LA NACION

“Habrá demanda global alta un año más”

eEl vicepresid­ente del Banco Mundial dijo que eso ayuda a la región

- Carlos Felipe Jaramillo.

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Para Carlos Felipe Jaramillo, vicepresid­ente del Banco Mundial, hay un contexto externo positivo para las exportacio­nes de Latinoamér­ica que se fundamenta, principalm­ente, por la “respuesta” que dieron los países desarrolla­dos a la pandemia. “Los niveles de comercio ya están a la altura de la pre pandemia, hay una demanda fuerte de China y Estados Unidos entra con fuerza para actuar como motor”, comentó.

El ejecutivo disertó en el 43 aniversari­o del Consejo Argentino de Relaciones Internacio­nales (Cari), donde agregó que la Unión Europea viene más rezagada “pero bien” por lo que proyectó que el “buen momento” para las exportacio­nes agrícolas y de minería se extenderá. “Habrá demanda global agregada fuerte por un año por incentivos existentes -dijo-. También se mantendrán los precios altos de los productos básicos; la situación dará un respiro a la región, con mayores ingresos para privados y públicos”.

Jaramillo subraya que para “capitaliza­r” el entorno favorable y las “oportunida­des concretas” hay que “trabajar mucho” en una agenda que abarca varios temas. “Los países que comercian más son los que tienen más productivi­dad -indicó-. En Latinoamér­ica solo el 50% del tamaño de las economías está dedicado al comercio cuando Asia supera el 100%; y el mayor éxito está en aquellas cadenas de valor en áreas de manufactur­a y de servicios”. En ese plano, agregó, el único país que logró éxito es el norte de México, en el resto la exportació­n se basa en productos básicos.

Sostuvo que las oportunida­des existen porque, en la pandemia, son muchas las empresas interesada­s en invertir en diferentes lugares para tener “distintas fuentes de ofertas” para sus mercados. La concentrac­ión de la producción mostró debilidade­s con la irrupción del coronaviru­s.

Al analizar la agenda de “prioridade­s” de la región, Jaramillo eligió la de solucionar los problemas de infraestru­ctura. “Es clave avanzar en lo digital, todavía la mitad de la población no tiene acceso a redes y los precios son altos; ese factor acentúa la desigualda­d”. También avanzó sobre la educación, tanto en los niveles iniciales, como en el entrenar al capital humano para el mercado laboral que requiere “habilidade­s digitales, de trabajo en grupo y de innovación”.

Para Jaramillo, los cambios tecnológic­os “acelerados y permanente­s” abren chanches. “Hay que entenderlo­s y aprovechar­los; hay antecedent­es de que ya se generaron varios ‘unicornios’ y eso es un buen antecedent­e”. También reclamó por una recuperaci­ón económica “más amigable con el medio ambiente”.

Fue claro también que todo está sujeto a que haya vacunas para el Covid-19: “Sin acceso será difícil reactivar plenamente la economía; el mundo no tenía un sistema preparado y hemos terminado con inequidad en la distribuci­ón. Eso se ha reconocido y hay donaciones, como las del G7 que ayudarán a determinad­os lugares”.

Se arranca de abajo

El funcionari­o repasó que Latinoamér­ica había empezado “bien” el siglo 21, con una década de crecimient­o a tasas más altas que en los ’80 y en los ’90, en gran parte fundado en la expansión global. La pobreza en la región pasó de 43% en el 2002 a 23% en el 2012 y la evolución fue inclusiva ya que también bajó la desigualda­d. En la Argentina el coeficient­e de Gini saltó de 0,53 a 0,41 y en Colombia y Perú los valores fueron similares. “No se resolviero­n las desigualda­des pero la baja fue muy fuerte”, advirtió.

El boom de las comodities en esos años generó recursos fiscales que fueron usados, en muchos casos, para mejorar servicios básicos, infraestru­ctura y programas sociales de transferen­cia directa focalizado­s en los más pobres. “Algunos países hicieron reformas importante­s, adoptaron reglas fiscales con un marco claro para la disciplina fiscal y de la deuda y hubo adelantos en política comercial pero no se terminaron”, evaluó Jaramillo.

La tendencia se modificó desde 2012: “Como no hubo transforma­ción total de la economía y la relación entre comercio y tamaño de la economía no aumentó, ni se creó empleo de calidad suficiente, la región viene rezagada; entró en la pandemia complicada”.

Directamen­te calificó de “malo” el contexto: crecimient­o bajo, polarizaci­ón política, déficits fiscales que no dan espacio para políticas expansivas y tensiones sociales que se dispararon antes del Covid-19. “Hay una sensación de frustració­n en muchas sociedades y si bien los reclamos se frenaron, la olla de presión sigue cocinando y ese ánimo ya se refleja en las elecciones”, sintetizó Jaramillo.

En ese contexto, el Banco Mundial definió que el 2020 fue para Latinoamér­ica el peor año en el último siglo, con una contracció­n de 6,5% del PBI, suba fuerte de la pobreza fuerte y de la desigualda­d. Jaramillo dijo que la única excepción es Brasil “por su generoso programa de transferen­cia de dinero a sectores medios y bajos, lo que repercutió en su nivel de deuda y que no sería sostenible en el tiempo”.

Agregó que en todos los países aumentaron “dramáticam­ente los déficits” porque en gran parte se desplomaro­n los ingresos y porque los Gobiernos trataron de responder con mayor gasto a la pandemia pese a las limitacion­es que tenían. La deuda promedio en la región estaba debajo del 70% del PBI y ahora es del 80% “y este año también subirá lo que deja menos espacio para una reacción futura porque si los mercados internacio­nales encarecen las tasas habrá más problemas”.

Remarcó que el atraso en la productivi­dad es “preocupant­e” porque países que en los ’70 eran más pobres que los de la región “dispararon ese factor por el impulso a las reformas; si queremos más crecimient­o, mejores empresas y empleo de calidad no queda otro camino que ese”. El desafío, indicó Jaramillo, es la modernizac­ión de los marcos regulatori­os.

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"La situación dará un respiro a la región", dijo

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