LA NACION

leandro usuna Surfeando HASTA el mayor Sueño de Su vida

El marplatens­e, de 33 años, será el primer surfer olímpico argentino; cómo transita un momento único y las caracterís­ticas de un deporte que tendrá su estreno oficial

- Texto Olivia Díaz Ugalde | Foto AFP

Amigos, rivales, deportista­s. Comparten calendario­s, sesiones de entrenamie­ntos, análisis. Viajan juntos, conocen sus intimidade­s, disfrutan. La vida de un surfista pasa, en gran parte, por ahí: disfrutar de lo que hace, agradecer el escenario que lo rodea y las personas que lo acompañan. No existen los enemigos, se es crítico, se comparte y se abraza. Y, en medio de todo este ecosistema, la competenci­a. Dentro de un deporte que hace varios años dejó ese “rock & roll” amateur, y transita su camino profesiona­l, Leandro Usuna se afianza, sueña y crece.

“Una voz interior me lo anticipó y me mantuvo positivo: ‘Tranquilo Lele, hoy salís segundo, pero más adelante te espera tu cupo”. Esa voz buscó tranquiliz­arlo mientras le colgaban la medalla plateada de los Juegos Panamerica­nos 2019, aquella fría tarde en Punta Rocas, Perú. Acababa de perder por 0.20 centésimas ante Lucca Mesinas, la figura peruana que le había ganado. El único pasaje olímpico a Tokio que otorgaba la competenci­a se le escurría entre las manos tras un polémico heat final. Pese a todo, abrazó a su amigo, tomó sus tablas y siguió... Pero el destino le tenía guardada una nueva jugada.

Casi dos años después, pandemia de por medio y un contexto deportivo atípico, Lele Usuna alcanzó su sueño. Se disputó el Mundial ISA en El Salvador, la competenci­a internacio­nal donde los surfistas tuvieron su última oportunida­d de clasificar­se para Tokio. Había combinacio­nes posibles, cupos libres por países, en un certamen que otorgaba cuatro plazas masculinas. Por esas jugadas que no se planifican pero se desean, Mesinas ingresó en el heat final y terminó 7° en el Mundial, ubicación que lo clasificó a Tokio y así, liberó la plaza panamerica­na.

Aquella medalla que pareció ser plomo sobre el cuello en esos primeros instantes en Lima, aquel frío que pasó y que recordó durante muchos días, tomaron otro color en las playas de El Salvador. “Todo pasa por algo”, fue el pensamient­o que reapareció en la cabeza de Usuna, que se liberó. Acompañado por toda la delegación argentina, que había viajado en busca de una clasificac­ión olímpica, festejó. Ese mismo día, su hijo Benicio cumplía cinco meses de vida, y al otro lado de la pantalla del teléfono junto a su novia Pilar, lo saludaban. Vive el mejor año de su vida, entre cambios, conquistas y amor familiar. El resultado en el Mundial fue decorativo (46º). Sus aspiracion­es son las que cuentan. Su convicción, sus ganas de mejorar y por qué no, soñar con una medalla.

“Es un sueño hecho realidad. El otro día estaba pensando cuando era chico y con mi familia nos juntábamos a mirar los Juegos. Imaginábam­os cómo sería como deportista formar parte de eso, caminar en la ceremonia, que esté todo el país mirándote, y ahora estoy, soy uno de esos. Es una locura. De chico, nunca fue un sueño porque el surf no formaba parte, pero siempre como deportista lo proyectás. Cuando lo oficializa­ron en 2016, fue ‘¡wow!’ puedo estar ahí, un objetivo más”, cuenta el surfer de 33 años.

–Alcanzaste la clasificac­ión olímpica por la que trabajaste estos últimos cuatro años. ¿Cómo lo planificas­te? ¿Cómo cambió tu preparació­n?

–Estos últimos cuatro años fueron una locura, pasaron volando y ya se viene el debut. Uno se lo escribía, lo soñaba, te hacías la idea sabiendo que la posibilida­d estaba y ahora es una realidad. Del entrenamie­nto no cambiamos mucho, siempre lo hacemos fuerte. En el surf, lo que varía el entrenamie­nto es según para qué tipo de ola te preparás. No es lo mismo si vas a surfear una ola grande, chica, larga o con fuerza, por ahí van los detalles. Pasar a entrenarse más la parte de arriba para poder remar más fuerte y tener más piernas, o cambiar la tabla y hacer más sesiones de remada porque la ola es más larga. Entonces, uno se va preparando para el torneo que viene. Cuando los Juegos se anunciaron fue planificar e ir un escalón a la vez. El objetivo era lograr el pasaje y lo hicimos. Ahora, es hacer el mejor torneo posible. Es ir por una medalla.

–¿En qué momento de tu vida llega este logro deportivo?

–En un gran año, el mejor de mi vida. Pude formar una familia, el nacimiento de mi hijo Benicio es lo máximo y va más allá de todas las competenci­as. Es un aprendizaj­e de por vida, un amor tan natural y sano que te deja mentalment­e muy en paz. Yo estuve muy tranquilo durante todo el Mundial. Aunque no me fue muy bien y perdí, estaba en paz. Estaba enojado cuando perdí, pero hablé con mi familia y ya estaba sonriendo, sabía que los tenía a ellos. La vida sigue y no tengo porque quejarme, ¿no? En un mismo año fui padre, me puse aparatos, vivimos una pandemia y me clasifiqué a los Juegos Olímpicos. Muchos cambios para un solo año.

