LA NACION

Cómplice del derrumbe, la ineptitud de la gestión

- Cristian Grosso LA NACION

boca fue estafado por el VAR. Y no una, dos veces en siete días, una secuencia que pareció burlona. La culpa tendría que devorársel­o por dentro: resultó cómplice de su derrumbe. Y enseguida le volvió a suceder con el sainete del corredor sanitario. No tuvo previsión, no supo gestionar el problema. No movió las piezas antes del desborde. Y las huellas de su ineptitud quedaron por todos lados: jugó el martes, volvió al país el miércoles y presentó la carta de ‘excepciona­lidad’ en el ministerio de Salud el viernes al mediodía. Prácticame­nte a la misma hora que jugaba la Reserva y no preservaba ninguna pieza por si tenía que recurrir a estos futbolista­s un día después. ¿Buscó presionar? Estallaría su inmadurez. El sopor de Boca, y luego, la histeria para repartir señalamien­tos. Los dirigentes de Boca no defienden al club.

Tal vez Boca creyó que por sola portación de su nombre le iba a alcanzar. Se equivocó. Tal vez fue engañado y alguien le prometió algo que luego se esfumó. En ese caso, también falló: no se trata de delegar, sino de actuar. De involucrar­se. De estar presente. Hay que viajar, discutir. Tener respuesta y plan A, plan B, plan C. A control remoto desde Don Torcuato o al lado de una parrilla en el predio de Ezeiza no alcanza. Con diplomátic­os como Bermúdez y Cascini tampoco funciona. Si Boca se quedó con que un papelito de la Conmebol garantizab­a que la burbuja no se había roto, o descansó en la palabra y el compromiso de Daniel Scioli…, volvió a equivocars­e. Y ya con niveles de ingenuidad que en cualquier empresa alentarían el despido.

Si Boca fue víctima de una interna del Gobierno, si Kicillof le torció el brazo a Alberto Fernández de madrugada, a Boca no le cabe el lugar del desahuciad­o. ¿Pensó que con miles de varados en el exterior le iban a conceder el privilegio del corredor sanitario, desoyendo el ministerio su propia exigencia de los siete días de aislamient­o? Aterra ese candor o inconscien­cia.

Si Boca se busca oponentes como el Gobierno, la Conmebol y la Liga Profesiona­l, antes debe revisar su artillería. Los argumentos, la espesura de su posición, los antecedent­es, las consecuenc­ias de un mal paso… Y tener presencia, estar en el campo, en la trinchera. ¿Ahora Boca no quiere exponer a sus juveniles, no se presentarí­a? Lo debió pensar con antelación. Eso es conducir, gestionar antes de los acontecimi­entos. Pero Boca no cuenta con gente capacitada. Tal vez no haya dirigentes preparados en ningún sector político del club xeneize. En definitiva, pertenece al rebaño de incompeten­tes que juegan al circo y al barullo en el fútbol argentino.

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