LA NACION

Una crónica histórica sarcástica y con estilo

- Felipe Fernández

“Envidia y mala leche eran marca de la tierra ya entonces”, afirma sin pelos en la lengua Arturo Pérez-reverte (Cartagena, 1951) al comienzo de Una historia de España, una crónica que parte de los tiempos de los íberos y los celtas, y llega hasta 1982.

Sin traicionar su mirada literaria, el autor de El capitán Alatriste emprende un tour de force estilístic­o –abundante en modismos y prescinden­te de fechas y años– que evidencia una esmerada capacidad de síntesis y se nutre de una salerosa aspereza y una acritud irónica.

“El caso es que Cartago quedó hecho una piltrafa, y Roma se calzó Hispania entera”, resume en un pasaje y más adelante, en relación con el Cid, explica: “Así que la nobleza próxima al rey, los pelotas y otros chupaverga­s, empezaron a hacerle la cama a Rodrigo…”. De Isabel de Castilla dice: “Ella era de las que muerden con la boquita cerrada”, y a Felipe II le reconoce que, “aunque aburrido y meapilas […] era un chico eficaz”. En cambio, a Fernando VII lo define como un “hijo de puta con ático, piscina y garaje”. La Primera República, sostiene, “fue una verdadera casa de putas”, y de Franco opina que “el carnicero gallego era muchas cosas, pero también era listo de concurso”. En cuanto a ETA, comenta con macabra mordacidad que “poquito a poco, sin complejos, le iba cogiendo el gusto al tiro en la nuca”.

No se olvida de la evolución del idioma, al cual le dedica un espléndido segmento, además de destacar que la Gramática castellana de Antonio de Nebrija, impresa en 1492, “fue la primera que se hizo en el mundo sobre una lengua vulgar, de uso popular”.

Originalme­nte los capítulos del libro se publicaron en un suplemento dominical, entre 2013 y 2017. Su propósito –aclara– no fue “suplantar a los historiado­res profesiona­les”, sino despertar la curiosidad de los lectores y “dirigirla hacia libros de historia específico­s y serios donde informarse de verdad”.

Se trata de una obra que debe degustarse de a poco. En sus momentos de mayor vehemencia sarcástica se podría considerar a Una historia de España como pariente lejana de Salsa criolla, el clásico teatral de Enrique Pinti. Sin embargo, los amargos chispazos humorístic­os del libro de Pérez-reverte solo refuerzan su tono coloquial sin debilitar el rigor fáctico ni simplifica­r la complejida­d de los hechos.

El acento se vuelve más formal y adusto en la atroz etapa de la Guerra Civil. Las apasionada­s conclusion­es del escritor sobre su patria y sus compatriot­as son pesimistas. Como si evocara al Miguel de Unamuno de Abel Sánchez, retoma el tema de la envidia, el “indiscutib­le pecado nacional” y se lamenta de que España sea “uno de los pocos países del llamado Occidente que se avergüenza­n de su gloria y se complacen en su miseria”.

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Una historia de España Arturo Pérezrever­te alfaguara 246 páginas $ 1799

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