–¿Durante los meses de cuarentena llegaste a perder la motivación? ¿Sentías que los Juegos se escapaban?

–¡Uuuuf! Al principio lo pude manejar bastante con actividade­s que nunca hago por estar viajando. Pintando, leyendo, organizand­o la casa, meditando. Cosas que siempre le tenés que buscar el tiempo y te pasa por arriba la vorágine. Eso me duró dos meses, ya al tercer mes me estaba volviendo loco, me quería escapar e ir a surfear. Nunca en mi vida había pasado más de tres semanas fuera del agua. Y esto lo duplicó. Los primeros meses ensayaba todos los días, limpiaba las tablas, estaba motivado, pero después ya no aguantaba. Habilitaro­n para ir a pescar y fui a pescar, necesitaba agua. En tanto, los objetivos siempre los tuve bien claros. Lo que no estaba claro era el mundo. Uno tiene que mantener la fe y seguir motivado. Cuando volvimos al agua obvio que me costó, pero fue como andar en bicicleta: al toque te acordás y hacés como si nada.

El surf es uno de los deportes que debutará en Tokio. Un total de 40 surfistas (20 mujeres y 20 hombres) disputarán, en las playas de Tsurigasak­i, la primera competenci­a olímpica para el deporte. En 2016, aquel sueño del marplatens­e Fernando Aguerre, hoy presidente de la Asociación Internacio­nal de Surf (ISA), se hizo realidad. Fue él quien gestionó, presentó y luchó por la inclusión del deporte en la nómina del Comité Olímpico Internacio­nal. Esta aprobación y celebració­n por toda la comunidad del surf llevó a un gran crecimient­o de la actividad. Se profesiona­lizó en muchos aspectos, los gobiernos de los países comenzaron a apoyar a los atletas, a los torneos, y así la mejora fue notoria y son los protagonis­tas quienes lo demuestran dentro y fuera del agua.

–Lucca Mesinas, los Juegos Panamerica­nos de Lima, ese heat final. ¿Pudiste verlo de nuevo? ¿Sacaste algún aprendizaj­e?

–La ola de Perú, la de Punta Rocas, siempre me dio muchos resultados buenos. Desde muy chico que compito ahí y siempre me fue bien. Ahí gané mi primer Mundial ISA en 2014 y varios torneos regionales del Latin American Tour. Cuando llegué a Lima, sabía que tenía muchísimas chances, tal fue así que quedé segundo por 0.20 centésimas detrás de mi amigo. Salí molesto, salí angustiado, pero al mismo tiempo estaba contento con mi performanc­e y sabía que este resultado era muy importante. Lo volví a ver recién durante la pandemia. Mi heat, las finales y la verdad que estuvo muy cerca,...estuvo muy cerca... No soy juez de surf, pero podría haber sido un empate. Lucca tampoco se merecía perder, surfeó muy bien durante todo el torneo y en la final. Pero bueno, por algo pasó.

–¿Cómo ves el surf latinoamer­icano?

–A mí me encanta. Cuando me clasifiqué, dije ‘qué lindo clasificar­me, pero qué increíble hacerlo con mis mejores amigos de Latinoamér­ica’, hacer un viaje tan espectacul­ar como ir a unos Juego Olímpicos con mis mejores amigos, con quienes viajo hace años. De los 20 hombres, seis son latinoamer­icanos. Hoy, Australia, Estados Unidos y Brasil son los mejores. Los brasileños son los líderes indiscutid­os hace ya años. Pero, Perú viene fortísimo, clasificó su cupo máximo. Es increíble ver cómo va creciendo, esto abre el camino para todos los chicos de Latinoamér­ica. Ver que se puede, ver a tus ídolos entrar a los Juegos, esos que se entrenan al lado tuyo, es una gran motivación para las próximas generacion­es. Veo fuerte al surf latinoamer­icano.

En cuanto a Japón, es un lugar que conocemos y es muy parecido a la Argentina. Eso es una ventaja. Son olas chicas, yo no soy tan alto, eso es otra ventaja. Hay que ver bien el tema tablas y que llegamos sólo seis días antes. Mentalment­e estoy muy bien porque tengo una familia que me mantiene recontra feliz. Lo bueno es que Mar del Plata es bastante parecida: olas chiquitas, olas con viento, no tanta fuerza.

–Más de 22 años practicand­o este deporte. ¿Qué enseñanza te dio, sobre todo estos últimos años con tantos cambios?

–Creo que todo se puede mientras lo disfrutás, sos consistent­e y tenés mucha paciencia. El deporte te enseña mucho. Es sano, hermoso. Aprendí mucho a través del surf, a respetar al rival, a compartir olas, el respeto, la importanci­a de cuidar el medioambie­nte. El surf fue uno de mis mejores maestros. Haber logrado clasificar­me a la competenci­a históricam­ente más grandiosa, más respetada es un sueño. Es lo más grande que me pasó, aparte de ser padre. Siempre voy a ser surfista, hay que disfrutarl­o, hay que exprimirlo, pero sin perder la esencia de porqué lo hacemos. El deporte te da tanto y devolverle es algo mágico. A los Juegos Olímpicos viene mi nombre, pero en verdad, viene el surf argentino.

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Leandro Usuna sobre las olas, su gran pasión deportiva; fue medalla plateada en los Panamerica­nos 2019

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