LA NACION

Varios países ya están aprendiend­o a “soltar” y a convivir con el virus

Gobiernos de Europa y de Asia alientan a sus poblacione­s a retomar su ritmo diario y avanzar hacia una nueva normalidad

- Sui-lee Wee THE NEW York TIMES

SINGAPUR.– Inglaterra levantó casi todas sus restriccio­nes por el coronaviru­s, Alemania permite que los vacunados viajen sin hacer cuarentena, y en Italia el uso de barbijo ya no es obligatori­o. En Singapur, los shoppings siguen abiertos.

A 18 meses de la aparición del coronaviru­s, varios gobiernos de Asia y Europa están alentando a sus poblacione­s a retomar su ritmo diario y avanzar hacia una nueva normalidad donde los subtes, las oficinas, los restaurant­es y los aeropuerto­s vuelvan a estar llenos. Y todos repiten el mismo mantra: “Tenemos que aprender a convivir con el virus”.

En la vereda de enfrente están los científico­s, que advierten que cualquier estrategia de salida de la pandemia sería prematura. La aparición de variantes más contagiosa­s implica que los países ricos, desbordant­es de vacunas, siguen siendo vulnerable­s.

Así que en vez de descartar su hoja de ruta, los funcionari­os están empezando a aceptar que las cuarentena­s y las restriccio­nes son una parte necesaria de la recuperaci­ón. Ahora alientan a la gente a cambiar su perspectiv­a pandémica, para enfocarse en evitar la enfermedad grave, y no el contagio, que puede ser inevitable. Los países que apostaron a la erradicaci­ón del virus están reconsider­ando esa política.

“Hay que decirle claramente a la gente que habrá muchos casos más”, dice Dale Fisher, que lidera el Comité Nacional para el Control y Prevención de las Enfermedad­es de ese país. “Y eso es parte del plan: en algún momento hay que soltar”.

Los habitantes de la pequeña ciudad-estado de Singapur estuvieron pendientes durante meses del recuento de nuevos casos de Covid, y cuando el número de contagios diarios pasó a ser de tres dígitos, la sensación de angustia y miedo era palpable. Además, con las fronteras cerradas, también cundía una sensación de derrota, ya que ni las medidas más exigentes eran suficiente­s para frenar la infección.

“Nuestra gente está agotada de esta lucha”, escribió un grupo de ministros de Singapur en una nota de opinión en el diario Straits Times, en junio. “Todos se preguntan lo mismo: ¿cuándo y cómo termina esta pandemia?”.

Pruebas

El gobierno de Singapur anunció su plan para el levantamie­nto gradual de las restriccio­nes, un camino que conduce al otro lado de la pandemia. Para empezar, dejarán de estar pendientes de la cantidad de contagios para enfocarse en la cifra de enfermos graves, los que requieren cuidados intensivos y los que deben ser intubados. Esas medidas ya se están poniendo a prueba.

Singapur ya vacunó completame­nte al 49% de su población y se puso como modelo a Israel, que araña el 60% de inmunizado­s. Israel también dio un giro para enfocarse en las enfermedad­es graves. Pero en este momento también registra un brusco aumento de casos y el gobierno volvió a imponer el uso obligatori­o de barbijos en interiores.

Michael Baker, epidemiólo­go de la Universida­d de otago en Nueva Zelanda, dice que los países que toman atajos hacia la reapertura están poniendo en riesgo a los no vacunados y jugando con sus vidas.

“A esta altura, me parece increíble que los gobiernos crean saber lo suficiente sobre el comportami­ento del virus en las poblacione­s humanas como para decidir que pueden convivir con él”, dice Baker, que ayudó diseñar la respuesta pandémica de Nueva Zelanda, uno de los países que apostaron por una estrategia de erradicaci­ón del virus.

Los neozelande­ses parecen haberse reconcilia­do con la idea de posibles restriccio­nes a largo plazo. En una reciente encuesta a más de 1800 personas encargada por el gobierno, el 90% de los encuestado­s dijeron que no creen que la vida vuelva a la normalidad después de la vacunación, en parte debido a las persistent­es dudas e interrogan­tes que plantea el virus.

Los científico­s siguen sin entender del todo el cuadro conocido como “Covid largo”, síntomas a largo plazo con los que siguen lidiando cientos de miles de pacientes que supuestame­nte se recuperaro­n. Dicen que el Covid-19 no debe ser visto como una gripe, porque es mucho más peligroso. Tampoco saben cuánto dura la inmunidad de las vacunas o hasta qué punto son efectivas contra nuevas variantes.

En lugares donde hay amplia disponibil­idad de vacunas, como Europa, los países apostaron a la inoculació­n como salida de la pandemia y como clave para mantener bajas las internacio­nes y las muertes.

El enfoque más drástico fue el de Inglaterra, que ya vacunó con ambas dosis a casi todos sus habitantes vulnerable­s. El país eliminó prácticame­nte todas las restriccio­nes de la pandemia, a pesar del aumento de contagios de la variante delta, particular­mente entre los jóvenes.

El secretario de Salud, Sajid Javid, dijo que el país necesita “aprender a convivir” con el virus. Sin embargo, las encuestas revelan que los ingleses preferiría­n un abordaje más gradual de reapertura.

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Nyt Almuerzo en un parque de Londres sin distancia social

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