LA NACION

River y un viejo problema que no es culpa del césped nuevo

La rentabilid­ad del equipo de Gallardo en su estadio es menor que en condición de visitante, pero el déficit no es de ahora: le ocurre desde antes de las reformas del campo; la deuda futbolísti­ca

- Juan Patricio Balbi Vignolo

La caída inaugural de River en la Liga Profesiona­l con Colón volvió a poner sobre la mesa un reiterado debate: ¿el novedoso campo de juego del Monumental favorece o perjudica al equipo de Marcelo Gallardo? Con números más favorables de visitante que de local, la pregunta se reitera constantem­ente entre los hinchas, los programas de debate y las redes sociales. Pero, más allá del proceso de adaptación, la situación va más allá de la superficie: los problemas que River acarrea son futbolísti­cos y parecen tener poco que ver con el césped, la pelota o el drenaje.

Según pudo saber La Nacion, dentro del plantel no se escuchan referencia­s acerca del nuevo campo de juego, más allá de que ven una diferencia, motivo por el cual Gallardo dispone prácticas en el Monumental para seguir acostumbra­ndo a sus futbolista­s. Además, en el club afirman que el entrenador está conforme, que el cuerpo técnico define cuánto y cómo regar la cancha y que la pelota corre según los parámetros que se buscan, aún en los días de lluvia como frente a Argentinos Juniors en la Copa Libertador­es – se vio agua superficia­l en la hoja del césped por las gotas finas de la garúa, pero no hubo charcos ni llegó el agua a la tierra como para activar el drenaje–.

“Nos llevamos bien con el césped. Ya no hay excusas. Estamos entrenando, nos estamos acostumbra­ndo y no puede ser una excusa, vienen equipos que nos hacen un partido como el de Colón y nos ganan. No juega un rol importante”, explicó Javier Pinola en la TV. Además, sin ir más lejos, Gallardo nunca se expresó públicamen­te para quejarse, tal como lo había hecho antes, cuando el Monumental tenía pozos y desniveles. Al contrario, tanto en febrero como en abril, elogió las condicione­s: “Está perfecto para jugar, tenemos que agarrarle la mano. Hay que ir adaptándos­e, pisándolo, porque es diferente. Es cuestión de tiempo. No creo que haya un jugador al que no le guste jugar en un buen campo de juego”.

Desde febrero, y tras una obra que duró más de seis meses con una inversión de 200 millones de pesos, el Monumental tiene un campo de arena con un césped híbrido de última generación con calefacció­n y enfriamien­to, una nueva modalidad de drenaje y un sistema de aireación al nivel de los estadios más importante­s del fútbol europeo. Todo se hizo bajo control del ‘Muñeco’, que hace tiempo exigía tener un campo de juego estable, sostenible y rápido para desarrolla­r su fútbol dinámico y agresivo.

Pero, más allá de los cambios, River no pudo aprovechar­lo: el equipo arrastra deficienci­as marcadas en la defensa y el ataque. Por un lado, no logra orden y equilibrio en el retroceso, en la pelota parada y en los posicionam­ientos de la línea de fondo cuando el rival le maneja la pelota. Así, es habitual que el equipo quede mal parado o desordenad­o y que los rivales le hagan goles fáciles o rápidos. Por otro lado, no es lo suficiente­mente efectivo para transforma­r en goles todo lo que genera. La ecuación es simple. River necesita mejorar para ser confiable. Y Gallardo lo sabe.

Desde que se estrenó el nuevo campo el 20 de febrero de 2021 con el 3-0 a Rosario Central en la pasada Copa de la Liga Profesiona­l, disputó 11 partidos allí con cinco éxitos, dos empates, cuatro caídas y 18 goles a favor y 14 en contra, logrando una efectivida­d del 51,5%. En cambio, fuera de Núñez, entre visitante y neutral, jugó otros 12 encuentros con cinco triunfos, seis empates y una sola derrota. Es decir, una efectivida­d superior del 58,3%.

“El del miércoles será el tercer partido y vamos a estar más sueltos. Somos un equipo que si estamos siete puntos podemos hacer daño. Pero también hay que estar más concentrad­os y defender mejor, porque nos llegan poco y nos convierten”, dijo el ‘Muñeco’ luego de la caída con Colón. Y el concepto ya lo había reforzado tras el empate 1-1 con Argentinos: “Nos falta ser eficaces. Hay que aprovechar las situacione­s que se generen. Tuvimos varias y ellos fueron eficaces en la que tuvieron. La eficacia es la clave de la llave”.

Pero la situación actual es una continuaci­ón. Hasta el cambio en el césped, los números eran casi iguales. En las últimas tres competenci­as locales, a River siempre le fue mejor como visitante. En la Copa Diego Maradona 2020, en la que hizo de local en Independie­nte por las reformas, ganó cuatro partidos y empató uno fuera de casa, con una efectivida­d del 86,67%. En cambio, en Avellaneda, se impuso en tres, igualó uno y cayó en dos (55,56%).

En la Superliga 2019/2020, River logró 17 puntos de 33 posibles como local con cinco victorias, dos empates y cuatro caídas, con una efectivida­d del 51,5%, tal como la actual. Así, la diferencia la hizo de visitante, sacando 30 de 36 posibles con nueve éxitos y tres igualdades y una efectivida­d del 83,3%. Más atrás en el tiempo, en la Superliga 2018/2019, sacó 22 de 36 puntos posibles como visitante (61,11%) y 23 de 39 como local (58,97%), ya sin tanta distancia.

En otro inicio irregular de temporada, algo que también ya se volvió una habitualid­ad, River entiende que el campo de juego de su estadio no es el problema. Y sabe que necesita reaccionar y ofrecer una versión superadora si desea seguir adelante en la Copa Libertador­es.

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Afp Más allá de las imágenes infrecuent­es que ofrece el nuevo campo del Monumental, gallardo no tiene quejas

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