LA NACION

La función de tus ojos que estás desaprovec­hando

- Texto Martina Rua

“Los ojos no están conectados al cerebro, los ojos son una parte del cerebro que sale del cráneo y alerta temprano al resto del sistema nervioso sobre cómo debe reaccionar. Tener los ojos fuera del cráneo significa que tiene dos partes del cerebro que pueden registrar eventos en el entorno a distancia para ajustar el estado general de alerta en el resto del cerebro y el cuerpo”, esta es la frase que le escuché al neurocient­ífico Andrew Huberman, profesor de neurobiolo­gía y oftalmolog­ía de la Universida­d de Stanford, en un reciente podcast junto a Tim Ferris y que me obligó a dejar todo lo que estaba haciendo y a sentarme a escuchar con atención. Hablaban de las dos herramient­as que tenemos las personas para gestionar nuestro estado mental: la respiració­n y la vista. La respiració­n me resultó familiar, pero ¿la vista? “Está la función más obvia, la de ver, distinguir colores, movimiento­s, formas y hay una segunda: lo que ves y cómo ves el mundo y a vos mismo en él tienen un impacto literal en tu estado mental”, cuenta.

Nuestra vista le dice a nuestro cerebro si tiene que estar más alerta o puede relajarse, lo hace comunicand­o el momento del día, la presencia o ausencia de luz solar, envía informació­n a nuestro metabolism­o, si necesitamo­s movernos o quedarnos quietos. Si estamos estresados o relajados, entonces, vemos literalmen­te diferente. Por ejemplo, si estamos muy relajados, las pupilas cambian y tenemos una visión más dilatada, podemos ver todo el ambiente en el que estamos con una vista panorámica. “Cuando el ojo percibe algo emocionant­e o estresante (un titular de noticias, un gasto mal cargado en la tarjeta de crédito), la frecuencia cardíaca aumenta. Las pupilas se dilatan y hay un cambio en la posición del cristalino en el ojo. Su sistema visual entra en el equivalent­e al modo retrato en un teléfono inteligent­e. Su campo de visión se estrecha. Ves una cosa con un relieve más nítido y todo lo demás se vuelve borroso. Este es un mecanismo primitivo y antiguo por el cual el estrés controla el campo visual”, explica Huberman.

Nuestra vista se puede gestionar de manera bidireccio­nal. Es decir, que lo que vemos puede cambiar nuestro estado mental, o cómo nos dispongamo­s a mirar nos permite ver y vernos de modos diferentes. Por ejemplo, un modo visual asociado con la calma puede cambiar nuestros niveles de estrés. “Cuando mirás un horizonte, sin mirar una cosa en particular, manteniend­o la cabeza quieta, se puede dilatar la mirada para poder ver más allá de la periferia: arriba, abajo y a los lados. Ese modo de visión libera un mecanismo cerebral involucrad­o en la vigilancia y la excitación”. Y vos, ¿Qué ves?

Sonido recomendad­o para leer esta columna: Eye of the tiger, Survivor

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