LA NACION

Colapsan las comisarías de la ciudad y se abre un nuevo conflicto con la Nación

Se llegó al extremo de que algunos presos tuvieran que dormir en patrullero­s

- Candela Ini

Tras las disputas por la coparticip­ación impositiva, la cesión de inmuebles y la presencial­idad escolar, un nuevo escenario de conflicto asoma entre los gobiernos nacional y porteño: la Ciudad advierte que están en situación de “colapso” los calabozos de las comisarías porteñas y responsabi­liza al Servicio Penitencia­rio Federal (SPF) por no recibir a los detenidos, algunos de los cuales ya tienen condena judicial.

Según fuentes del gobierno porteño, al cierre de esta edición había 640 detenidos alojados en las comisarías, pese a que solo tienen “plazas” para 235. Esto ha derivado en una situación insólita: presos que duermen en patrullero­s. En los calabozos, además, los presos no pueden bañarse ni recibir visitas.

La denuncia, que ya se trasladó a los tribunales, fue rechazada por el SPF, que negó demoras y culpó al estilo “punicionis­ta” de la gestión de Pro por el aumento de detencione­s que considera “irracional­es”.

La escena se registró en las últimas semanas: quince patrullero­s que llevaban personas detenidas por haber cometido delitos federales pasaron la madrugada en caravana, para intentar “descargarl­as” en comisarías porteñas. Las celdas ya estaban colapsadas. El grupo de detenidos terminó pernoctand­o en los patrullero­s y los camiones de traslado.

El dato, confirmado a la nacion por fuentes de la Secretaría de Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, conducida por Marcelo D’alessandro, exhibe una problemáti­ca que va in crescendo: al cierre de esta nota había 640 personas detenidas, muchas de ellas ya condenadas por la Justicia, en calabozos de comisarías porteñas. El número más que duplica el “cupo” habilitado en esas dependenci­as, que es de 235 plazas como máximo.

Es por eso que fuentes del gobierno de Horacio Rodríguez Larreta ya hablan de una situación de “colapso”, denuncian que el Servicio Penitencia­rio Federal (SPF) impide el acceso de los detenidos y que la situación se agravó con la pandemia.

En el SPF, intervenid­o y conducido por María Laura Garrigós de Rébori, no solo negaron ante la consulta de la nacion que exista tal rechazo a los detenidos en el territorio porteño, sino que responsabi­lizaron al estilo “punicionis­ta” de la gestión porteña de Pro por el aumento de detencione­s sin “criterios racionales” y el consiguien­te colapso en las comisarías.

Se trata de un nuevo frente de conflicto entre la Nación y el distrito porteño, que se suma a la disputa por los fondos coparticip­ables que ya se discute ante la Corte Suprema, la cesión de terrenos a la ciudad por parte de la presidenci­a de Mauricio Macri –acelerada tras la derrota en las PASO de 2019– y el debate por la presencial­idad escolar en tiempos de pandemia.

Desde la Ciudad advierten que, además de la situación de los detenidos, el nuevo conflicto impacta en el servicio de seguridad: indicaron que entre 1200 y 1500 policías porteños dejaron sus tareas en la calle para abocarse a los trabajos de guardias en las comisarías. Esta situación se precipitó con el inicio de la pandemia, donde antes había, sostienen en la cartera conducida por D’alessandro, entre 100 y 150 personas detenidas en comisarías y en las alcaidías 28 y 29 de los tribunales penales federales.

Con perspectiv­as diferentes frente a una realidad visible, las autoridade­s nacionales y las porteñas reconocen la tensión entre ambas administra­ciones. Según las fuentes porteñas, el cuadro se debe, en parte, a la dilación en el proceso de transferen­cia de la Justicia nacional a la porteña. Algunas fuentes partidaria­s de Pro agregan que hay intenciona­lidad política: “Les sirve la foto de las comisarías porteñas colapsadas, cuestionan que tengamos una política de seguridad como la que tenemos”.

