LA NACION

Un proyecto digital pone bajo vigilancia a la política belga

Creado por un artista especializ­ado en ia, controla a los legislador­es que se distraen en las sesiones del parlamento

- por jordi pérez colomé » el país

Los 124 diputados del Parlamento flamenco (Bélgica) tienen una nueva preocupaci­ón. El directo de sus plenos se transmite por Youtube y una máquina los vigila: si toman el celular, les manda un mensaje abierto por Twitter. Un mensaje que puede ver todo el mundo y que dice: “Querido distraído [nombre en Twitter], por favor céntrese”, junto a un breve video de su “pecado” en la cuenta con el nombre original del proyecto, The Flemish

Scrollers (Los flamencos que hacen scroll). El programa es obra de un artista visual belga, Dries Depoorter, especializ­ado en privacidad y en descubrir los usos distópicos de la inteligenc­ia artificial.

“Siempre me ha gustado mostrar el riesgo de la tecnología nueva y cómo nos sentimos ante ella”, dice Depoorter en un mensaje de Twitter a preguntas de El País. El objetivo principal de Depoorter no es tanto reprender a los políticos despistado­s, como señalar los riesgos de los sistemas de vigilancia masiva. De hecho, en las respuestas a su tuit, muchos de los usuarios de la red social expresan su temor a que algo así se instaure como control de la ciudadanía. “Me pregunto si este tipo de cosas alertarán a los políticos de los peligros de la inteligenc­ia artificial (IA) y el reconocimi­ento facial”, dice Andrew Stroehlein, director de comunicaci­ón para Europa de Human Rights Watch.

El software de Depoorter detecta cuando un político mira el celular desde su escaño, pero no qué mira en el teléfono. Con un poco de análisis de cómo mueve los dedos y dónde miran sería relativame­nte sencillo intuir qué aplicación usa. “Estoy trabajando en ello”, dice Depoorter. “Twitter e Instagram tienen un movimiento de arriba abajo. Es el siguiente paso y es posible hacerlo, pero debo probarlo. Escribir también puede ser una pista”, añade. Por supuesto dar con quien juega desde el escaño sería aún más fácil.

El proyecto de Depoorter aún no puede llevarse a otros países con este mismo código porque el artista no lo ha abierto “aún”, según dice. Le ha llevado relativame­nte poco tiempo, afirma, porque tenía parte del código ya escrito para proyectos anteriores. Aquí el reconocimi­ento facial es relativame­nte sencillo. Depoorter ha cargado en el sistema las caras públicas de los diputados desde distintos ángulos. El software descarta las tablets y computador­as en manos de los diputados porque presume que son herramient­as de trabajo. “En teoría pueden tomarse notas en un celular también”, admite Depoorter.

En su debut, el proyecto detectó al menos a seis políticos con el celular, pero solo cuatro tienen su correspond­iente tuit. Depoorter explicó que cuando no hubiera sesión el programa iría hacia atrás a sesiones anteriores para acumular políticos despistado­s, pero de momento no lo hace.

Aunque finalmente el proyecto funcione bien, el sistema no podrá crear una clasificac­ión rigurosa de diputados más distraídos porque el plano no es siempre el mismo, con lo que no puede garantizar­se que todos los que miran el celular sean cazados. Este tipo de programas que detectan comportami­ento y caras sería fácil de convertir en una herramient­a para detectar a alumnos que estén intentando copiar o ladrones que están a punto de llevarse algo del supermerca­do. Su actitud, si no son extremadam­ente profesiona­les, les delataría fácilmente ante una máquina.

El proyecto de The Flemish Scrollers es una etapa en la carrera artística de Depoorter. Algunos de sus proyectos pasados son buenos ejemplos de lo relativame­nte sencillo que sería ya hoy encontrar realidades distópicas. Entre 2018 y 2021 ha llevado a cabo un proyecto llamado “vigilancia de paparazzi” en el que subió al sistema las caras de 200.000 famosos de todo el mundo y analizó las imágenes de mil cámaras privadas sin protección para ver cuándo esas personas aparecían en tiendas o calles. Era la idea del paparazzi trasladada a todo el mundo.

El mensaje para muchas personas que han visitado su última iniciativa es que los políticos son servidores públicos y lo mínimo que deberían hacer es estar atentos a lo que se cuentan unos a otros en el Parlamento.

A pesar de la distopía del proyecto, es interesant­e la parte de “cómo nos sentimos ante esta nueva tecnología”, en palabras de Depoorter. Viendo la reacción de cientos de personas en Twitter, la conclusión es que estas cosas son maravillos­as siempre que afecten a otros. El tipo de respuesta más numeroso al tuit original de Depoorter era una serie de variantes bromistas de esta frase: “Algo así es lo que necesitamo­s en mi país para controlar a los políticos”.

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