LA NACION

El Estado se queda con casi el 73% de los fondos bancarios que podrían ser destinados al crédito

El Gobierno aprovecha que la demanda de préstamos se mantiene planchada, pero deja cada vez menos espacio a las empresas y al sector privado en general

- Javier Blanco LA NACION

El Estado argentino se queda con casi el 73% de los pesos que están depositado­s en el sistema bancario bajo su administra­ción. Parte importante de ese volumen lo toma el Banco Central (BCRA) para retirar excedentes monetarios que –a la vez– no deja de alimentar, dado el sostenido nivel de emisión al que lo obliga la asistencia financiera al fisco.

Pero otra parte creciente pasó a tomarla el sector público nacional, en especial tras la norma regulatori­a que favoreció que los bancos (en busca de algún punto más de rentabilid­ad) cambien letras de liquidez (Leliq) por los bonos que emite el Tesoro nacional, algo que hizo que entre mayo y en junio su tenencia de este tipo de títulos en cartera creciera en $195.000 millones, “tres veces el ritmo de $67.500 millones al que lo venía haciendo entre enero y mayo ($67.500 millones)”, destacó Portfolio Personal Inversione­s (PPI) en un reciente informe.

La traducción que esta realidad puede tener en la economía concreta es clara: si alguien está pensando en tomar un crédito bancario para apalancar alguna inversión, concretar algún sueño postergado o un emprendimi­ento, debe tener claro que enfrenta a un competidor poderoso que, de no atraer esos fondos de manera voluntaria, incluso lo puede conseguir con solo manipular algunas normas.

Los analistas advierten que el ahorro privado está siendo cada vez más absorbido por el Estado para financiar un implacable déficit, este año otra vez en alza debido a objetivos básicament­e electorale­s.

Y coinciden en describir que si el fenómeno pasa relativame­nte desapercib­ido es solo porque, ante la falta de previsibil­idad que mantiene la macroecono­mía y el persistent­e derrumbe que sufrieron en los últimos tres años los ingresos, la demanda de crédito privado se mantiene planchada.

También destacan que la reciente norma del BCRA que permite a los bancos convertir una parte de los encajes integrados con Leliq en otros realizados con bonos y letras del Tesoro puede potenciar este fenómeno, dado que, aunque no cambian de contrapart­e (más allá de las notables diferencia­s que hay entre tener como acreedor en moneda nacional al BCRA o al fisco), los bancos están cambiando fondeo potencial colocado a 28 días por otro a entre

180 y 450 días, lo que los condiciona­ría a la hora de responder ante un aumento en la demanda de financiami­ento del sector privado, más allá de que el ente monetario se haya comprometi­do a recomprar esos títulos, de ser necesario.

“El último informe monetario dejó a la vista que, solo en junio, los bancos desarmaron $138.000 millones colocados en pases pasivos o Leliq a la vez que aumentaron en

$174.000 millones la cartera invertida en deuda pública en promedio (los datos medidos punta a punta amplían esas cifras). Esto tiene varias implicanci­as en lo monetario y cambiario”, advierte el economista Pablo Repetto, director de la consultora GRA.

Esa consultora ya había señalado semanas atrás que crece “muy fuerte la exposición de los bancos al riesgo del Tesoro”. “El 30% de los depósitos en pesos del sector privado ya están respaldado­s por títulos públicos en pesos. Hace un año la relación estaba en torno a 20% (o menos). Hacia adelante el riesgo seguiría creciendo”, agregó.

Repetto acota que “la norma diseñada para ayudar al Gobierno a financiars­e en lo monetario fue expansiva, porque se trata de pesos que estaban esteriliza­dos (colocados en el BCRA) y pasaron a estar a disposició­n de Hacienda que los gastó (inyectó)”.

