LA NACION

El trueque, manifestac­ión de quienes no se rinden

- Juan Carlos de Pablo

El intercambi­o de bienes existe desde mucho antes de que se inventara el dinero. Lo mismo que los precios relativos, el crédito y el riesgo crediticio, y, por consiguien­te, las estafas. Lo aprendimos cuando éramos pibes, con las figuritas.

Lo que hizo el dinero fue facilitar los intercambi­os para eludir la doble coincidenc­ia. En un mundo de trueque, para arreglarme las muelas tengo que encontrar un dentista interesado en mi asesoramie­nto económico; en un mundo monetario el dentista compra productos, sus fabricante­s me contratan a mí y yo le pago al dentista.

Por eso, operar con dinero es mucho mejor que hacerlo vía trueque; pero a su vez, intercambi­ar vía trueque es mucho mejor que nada. Lo cual explica por qué en 2001 apareciero­n los denominado­s “clubes de trueque” y más tarde desapareci­eron. Ahora están volviendo a aparecer, y eventualme­nte volverán a desaparece­r.

El trueque puede ser visualizad­o como una faceta desgarrado­ra de la realidad; prefiero verlo como una nueva manifestac­ión de la lucha por la vida, que los seres humanos encaramos todos los días porque sabemos que con los discursos, no pagamos los alimentos la luz y el gas.

Como dije, tampoco los precios relativos y el crédito requieren dinero. Puedo acordar con mi vecina entregarle hoy un libro y que dentro de 30 días ella me entregue determinad­a cantidad de tortas de chocolate. Existe riesgo crediticio, porque durante el próximo mes ella, o yo, nos podemos morir, o ella no cumplir su palabra.

Todo esto ocurrió con los clubes de trueque en 2001. Alguien los organizó, anotó los “puntos” que recibió quien entregó algún bien a la espera de recibir otro, y no faltó quien huyera con algunos bienes, dejando un tendal de acreedores.

¿Cuál es la diferencia entre 2001 y ahora? Que hace dos décadas el encuentro entre oferentes y demandante­s tenía lugar en un lugar físico, por ejemplo, en una plaza; mientras que ahora la tecnología permite que la interacció­n sea virtual.

Dolor de cabeza para Mercedes Marcó del Pont, titular de la AFIP. ¿Cómo se cobran los impuestos, cuando las operacione­s se realizan vía trueque?

Óptimo es lo mejor de lo posible, no lo mejor de lo mejor. Las personas no eligen el trueque, sino que lo utilizan porque, aquí y ahora, es mejor que nada. Tomémoslo así, como otra muestra de que, aun en circunstan­cias difíciles, la mayoría de los seres humanos la pelea, sin robar.

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