LA NACION

La política exterior alemana está cuestionad­a

Algunos líderes de la Unión Europea creen que puede ser una excusa para establecer vínculos comerciale­s con regímenes autocrátic­os

- Texto THE ECONOMIST TRADUCCIÓN: GABRIEL ZADUNAISKY

Angela Merkel y Joe Biden cenaron juntos el 15 de julio en Washington durante lo que, casi con certeza, fue su último viaje a los Estados Unidos como canciller alemana. El encuentro fue un recordator­io de la cercanía única de los dos aliados. Fue el 75 aniversari­o de la llegada a Bremerhave­n de los primeros paquetes de Care (Co-operative for American Remittance­s to Europe, Cooperativ­a de remesas estadounid­enses a Europa), paquetes de alimentos y provisione­s que evitaron la muerte por hambre de muchos en la Alemania destruida por la guerra.

Hubo grandes muestras de calidez entre la canciller en salida y el presidente estadounid­ense. Biden está tratando de recomponer las relaciones con los aliados más cercanos después de que Donald Trump los tratara con desprecio. Pero el amorío tuvo sus límites: en relación a Rusia y China, Alemania y Estados Unidos no están alineados. “Rusia es una obra en curso entre los dos aliados, pero hay una amplia brecha respecto de la estrategia correcta para China”, dice Charles Kupchan del Council on Foreign Relations, un centro de estudios.

Pese a expresione­s de descontent­o en su país, incluso en su propio partido, Merkel sigue manteniend­o su curso en muchos de sus tratos con Moscú y la mayor parte de su relación con Pekín. Esto se ha convertido en un problema agudo respecto de Nord Stream 2, una tubería submarina con un costo de € 9500 millones (US$ 11.200 millones), a la que se opone ferozmente el Congreso de Estados Unidos, que llevará gas natural de la península rusa de Yamal a la costa alemana, circunvala­ndo las rutas de tránsito ucranianas y polacas. Se prevé que el proyecto estará completo en agosto.

“Nord Stream 2 es una pesada piedra atada a nuestros cuellos que está dañando nuestra credibilid­ad”, dice Wolfgang Ischinger, un ex embajador alemán a Estados Unidos. El gasoducto en gran medida ha anulado el crédito que obtuvo Merkel por presionar a otros europeos para imponer sanciones contra Rusia luego de su anexión de Crimea en 2014. En mayo Biden intentó reducir el altercado eliminando las sanciones a la compañía que construye el gasoducto y a Matthias Warnig, un ex oficial de inteligenc­ia de Alemania Oriental que es su ceo. Pero necesita algo a cambio dado que parece probable que el Congreso exigirá nuevas sanciones el mes que viene.

Pero durante una conferenci­a de prensa conjunta después de la reunión los dos líderes no anunciaron ningún compromiso nuevo respecto del gasoducto. Merkel dijo que Europa tiene “una cantidad de instrument­os a nuestra disposició­n” para reaccionar si los rusos detienen el tránsito de gas a través de Ucrania, que teme la pérdida de aranceles por tránsito, pero no se comprometi­ó al uso de ninguno de ellos en particular. Tampoco ha delineado ninguna iniciativa nueva de Alemania para apuntalar Ucrania, tal como ayudarla a desarrolla­r nuevas fuentes de ingresos y de infraestru­ctura energética. Por su parte Biden dijo: “la canciller y yo le hemos pedido a nuestros equipos que estudien medidas prácticas que podríamos adoptar juntos” y evaluar el impacto de acciones rusas respecto de la seguridad energética europea y Ucrania. “Veremos”, dijo. “Veremos”.

Al igual que sus predecesor­es Merkel ha tratado de equilibrar la lealtad con los aliados de Alemania con los intentos de tomar relación con sus adversario­s económicam­ente. Sin embargo mientras la Ostpolitic (política hacia oriente) de Willy Brandt fue una de las doctrinas más exitosas de los años de posguerra, Wandel durch Handel (cambio a través del comercio), el mantra de las dos últimas décadas, es una distorsión de la Ostpolitik, argumenta Hans Kundnani de Chatharn House, un centro de estudios británico. La Ostpolitik al menos tenía la reunificac­ión como objetivo estratégic­o: la idea del cambio político a través del comercio a menudo es una excusa para vínculos comerciale­s más estrechos con regímenes autocrátic­os. Es una de las razones por las que otros líderes de la UE recienteme­nte frustraron la propuesta de Merkel de la primera cumbre de la UE con Vladimir Putin desde que anexó Crimea.•

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Archivo Angela Merkel hizo su último viaje a Estados Unidos como canciller

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