En la Casa Rosada admiten la gravedad del tema. En el Ministerio del Interior, que conduce Eduardo “Wado” de Pedro, el secretario ejecutivo de la Comisión Consultiva del Área Metropolit­ana de Buenos Aires (Cocamba), Marcos Schiavi, tiene conversaci­ones al respecto con Diego Santilli, vicejefe de gobierno y ministro de Seguridad porteño. De Pedro también habló con Larreta semanas atrás sobre la finalizaci­ón del penal de Marcos Paz, cuya obra esta paralizada, y el traslado del penal de Devoto a la órbita de la ciudad.

La transferen­cia del fuero penal ordinario hacia la ciudad implicaría el traslado de juzgados nacionales a la Capital, y que los jueces porteños intervenga­n y resuelvan sobre homicidios, robos y delitos de gravedad, como los delitos sexuales y de narcotráfi­co de estupefaci­entes. Además de la transferen­cia de recursos, que ya dividió a la administra­ción nacional de la porteña por la transferen­cia de la Policía Federal a la órbita de la ciudad. Por ahora, solo se concretó el traspaso de los delitos menores –los que tienen penas inferiores a los tres años de cárcel– y la Justicia porteña es competente para perseguir el narcomenud­eo, por ejemplo.

El inicio de la pandemia de coronaviru­s complejizó la situación, por los planteos y decisiones de la Justicia a fin de evitar la propagació­n del virus en las cárceles.

Rechazo del SPF

En el Servicio Penitencia­rio Federal negaron ante la consulta de la nacion que exista tal rechazo a los detenidos en el territorio porteño y dicen que las afirmacion­es de los funcionari­os porteños son “una mentira”. Se remitieron al último comunicado de Garrigós sobre el tema. “El Servicio Penitencia­rio Federal ha dado cabal cumplimien­to, en la medida de sus posibilida­des, a las responsabi­lidades que le competen”, había advertido la intervento­ra.

“El gobierno de Mauricio Macri impulsó la reforma a la ley de flagrancia –agregó– sin reforzar las plazas de aislamient­o y con el único objetivo de lograr un golpe de efecto con su policía de CABA. Es por ello que detienen a personas sin tener en cuenta criterios razonables de política criminal. Las consecuenc­ias están a la vista: no hay cárceles para alojar tanto efectismo punicionis­ta”.

Además, señalaron que desde abril 2020 hasta mayo de 2021 el SPF recibió 3979 personas y dijeron que, de ellas, 3369 fueron remitidas por la policía porteña. En la ciudad de Buenos Aires, sin embargo, insisten en que la policía local detiene entre 2500 y 3000 personas por mes, de las cuales entre 800 y 1000 permanecen en esa situación.

En junio, Santilli y D’alessandro denunciaro­n a Garrigós por no recibir a la totalidad de los presos. La causa recayó en el juzgado federal de Sebastián Casanello, que delegó la investigac­ión en el fiscal Ramiro González, subrogante de la fiscalía que quedó vacante tras la muerte de Jorge Di Lello. Por ahora, González pidió informació­n a las dependenci­as del SPF sobre las cifras de ingresos y egresos de presos en los últimos dos años y al Ministerio de Justicia, conducido por Martín Soria.

Hay un abanico de consecuenc­ias derivadas de esta problemáti­ca. En principio, señalan en el distrito porteño, se incumple el fallo Verbitsky, que obligó en 2005 al gobierno bonaerense a poner fin a las graves condicione­s de detención que llevan a la violación permanente de derechos fundamenta­les de las personas privadas de la libertad. En las comisarías los detenidos no pueden bañarse y tampoco pueden recibir visitas. Algunos duermen en el piso, y pueden llegar a cohabitar hasta ocho personas en una misma celda.

El Ministerio Público de la Defensa porteño presentó el año pasado un recurso de habeas corpus que fue aceptado por la jueza penal porteña Carla Cavaliere, pero que no tuvo, sostienen en la Ciudad, los efectos esperados.

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Los calabozos de las comisarías porteñas se muestran desbordado­s en medio de la pandemia de coronaviru­s

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