LA NACION

Palo Pandolfo. La esencia del rock porteño se queda sin su trovador

- Mauro Apicella

Poesía y desenfreno. O poesía en desenfreno. Oscuridad y luminosa belleza. Todo eso había en la música de Palo Pandolfo. Cenizas y diamantes, pasión. Post punk de juventud y una reflexión calma en muchos de los versos que, acústicos y guitarrero­s, sonaban es estos últimos años de madurez. Todo eso había en las canciones de Roberto “Palo” Pandolfo, que en la tarde de ayer se desplomó en la vereda de una de las avenidas del centro geográfico de Buenos Aires y dijo adiós. Murió Palo, a los 56 años. Se habrá ido a cantar aquellos versos que desde hoy son eternos porque representa­n la esencia del trovador rockero porteño.

“Parado aquí escucho las voces, son cantos de gloria. Sonidos secos. Son ríos huecos. Controlan mi memoria. Cenizas y diamantes; cenizas y diamantes. Doblando aquí, confundo los colores, son resplandor­es divinos. Densa oscuridad, fuego más velocidad. La tumba del camino”.

Cualquiera que estuviera al tanto de su presente habría dicho que no era su momento. Venía de dar shows pequeños, en la medida en que la pandemia se lo permitía. Estaba preparando un nuevo disco. Acababa de publicar una canción, segurament­e como anticipo de esa producción que tenía entre manos. “Tu amor”, se llama y fue grabada con la colaboraci­ón del cantante Santiago Motorizado, de la banda Él Mató a un Policía Motorizado. Es una pieza luminosa que contrasta con la noticia del diario de hoy. Por eso volverán a decir: no era su momento.

“Es una transmigra­ción, un cambio de estado del alma. Representa la muerte de algo y el renacimien­to, un viaje hacia otro estadio”, decía Pandolfo semanas atrás sobre la flamante canción que acababa de estrenar. Esas frases hoy no se pueden despegar de la noticia de su partida.

El currículum musical de Pandolfo dirá que sus primeros pasos con la música fueron en 1978, con una banda que integró en el colegio secundario, el Sempiterno. La travesura adolescent­e se prolongó hasta 1983. Un año después nació Don Cornelio y la Zona, proyecto que duró apenas un lustro, pero que se convirtió en una banda de culto de la escena post punk porteña. En canciones como “Ella vendrá”, “Cenizas y diamantes”, “Tazas de té chino” y “El rosario en el muro”, todas del álbum debut de la banda (producido por Andrés Calamaro), se pueden encontrar las pistas del peso específico de aquel proyecto y de su relevancia, en un recorrido por la historia del rock, aunque en su tiempo, mediados de los ochenta, fuera el placer de un reducido gueto.

En los noventa, Palo dio vuelta la página y fundó Los Visitantes, grupo con el que publicó cinco discos con un campo estético musical más amplio y líricas (por momentos) menos oscuras. Palo nunca salió del rock, pero se lo llevó consigo hacia otros lenguajes. Con la llegada del nuevo siglo experiment­ó con distintos géneros y sociedades artísticas.

Su debut en solitario fue A través de los sueños (2001), con el que da un paso más en su viaje a la canción de autor, más allá de las barreras impuestas por géneros y lenguajes. El sendero que hizo en solitario lo aproximó a geografías del tango y del folclore argentino, durante las dos últimas décadas. Incluso lo ha hecho para despuntar el vicio de versionar canciones, en el disco Antojo, con temas de Mano Negra, Luis Alberto Spinetta, David Bowie, Radiohead, Andrés Calamaro y un clásico tanguero de Homero Expósito.

Con Ritual criollo (2008) dio una vuelta más de tuerca a su opción por la variedad de géneros. Como en la mayoría de sus discos anteriores, hay muchos invitados. De hecho, si bien Pandolfo ejercitó el férreo oficio de escritor de canciones que produce en solitario, siempre generó proyecto desde distintos colectivos de trabajo, ya sea por la cantidad de solistas que participar­on en sus discos como por la necesidad (o el simple deseo) de ponerles nombre a los grupos de músicos que lo acompañaro­n: La Fuerza Suave, La Hermandad.

Ya en la última década publicó discos como Esto es un abrazo, con un link al rock de sus comienzos, y años después, Transforma­ción. “Alma partida”, el primer adelanto que dio en diciembre pasado del disco que estaba preparando, se puede resumir en una guitarra, en una canción popular de amplio espectro y, también, en esos procedimie­ntos declamativ­os que Palo supo construir en casi cuatro décadas de carrera.

A finales de 2020, en diálogo con la nacion, decía: “Este disco que estoy preparando es como atravesar un río pisando piedras. Hago un salto desde Ritual criollo hasta el presente, retomo esa línea. Lo que siempre es igual es la honestidad absoluta. Los temas más revulsivos y violentos de Patria o muerte (Don Cornelio y la Zona) o Salud universal (Los Visitantes) los hice con la misma guitarra criolla”.

No era el momento para dejar una obra inconclusa. Pero eso es lo que dice el diario de hoy. Según informació­n de la Comisaría Vecinal 6, un transeúnte que caminaba por la avenida Díaz Vélez al 5200 lo habría visto caer al piso y perder el conocimien­to. Luego de que fuera trasladado al Hospital Durand se confirmó su fallecimie­nto a las 15.25 de ayer. Al cierre de esta edición la causa de su muerte no había sido determinad­a.

“Lo que siempre es igual es la honestidad absoluta. Los temas más revulsivos y violentos los hice con la misma guitarra”

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Gentileza interdisc Don Cornelio y la Zona, una banda fundamenta­l del rock argentino
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Gentileza Germán alperowicz La guitarra criolla, su fiel compañera

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