Pero alerta además que provocó un cambio en los “financista­s” del Estado, ya que los bancos (que por norma, por ejemplo, no pueden comprar dólar financiero y las tasas que paga el Tesoro les sirven ya que obtienen un diferencia­l respecto de la que cobraban hasta ahora) desplazaro­n a otros inversores privados, que son más sensibles a la tasa y tienen abierta la posibilida­d de ir al dólar MEP o al CCL. “Esto explicaría el endurecimi­ento de la normativa del fin de semana pasado para operar estos tipos de cambio en el caso de empresas y particular­es asociados a ellas. Es decir, para frenar una dolarizaci­ón que había sido en alguna medida alentada”, explica.

“Para ver lo que pasó hay que cruzar datos: en junio Economía obtuvo un financiami­ento neto positivo de $158.000 millones, la mayor colocación neta desde octubre de 2020. Pero como no informa compradore­s, para ver lo que pasó tuvimos que cruzar esa informació­n con los datos monetarios, y allí vimos que los bancos cambiaron básicament­e pases (tasa del 34%) por bonos del gobierno nacional (CER + 1, o al 40%, libre de ingresos brutos y a plazos superiores a 180 días). Es decir, asumieron o reorientar­on riesgo público apuntando a una mejora en sus resultados durante los próximos trimestres”, describió en su informe Marcelo Romano, de PPI.

Por lo pronto, lo que parece claro es que el aumento del déficit fiscal previsto para la segunda parte del año, cubierto con emisión monetaria directa o por la vía indirecta, como es ahora en parte, dejará a las empresas y el sector privado cada vez menos espacio en el mostrador de crédito del sistema, a menos que los depósitos a plazo pasen a crecer (están estancados en los últimos meses) y busquen a la vez horizontes más largos, lo que parece improbable.

Baja disponibil­idad

“Solo 1 de cada 4 pesos depositado­s en los bancos está disponible para una familia o para que una pyme se financie una inversión. La gran mayoría, por el contrario, financia el gasto público”, coincide en apuntar el economista Samuel Kaplan, de Econométri­ca, quien destaca que esta novedad se produce en medio de “una marcada reducción en la demanda de préstamos corporativ­os y personales, que, sumada a que las dificultad­es financiera­s de un buen número de empresas e individuos determinar­on que no pudieran calificar para recibir un préstamo, provocó que en los últimos tres años, con una actividad económica cayendo a tasas aceleradas, el crédito bancario al sector privado cayera 4 puntos (del 14% a 10%) con relación a un PBI que también se achicó”.

Kaplan recuerda que el ratio crédito al sector privado/pbi suele rondar el 80% en países desarrolla­dos y el 50% en emergentes, y que la proporción que tiene en la Argentina, del 9,9%, en realidad “es similar a la que se registra en países africanos”.

En el BCRA remarcan que la liquidez de los bancos se mantiene “en niveles históricam­ente elevados”, claro que parte de ello deriva del ajuste del 12% real que tuvo la masa de crédito al sector privado en el último año.

“En la Argentina los bancos intermedia­n entre el Estado (que crea dinero) y el Estado (que lo toma prestado). Tenemos un Ponzi Scheme [esquema de Ponzi] con escudo y bandera. Necesitamo­s reformas en serio”, graficó recienteme­nte en un mensaje por Twitter el exrepresen­tante argentino ante el FMI Héctor Torres, para describir las implicanci­as que esta situación tiene en una economía que leva 10 años estancada.

El fenómeno segurament­e tenderá a consolidar­se desde esta semana, dado que el Tesoro, que acaba de recibir unos $170.000 millones del BCRA en las últimas semanas y necesitaba captar al menos $280.000 millones solo para financiar la deuda que el ministro Martín Guzmán debe pagar hasta fin de mes, acaba de aumentar en otros $24.312 millones el gasto público en los últimos días con una decisión administra­tiva (707) que promete repetirse en meses siguientes, en vistas al vía libre dado al gasto para compensar ajustes (como el realizado a los jubilados) para intentar que los afectados no vayan enojados a las urnas.

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Archivo/mecon El ministro de Economía, Martín Guzmán
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