Una discusión de 200 años
En 1817 y en 2021, como si el tiempo no pasara y la evolución de las ideas no cambiara las prácticas de la acción política, la pulseada del Río de la Plata es sobre lo mismo: abrirse al comercio mundial o encerrarse en un mercado dirigido. Pasaron más de 200 años del tratado de comercio entre la Provincia Oriental y el Reino Unido, que firmó José Artigas con la intención de superar el corsé que imponía Buenos Aires, y la historia se repite: el presidente de Uruguay anuncia conversaciones comerciales (con China y Reino Unido) con el fin de romper el cerco del Mercosur que la Argentina se niega a abrir.
No está claro a qué conduce eso (hace 200 años, tampoco lo estaba). En aquel año del siglo XIX, el Uruguay no existía ni estaba en los planes de fundación, y aquella provincia al este del río Uruguay se debatía entre seguir siendo parte de las Provincias Unidas o sumarse al Reino de Portugal, pero ya la batalla de puertos era más que eso y en el fondo de la discusión asomaba una diferencia sustancial sobre comercio libre o dirigido.
En pleno siglo XXI, el Uruguay ha venido reclamando una adecuación del Mercosur a un nuevo tiempo; el pedido ha sido de flexibilidad en las normas de la unión aduanera, para hacer acuerdos comerciales con otros países de fuera de la región. Ese reclamo tiene un aspecto especial que diferencia a los dos países del Plata.
La Argentina oscila entre el encierro y la apertura comercial, pero el péndulo tiene más peso del lado del dirigismo y el mercado propio. Y se va de punta a punta, de un concepto bolivariano chavista con los Kirchner hasta el intento del Prosur de Macri con Piñera y otros. Uruguay refleja diferencias y matices, pero hay una continuidad general.
La Argentina expresa un proteco cionismo que, con medidas que no solo frenan importaciones, sino también exportaciones, es de matriz peronista pura y ha primado desde 2003. Y también ha transmitido impulso de ampliación o libertad comercial en los gobiernos de Alfonsín, de un peronista heterodoxo como Menem, o de un empresario liberal como Macri.
La continuidad de Uruguay se dio en gobiernos de centro y socialdemocracia (como el de Sanguinetti), liberal (con Lacalle de Herrera y Batlle), socialista aggiornado (como el de Vázquez), socialista de raíz guerrillera (como el de Mujica) impulsor de “la libertad responsable”, como el actual.
Lacalle Pou levanta la bandera de todos los presidentes del siglo XXI, que no encontraron eco en sus socios del Mercosur: o el bloque se abre el mundo o deja que sus miembros lo intenten por su cuenta. La diferencia es que el actual presidente dice que no espera más. Los negociadores argentinos se sienten seguros de que el corsé normativo del bloque, y otras normas de integración comercial, es la garantía de que nadie se puede cortar solo, y que sí o sí precisa el permiso de los otros Estados.
Para un gobierno peronista, el poder de veto que le da el Mercosur es una tentación. El grado de asociaciónde una unión aduanera, con política comercial común, permite al gobierno de Alberto y Cristina tener un poder. El Mercosur no funciona por mayorías y requiere unanimidades. ¿Por qué abrirle a Uruguay la puerta del comercio ampliado si puede ejercer el poder de ve to y marcarla cancha? Aunque sea para decir“no los dejamos ”.
Para la República Oriental no es novedad la disyuntiva de priorizar la relación de buen vecino y resignarse a lo que quiera imponer Buenos Aires, o de jugarse a un camino propio y asumir riesgos. Un 8 de julio, pero de 1817, en la orilla oriental del río compartido, el entonces jefe de los Orientales, José Artigas, iniciaba tratativas con el comodoro William Bowles, que representaba a Su Majestad Británica (SMB), para llevar a cabo un tratado de comercio. El tratado fue firmado el 2 de agosto de 1817. Al enterarse de eso, EE.UU. no quiso quedar ajeno y el cónsul estadounidense en Buenos Aires, Lloyd Hasley, se entrevistó con Artigas para pedir igual trato que con los ingleses.
En la cumbre de Mercosur del 8 de julio, el presidente uruguayo anunció a sus pares del bloque que ya no iba a esperar más que le dieran permiso y que sus asesores aseguran que la norma que ataba ya no ata, y no tiene vigencia (resolución Nº 32/00). Y que por eso inicia conversaciones con otros países.
China ha ofrecido un acuerdo comercial y eso es parte de su plan de ampliar relación con Sudamérica. El Reino Unido transmitió disposición a negociar algo similar, si fuera con el Mercosur mejor, pero si eso no es posible, al menos que sea con Uruguay.
Un 8 de julio de 1817 y un 8 de julio de 2021, parece mentira, pero hay demasiada coincidencia pese al paso de 204 años.