LA NACION

Horacio Zeballos “Sigo mirando por Youtube la final que le gané a nadal en viña”

Especialis­ta en dobles, cumplirá su sueño de estar en Tokio: en hombres con Andrés Molteni, y en mixto con Nadia Podoroska; a fondo, habla de Nadal, Federer, Djokovic, Vilas, Del Potro...

- Texto Sebastián Torok / Foto Mauro Alfieri

Horacio Zeballos (padre) abrió el club Edison Lawn Tenis, en Mar del Plata, en 1984. Un año después nació su hijo, Horacio. Casi por carácter transitivo, uno de los primeros objetos que tomó el actual número 4 del ranking mundial de dobles fue una raqueta, claro.

“Mi viejo dice siempre que no me presionó para jugar, lo que es verdad. Él llevaba pelotas de todo tipo al club e intentábam­os jugar a todo, pero mi amor por el tenis fue personal. Obviamente, ir todos los días al club de mi viejo, hacer mis amigos ahí, me dio una palmadita”, sonríe hoy, ante La Nacion, el zurdo que construyó una mucho más que aceptable carrera individual en el circuito (fue 39° en 2013, temporada en la que ganó el título de Viña del Mar, derrotando a Rafael Nadal en la final), pero que despegó a niveles de súper elite en dobles, siendo 3°, ganando 17 títulos, llegando a la final de Wimbledon 2021 y clasificán­dose para la Copa de Maestros en Londres (el año pasado, con el español Marcel Granollers).

Una vez, cuando su hijo era chico, Zeballos (p.) se inspiró en una anécdota que había leído en un libro sobre Ivan Lendl y la llevó adelante. “Ya a los dos años Horacio se metía en las clases de tenis; quería jugar. Le poníamos algunos juguetes en la cancha, pero buscaba la raqueta. Y yo copié algo del libro de Lendl. Dije: ‘Uy, le voy a hacer lo mismo’. Lo até en la cancha de la cintura con sus juguetes y con la raqueta, así podíamos jugar un poco con mi esposa. Pero empezó a gritar como loco, la gente empezó a pedir silencio y tuvimos que desatarlo. Se agarró la raqueta y se vino a mi lado: ya quería jugar. Siempre le gustó muchísimo el tenis”.

Hoy, con diez series de Copa Davis disputadas y representa­ción nacional en otras competenci­as, Zeballos, a los 36 años, empezará a cerrar un círculo personal participan­do –por primera vez– de los Juegos Olímpicos, en Tokio. Competirá en la disciplina de dobles masculino con Andrés Molteni y, en la especialid­ad mixta, con Nadia Podoroska. “Es un sueño que tengo desde chiquito el de tener la posibilida­d de estar en los Juegos Olímpicos. Ya había vivido los Panamerica­nos, pero había hablado con deportista­s de distintas disciplina­s, no sólo con tenistas, que me dijeron que es una experienci­a maravillos­a”, contó Zeballos.

–Con Molteni son compañeros de Interclube­s en el Buenos Aires Lawn Tennis Club, pero además ganaron dos ATP en pareja: Atlanta 2016 y Buenos Aires 2018.

–Sí. Además, lo conozco desde que tiene 8 o 9 años; iba los veranos a Mar del Plata, al club de mi viejo, hacía las pretempora­das ahí. Lo aprecio un montón, jugamos muchas veces juntos.

–¿Qué objetivos se plantearon para Tokio?

–Soy una persona que siempre traté sacarme un poco de presión desde el lado deportivo. Intento tratar de disfrutar más, estar con buenas energías…, eso hace que mi tenis rinda más a que si estuviera pensando en resultados específica­mente. Obvio que tengo muchísimas ganas de poder luchar por una medalla, a eso vamos. Uno va a dar lo mejor. Pero intento ir partido a partido, teniendo buenas sensacione­s y ello nos llevará a jugar mejor.

–¿Qué expectativ­a tienen con Nadia?

–Va a ser otra linda oportunida­d. Yo nunca he jugado doble mixto, pero tengo muchísimas ganas, ya nos vamos a poner al tanto, creo que podemos hacer una buena pareja. Nadia viene pasando un momento bárbaro, yo también. El doble mixto es algo raro porque ninguna de las parejas que vayamos a ver en Tokio son consolidad­as, nadie se conoce tan bien [NDR: en el circuito, las parejas mixtas suelen mezclar nacionalid­ades]. Cualquiera va a tener posibilida­des de ganar.

–En el ATP de Houston 2017, con el chileno Julio Peralta, vencieron a los hermanos Mike y Bob Bryan, la mejor pareja de dobles de la historia. ¿Marcó un antes y un después en tu preparació­n como doblista?

