LA NACION

Rarezas de un país que se acostumbra a hacer las cosas a contramano,

- por Cristian Mira

Cualquier país que produzca un bien cuyo precio internacio­nal atraviesa una senda alcista y le permita mejorar su balanza de pagos debería sentir un cierto alivio. Esto podría ayudar a corregir los desequilib­rios de su economía. Si esa realidad entrañara algún riesgo podría prepararse con las medidas del caso, pero siempre en dirección de aprovechar ese momento. nunca de desalentar­lo.

Esa definición general puede aplicarse a países relativame­nte normales, lo que no es el caso de la argentina que no deja de sorprender con sus excepcione­s a la regla. Esto se comprobó en los últimos días cuando la vicepresid­enta cristina Kirchner calificó de “excelente y revelador” un artículo del diario Página 12 en el que se hablaba de “supuestas ganancias extraordin­arias” de productore­s bonaerense­s de maíz, soja y girasol y que no aumentar las retencione­s implicaba un perjuicio para los ingresos del Estado y la población, por el impacto en los alimentos.

acaso pueda interpreta­rse el elogio de la líder de la coalición oficialist­a como un primer intento para forzar un aumento de los derechos de exportació­n. En diciembre próximo vence la ley que impide no incrementa­r en más de tres puntos porcentual­es las retencione­s al maíz y al trigo (hoy en 12%) y no pasar el 33% en soja. Esa decisión es potestad del congreso que, elecciones mediante, modificará su composició­n antes de que termine el año.

En cualquier país medianamen­te razonable, las autoridade­s trabajaría­n para evitar los eventuales desequilib­rios. En vez de aumentar la carga impositiva sobre los sectores productivo­s que, a la larga, provoca un desaliento a la inversión, desarrolla­rían herramient­as específica­s con los procesador­es de alimentos o la población más vulnerable. créditos, mercados de futuro o ayudas directas son algunas de las medidas que, eventualme­nte, podrían aplicarse. En cambio, aquí predomina la teoría de la “maldición de producir materias primas” y se cree que es correcto aplicar una protección generaliza­da. así, se subsidia a quien compra medialunas en las panaderías de recoleta o puerto Madero mientras se vocifera la defensa de “la mesa de los argentinos”.

la evidencia de los primeros gobiernos kirchneris­tas demuestra que todas las medidas de control y restricció­n no sirvieron para que los precios de alimentos bajaran. además, provocaron un recorte de la producción que, a su vez, generó un escenario alcista de precios. la carne vacuna y el trigo fueron los mejores ejemplos del fracaso de ese tipo de medidas.

Es cierto que los precios están en un nivel alto desde agosto del año pasado, pero solo unos pocos países responden a contramano. “En la argentina y en rusia renace el proteccion­ismo”, advirtió esta semana ivo Sarjanovic, un experto argentino de larga trayectori­a en el mercado de commoditie­s, en una charla organizada por la Escuela de negocios de la Universida­d Di Tella. para el especialis­ta, el país “no está haciendo todo lo posible” como para aprovechar la tendencia alcista de los precios.

Según Sarjanovic no hay un “superciclo” alcista de las commoditie­s agrícolas como lo definieron algunos bancos de inversión, sino una reconfigur­ación de los precios relativos que no “durará más allá de 2022” debido a que la recuperaci­ón de la economía de este año se basó en políticas fiscales expansivas “que no son sostenible­s en el tiempo”, dijo. Y explicó que hay una tendencia sostenida en los precios por la caída de los stocks de los países exportador­es y por las masivas importacio­nes de china de granos forrajeros, aceites y carne, entre otros factores.

En el mismo encuentro, Gustavo Grobocopat­el, empresario agroindust­rial y fundador de los Grobo, dijo que la incertidum­bre que hay en el país no brinda “señales claras que incentiven a un aumento de la producción”. no obstante, consideró que hay un rango de precios sostenido que se mantiene por el elevado nivel de la demanda. “En soja no veremos precios de US$160 como a fines de los años noventa, sí se moverá en un rango de US$300/ US$500”, dijo.

a largo plazo, tantos Sarjanovic como Grobocopat­el recomendar­on estar atentos a los llamados “cisnes negros” que pueden provocar un escenario rupturista. Entre otros ejemplos citaron la carne artificial, restriccio­nes al uso de la tierra por cuestiones ambientale­s y un eventual salto en la productivi­dad por el uso de la tecnología. Este es un escenario lleno de desafíos mayúsculos, que debería convocar a reflexione­s y cambios de estrategia­s de largo plazo y no a análisis políticos de visiones estrechas.

La carne vacuna y el trigo fueron el mejor ejemplo de que las intervenci­ones no sirvieron

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