Tras la operación de su hija, quedó varado y otra argentina lo hospedó
Rodolfo Vargas viajó a EE.UU., donde una desconocida supo de su historia y lo ayudó
Juana Vargas tenía un año y medio cuando le diagnosticaron parálisis cerebral espástica, una afección que le impedía caminar sin asistencia. Sus padres, Rodolfo y Melina, se contactaron con un médico en Brasil que, en 2019, analizó el cuadro de la beba y los esperanzó: era candidata para ser intervenida en los Estados Unidos por un profesional en la especialidad de más de 30 años de trayectoria. Así la familia empezó planear el viaje y a reunir los 56.000 dólares que necesitaban para pagar la operación de Juana, que ahora tiene seis años.
“Fue un esfuerzo enorme. Hicimos una campaña solidaria para recaudar fondos a principios del año pasado, porque con nuestros recursos y vaivenes económicos no llegábamos. Nos ayudaron muchísimo nuestros amigos y familiares”, contó el padre de la niña, Rodolfo Vargas, de 48 años, que trabaja como médico veterinario en la ciudad bonaerense de Ensenada.
Tras un año de pandemia y de vuelos cancelados, llegaron al St. Louis Children’s Hospital, en la ciudad norteamericana de Saint Louis, donde en junio pasado la niña fue sometida a una rizotomía dorsal selectiva, que tuvo buenos resultados. “Antes caminaba con muletas o andadores y ahora lo hace sin asistencia, libremente. Salió todo perfecto y, tras un mes de rehabilitación, tuvo una recuperación impecable. Estamos muy felices”, señaló Vargas.
Sin embargo, a partir del establecimiento del cupo de pasajeros diarios que arriban al Aeropuerto de Ezeiza, que estableció el gobierno de Alberto Fernández, Rodolfo quedó varado en Saint Louis. Tenía previsto volver en un vuelo el 18 pasado, pero fue cancelado. Aún continúa sin tener una fecha definida para su regreso. Melina y Juana pudieron llegar a la Argentina en el único servicio que salió el 13 pasado. El miércoles pasado cumplieron el último día del aislamiento preventivo por Covid-19 y se pudieron reencontrar con las otras dos hijas de la pareja, Emma, de 11 años, y Sara, de 5. Ahora Rodolfo sigue la recuperación de Juana a través de videollamadas.
Varado en un país distinto, con otro idioma y sin poder regresar con su familia y volver al trabajo, Rodolfo lleva días con mucha angustia e incertidumbre. El día que su familia viajó, apareció Fernanda Gennaro, una argentina de 40 años oriunda de la localidad bonaerense de Pergamino, que vive, junto a su esposo, en Saint Louis desde 2009.
“Vení a mi casa. No podés estar solo en esta situación y gastando plata en un hotel”, le dijo Fernanda a Rodolfo, después de conocer su historia a través de un grupo de Whatsapp de argentinos y conseguir su número de teléfono. “No fue fácil convencerlo. Él sentía que nos iba a molestar. Y le insistí: le dije que yo estudio desde casa, mi marido trabaja desde casa y mis dos hijos están de vacaciones. Ahora es uno más de la familia”, contó Gennaro a la nacion.
“Me cayó un ángel del cielo”, describió Rodolfo. “En la casa ya soy ‘el tío Rodo’. Estaba muy angustiado. Además de no saber cuándo voy a poder volver, la estadía acá sale alrededor de 100 dólares por día, y hay que agregarle el cambio de pesos argentinos. Me dieron un lugar sin conocerme y es muy lindo y emocionante el cariño que me brindan”, indicó.
Gennaro estudió Medicina en la Argentina, pero no terminó la carrera. Hace tres años, en los Estados Unidos logró acceder a una certificación como intérprete médica, que ejerce como intermediaria entre los profesionales y los pacientes hispanohablantes. “Este trabajo me cambió la vida. Es único y muy reconfortante. Al final del día sentís que pudiste ayudar un montón”, dijo. Ahora comenzó la carrera de Epidemiología porque, afirmó, “todo lo que pasó con la pandemia me incentivó”.
Gennaro no lo pensó dos veces cuando se enteró de la situación de Rodolfo. “Traté de ver cómo podíamos ayudarlo, ni se me pasó por la cabeza desconfiar de él. Siendo intérprete médica, ves muchas historias de gente que está en otro país, con una cultura completamente diferente. Es ponerse en el lugar del otro. Sin empatía, no hay nada. Si a mí o a un familiar le pasara, me gustaría que alguien pudiera darle el soporte que le damos a Rodolfo para no sentirse solo”, confesó.
Para ella, Vargas ya forma parte de su familia: “Se hizo compinche de mi marido y van a andar en bicicleta y miran el fútbol juntos. Es muy agradable compartir con él. Vemos cómo le golpeó la vida. Y su familia y él son resilientes, nada los frena. Vamos a extrañarlo cuando se vaya”.
Sin vuelo de regreso
Rodolfo forma parte de los miles de argentinos varados en el exterior que hoy continúan esperando para regresar al país. “La limitación de entrada de pasajeros por día en la Argentina es una locura. Son medidas que el Gobierno implementa sin prever la situación de cada persona que se encuentra fuera. Yo llevo dos meses acá y tuve mucha suerte dentro de todo, pero hay gente que necesita medicación, embarazadas… Duele que tu propio país te deje tirado”, dijo Vargas.
El gobierno nacional mantiene el DNU que limita el cupo a 900 pasajeros diarios provenientes del extranjero para ingresar a la Argentina y así demorar la circulación comunitaria de la variante delta.
Rodolfo tiene un pasaje abierto aún sin fecha definida. “Llamamos todos los días al consulado argentino en Chicago y a American Airlines y seguimos buscando. Hay muy buena predisposición, pero aún no hemos conseguido nada. Las fechas de agosto todavía no están autorizadas ni publicadas. Espero poder volver la primera semana de agosto”, señaló.