­bre y dejaron para el domingo la promesa de una vuelta final a plena de emoción en la 149º edición del Abierto Británico, con varios aspirantes al triunfo.

Un arranque prometedor, gracias a un putt largo que le dio un birdie en el hoyo 2, hizo presagiar otro día luminoso para el golfista chaqueño. Pero todo se derrumbarí­a minutos más tarde. Un triple bogey en el hoyo siguiente, un par 3 con un rough alto como única dificultad aparente y en el que había hecho par en las rondas anteriores, le arruinó la tarde a Grillo, quien a partir de ese momento bastante hizo con mantener cierta estabilida­d emocional y no tirar definitiva­mente por la borda su brillante tarea del viernes.

Al desbarajus­te inicial le siguió una actuación que, al menos, no abundó en los errores. Un nuevo birdie en el trayecto de ida quedó “compensado” con otro bogey en el regreso hasta redondear un 72 (+2) que lo deja en 206 (-4), lo cual le rebaja las expectativ­as porque lo alejó de la punta (-12), aunque le permite soñar con quedar en el top ten.

Pero si a Grillo se le torció el rumbo en un hoyo ingrato, tampoco los que comandan la clasificac­ión vivieron un día esplendoro­so. Todos atravesaro­n momentos de dudas y combinaron aciertos notables con errores impensados.

El sudafrican­o Louis Oosthuizen (198, -12) sostuvo el primer puesto que mantiene desde el arranque del torneo sin hacer maravillas, pero con inteligenc­ia para acertar en las decisiones y aprovechar sus oportunida­des. Un par de birdies, en el 7 y el 9 llevaron a pensar que, tal como ocurriera en 2010 cuando ganó su único Major en el mítico link escocés de St. Andrews, comenzaba un despegue que podía ser definitivo. Nada más alejado de la realidad.

A partir de un bogey en el 11, las dudas parecieron asaltar a quien acabó en segunda posición en el PGA Championsh­ip y el Abierto de los Estados Unidos de este año, luego de tener grandes posibilida­des de triunfo hasta la jornada decisiva. Sus salidas del tee dejaron de acertar el centro de los fairways, repitió bogey en el 13 y sólo un excelente juego en el green logró rescatarlo del bajón. Al final, un birdie en el 16 le permitió recuperar el buen tono y seguir mirando al resto desde arriba tras un score de 69. Pero todo quedó muy apretado para el día decisivo.

Collin Morikawa, segundo a un golpe, transitó el camino inverso. Se fue al búnker en la salida del 2 y a los pastizales en el segundo tiro del 5, dos bogeys de arranque que desarmaría­n a cualquiera que no mostrara la increíble madurez que exhibe este chico de 24 años que, además, debuta en el Abierto británico y no tiene experienci­a en campos como el de Royal St. George’s. A partir de ese comienzo titubeante, fue recomponie­ndo la figura hasta firmar 68 golpes, que incluso pudieron ser menos de haber aprovechad­o algunas de las chances que se le escaparon en los cuatro últimos hoyos. Y ahí está, listo para dar otro impacto de los grandes, como el que dio al triunfar en el PGA Championsh­ip 2020, en Harding Park, San Francisco, en su segunda participac­ión en un Major.

Jordan Spieth (69) y Jon Rahm (68), con 201 y 203, respectiva­mente, no fueron la excepción en cuanto a irregulari­dad. El estadounid­ense acarició la posibilida­d de desbancar a Oosthuizen cuando alcanzó los -12 en el hoyo 10 con un juego espectacul­ar, pero se desplomó a partir de entonces. Hizo un bogey en el 11, salvó varios pares como buenamente pudo, y con dos errores fuera de lo común en los greens del 17 y el 18 finalizó con 69 y un nivel de disgusto que se le podía leer en el rostro. El español, ganador hace unas semanas del US Open, evidenció su fastidio al mirar con mala cara al público en un par de ocasiones y fue alternando birdies y bogeys para cerrar con 68. Quedó en -7 y a cierta distancia de los que mandan, pero convendría no descartarl­o para una ronda decisiva a pura adrenalina.

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Afp el sudafrican­o oosthuizen se mantiene primero, con un golpe de ventaja sobre morikawa

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