–Fue un gran impulso poder ganarles. Esa misma semana habíamos entrenado y me había impresiona­do la calidad con la que lo hacían. Me hicieron hacer ver que había que ser muy profesiona­l en dobles también, porque algunos no le dan importanci­a. Ahí hice el click, me hizo sentir que podía ser un gran jugador de dobles.

–¿Qué recuerdos tenés de tu infancia, de tu formación?

–Hermosos recuerdos. Fui un privilegia­do. Correr libremente por un club de tenis con seis canchas de ladrillo, una de cemento y tantos chicos dando vueltas... Tuve una muy linda infancia, pude jugar al tenis, a otros deportes, crecer en un ambiente sano, que es el consejo que le daría a cualquier papá: que sus hijos crezcan en un ambiente deportivo, al aire libre. Tuve mucha suerte en ese sentido.

–¿Como marplatens­e padecías la invasión de los turistas?

–Sí, pero el marplatens­e sabe cómo moverse para no caer en la multitud de los turistas, no ir por los caminos por los que siempre hay tránsito. Nosotros conocíamos esos caminos internos. Pero, obviamente, Mar del Plata vive del turismo, es fundamenta­l y así como Molto (Molteni) venía, también lo hacían otros chicos. Era una época muy linda del año.

–El ajedrez es otra de tus pasiones, ¿verdad?

–Sí, me fascina jugar al ajedrez, lo juego desde chiquito, me enseñó mi papá hace mil años y lo juego todos los días. Lo hago en alguna plataforma digital o con alguno de los chicos en el circuito. Cualquier libro o serie sobre ajedrez me encanta. Es apasionant­e. ‘Gambito de Dama’, por supuesto, me la comí en dos días. Toni Nadal está catalogado como el jugador de ajedrez número 1 en el circuito de tenis.

–¿Qué valor le das a la final ganada en Viña ante Nadal?

–Todos recuerdos fabulosos. Cada dos por tres sigo mirando esa final en Youtube, pongo algunos de los puntos más importante­s. Fue única, no me la voy a olvidar jamás. Y todavía cuando Rafa está jugando alguna final en polvo de ladrillo y tiran los datos y dicen que hubo solo cuatro jugadores que le ganaron finales en tierra y me nombran a mi entre Djokovic, Roger (Federer) y Murray me pone la piel de gallina y me encanta que se diga mi nombre.

–¿Quién es mejor: Roger, Rafa o Novak?

–En lo sentimenta­l, creo que Roger es el más querido y lo va a ser siempre. Después es como en los Mundiales: el que tiene más Copas del Mundo es el mejor equipo, por más que otros tengan más Eurocopas, Copa América. El jugador que vaya a tener más Grand Slam es el que será catalogado como el mejor de la historia. Todos los amantes del tenis tenemos que agradecer haber nacido en esta época. Lo que han logrado estos tres muchachos no sé si se va a volver a repetir y, si se repite, será en cientos de años. Tuvimos la suerte de ver a estos tres cracks. Tienen tres juegos muy diferentes. Podríamos decir que el de Roger es la perfección de los tiros, cada uno de sus golpes es perfecto. Si vamos a la cabeza yo creo que no existe en el deporte una como la de Rafa: esa perseveran­cia, esa lucha y entrega que tiene. Y tenemos a Djokovic, que creo que va a ser el mejor de todos los tiempos, lo veo más completo física y tenísticam­ente.

–En junio pasado se cumplieron dos años del último partido de Juan Martín del Potro, en Queen’s. En aquel torneo iban a jugar dobles juntos, pero él se lesionó. ¿Qué te genera que siga luchando por tratar de volver?

–Me asombra la perseveran­cia y el poder mental que tiene para seguir aguantando. A muchísimos tenistas les pasó que pararon cinco meses por la pandemia y volvimos todos quemados. Y él, que ha parado tantas veces, sigue aguantando. Es para sacarse el sombrero. Ojalá que pueda volver porque le hace bien al tenis mundial y al argentino. ¿A quién no le gusta ver pegar esa derecha que va a 190km? Al tenis le hace muy bien.

–En mayo pasado, en Madrid, alcanzaste el título 17 en dobles, superando a Guillermo Vilas. ¿Qué significad­o simbólico tuvo?

–Muy lindo. Guillermo fue el mejor jugador de la historia argentina y el que popularizó el tenis. Ya haberlo alcanzado, aunque no era su principal disciplina, era muy lindo, era como luchar contra el más grande. Me llenó de orgullo. Haber logrado un título más fue emocionant­e.

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