Independiente se despidió porque falló demasiados goles
La muy buena tarea del arquero brasileño Joao Paulo y el viejo déficit ofensivo del Rojo resultaron una barrera infranqueable
1 Independiente
1 Santos
Independiente arrancó la temporada con tres balas en su cargador –Sudamericana, Copa Argentina y torneo local–, pero la primera le duró muy poco. El 1-1 con Santos en Avellaneda lo dejó afuera del certamen continental en un extraño partido, donde desperdició múltiples ocasiones de convertir hasta transformar al arquero Joao Paulo en figura excluyente, acabó con nueve jugadores y aun así brindó una imagen más saludable que en tardes y noches recientes.
El fútbol puede ser analizado con cien mil argumentos diferentes, pero en algunas ocasiones alcanza con un parpadeo para explicar por qué la moneda cae de uno u otro lado.
A los 38 minutos del primer tiempo la chapa mostraba un 0 a 0 “mentiroso”, porque después de diez minutos iniciales de absoluto dominio brasileño, y a partir de un par de pelotas robadas por Lucas Romero, Independiente había pasado a mandar. No de manera abrumadora –no es un equipo montado con esa pretensión–, pero sí con la receta del empuje, las ganas y el fervor para anticipar en el medio y generar ataques rápidos.
Por entonces, Joao Paulo ya había comenzado su show particular con dos muy buenas atajadas –la primera, un remate de Velasco al borde del área chica, podría calificarse de milagrosa–, y la opción de igualar la eliminatoria flotaba en el ambiente, pero entonces llegó ese minuto 38.
Blanco filtró una excelente cortada para Silvio Romero, quien vio a Palacios picando solo por izquierda, le cruzó el pase y lo dejó mano a mano con el arquero. El delantero tucumano, 15 partidos sin marcar un gol, dominó la pelota con tiempo, se acomodó y disparó suave, justo al centro del pecho del arquero. Peor aún, Velasco perdió la pelota en el rebote y esta derivó hacia Carlos Sánchez. El uruguayo divisó el pique de Kaio Jorge, pifió Juan Manuel Insaurralde en el corte y el número 9 de Santos punteó suave ante la salida de Sosa. En un abrir y cerrar de ojos, el Rojo pasó del posible 1-0 al 0-1 y la obligación de marcar tres goles. Demasiado para un conjunto al que le cuesta demasiado encontrar la red adversaria.
Antes y después de ese instante cabría mencionar la flojedad defensiva de Santos, muy permeable por su izquierda, donde Bustos disfrutó de una autopista. La discutible expulsión de Insaurralde a los 12 del segundo tiempo, decidida en el VAR pero determinada por la lentitud del defensor y la picardía de Marinho. O el carácter del Rojo para no dejar de luchar pese a sus propios déficits. Y desde ya, la muy prometedora aparición del Chila Márquez en los minutos finales.
Aunque quizás lo más destacable sean las puntuales diferencias de jerarquía, esas que establecen distancias en series que se deciden en los detalles. Si de un lado Joao Paulo ocupa sin duda el cajón más alto del podio luego de ser importante en Vila Belmiro y brindar una exhibición en Avellaneda; hay que recordar el rebote largo de Sosa en la ida que acaba en el 1-0 y condiciona el resto de la eliminatoria. Si Kaio Jorge, un chico de pronto futuro europeo, resuelve con categoría sus únicas dos posibilidades claras, Palacios, Silvio Romero, Velasco o Herrera despilfarran las muchas que esta vez supo generar Independiente. Si el uruguayo Carlos Sánchez ofrece pinceladas de categoría, a Roa siempre le sobra un enganche.
Cuando no sobran argumentos en el juego, como es el caso de Santos e Independiente, los duelos se definen por el fino balance entre virtudes y carencias. Por eso uno sigue en carrera; por eso el otro malgastó tan pronto la primera bala de su cargador.