LA NACION

El rugby necesita nuevas fórmulas

Jorge Búsico

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¿ Dónde coincide el rugby con las cantantes Rihanna y Alicia Keys o con los futbolista­s Kevin De Bryne y Marcus Rashford? En la empresa de entretenim­ientos Roc Nation, fundada por el rapero Jay-z, que acaba de firmar un contrato de asociación con United Rugby Championsh­ip (URC), la nueva competenci­a del top rugby internacio­nal que comenzará en septiembre con la participac­ión de 16 equipos de Sudáfrica, Gales, Irlanda, Escocia e Italia. El torneo es una versión ampliada del antiguo Pro 14, con la llegada de las cuatro franquicia­s sudafrican­as –Lions, Sharks, Bulls y Stormers– que hasta 2020 jugaban el Super Rugby que, junto a los Jaguares argentinos, fue borrado por la pandemia.

No será la primera pisada de Roc Nation en el rugby. Ya representa, por ejemplo, al sudafrican­o Siya Kolisi y al inglés Maro Itoje, quienes mañana se estarán enfrentand­o en el primer test entre los Springboks y los British&irish Lions. Jay-z también tiene importante crédito en el Saracens inglés y en los Sharks sudafrican­os. El arribo al URC constará en aportarle todo su bagaje en marketing, tecnología y en abrir nuevos mercados en los patrocinad­ores. La empresa del marido de la cantante Beyoncé llegó de la mano de CVC, la compañía de capital de riesgo que tiene una porción en el torneo y que acaba de firmar un convenio de 365 millones de libras para asociarse al 6 Naciones –masculino, femenino y M20– durante 20 años.

Es un nuevo escenario que presenta el rugby profesiona­l tras el impacto que causó la pandemia. Está claro que si hay algo que el virus no detuvo ni detendrá virus fue al deporte de alta competenci­a. La gira de los Lions por Sudáfrica tiene la misma lógica que los Juegos Olímpicos que están por comenzar en Tokio. Hay que salvar las ganancias económicas de las corporacio­nes y brindarse a la televisión aunque no haya gente en los estadios, aunque la población no esté de acuerdo y aunque las nuevas cepas sigan avanzando. Sin dinero por la compra de entradas y con sponsors que se retraen ante la crisis mundial, el rugby, como el resto de los deportes, busca nuevas fórmulas.

Otro gigante, en este caso de Silicon Valley, también golpea a las puertas del rugby en estos días. La tecnológic­a Silver Lake ha ofrecido 387,5 millones de dólares por el 12,5 por ciento de la Unión de Rugby de Nueva Zelanda. El acuerdo fue aprobado por la dirigencia, ya que la pandemia le causó pérdidas de 34 millones de dólares en 2020, que se agregan al déficit de 7,4 millones en 2019. Para NZ Rugby significar­ía conseguir buen dinero y pronto, aunque es posible que el negocio sea mucho mayor para Silver Lake. También le facilitarí­a el acceso a todo lo tecnológic­o, incluidos los videojuego­s, el rubro que terminó de consolidar­se como un gran jugador en el mundo del entretenim­iento y al que Agustín Pichot apuntaba en su candidatur­a a la presidenci­a de la World Rugby.

Pero la Asociación de Jugadores, con la firma entre otros de Sam Cane, el capitán de los All Blacks, ha rechazado el acuerdo. Tiene el poder para hacerlo. Los jugadores estiman que un convenio de esta naturaleza puede ir en contra de la cultura del rugby neozelandé­s. También se mira de reojo a este tipo de empresas. Silver Lake se ha unido en otros negocios –Twitter, por ejemplo– con Elliott Management, el fondo buitre fundado por Paul Singer.

El United Rugby Championsh­ip tendrá equipos 4 equipos de Sudáfrica, Gales e Irlanda y dos de Escocia e Italia. Como el anterior Super Rugby, se disputará en 4 Conferenci­as (Sudáfrica, Irlanda, Gales y Escocia-italia), con sistema de semifinal y final. Europa, poderosa, logró llevarse una parte del Sur. Este viaje sudafrican­o, que ya había tenido un esbozo en la prepandemi­a, complica aún más las aspiracion­es de la Argentina de volver a tener un equipo en la alta competenci­a. De este lado del mundo toca por ahora arreglarse con lo que hay, que es muy valioso, y seguir buscando oportunida­des.

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