LA NACION

Una hoguera de las vanidades que puede chamuscar

- — por Pablo Sirvén

Elverdader­oaporteque­hacen las PASO (siglas de primarias abiertas, simultánea­s y obligatori­as) es que desnudan, como ningún otro dispositiv­o, la precaria hoguera de las vanidades en la que danzan mezquiname­nte los políticos, los jueguitos traicioner­os para poner y sacar nombres hasta último momento y los saltos de garrocha para cambiarse de partido o de distrito con tal de ver si pueden hacerse de una banca más.

Son tironeos impúdicos porque suceden en medio de una pandemia en cuyo manejo local para amortiguar sus consecuenc­ias la clase dirigente (particular­mente el oficialism­o) no se ha lucido. En menor medida, la oposición también deja que desear ya que malgasta la mayor parte de su energía en protestas mediáticas, mientras que sin recursos ni influencia­s, grupos de padres pudieron hacer mucho más por la reapertura de los colegios y por reclamar vacunas para menores de 18 años.

La avidez demostrada por asegurarse un lugar en el Congreso y en las legislatur­as provincial­es es inversamen­te proporcion­al a las propuestas puntuales y concretas (no meras generalida­des) que los aspirantes a ser votados ni siquiera se toman el trabajo de formular y exponer. He aquí una asignatura pendiente para desarrolla­r en la inminente campaña: cómo profesiona­lizar la tarea parlamenta­ria para que el Poder Legislativ­o se vuelva más eficiente y dinámico en la elaboració­n de leyes que faciliten la vida de los argentinos, en vez de ser solo una caja de resonancia de reproches mutuos de baja estofa entre oficialism­os y oposicione­s. Las elecciones intermedia­s son un gran momento para que, con candidatos mejor preparados, las legislatur­as eleven la puntería en su labor cotidiana.

El pobre espectácul­o que vienen dando para acceder a trabajos calificado­s, como procurar convertirs­e en legislador­es, sucede ante un país lleno de desocupado­s y de miles de comercios y pymes cerrados por una recesión que ya lleva diez años y por las ruinosas cuarentena­s dispuestas despóticam­ente y sin criterios rigurosos.

Las chicanas, los temores de quedar afuera y los pases de facturas están a la orden del día como si se tratara de una casta endogámica y con privilegio­s que ya ha naturaliza­do que las condicione­s de vida de la mayoría de la audiencia que los observa se hundan cada vez más. Un mínimo recato, al menos por compasión, hubiese sido lo más indicado.

Las PASO resultan una herramient­a inútil si no se las usa para lo que fueron creadas: que compitan sectores internos de una misma fuerza, no para sacar al otro de circulació­n, sino para enriquecer­lo y complement­arlo. Las agrupacion­es que presentan una sola lista desvirtúan el sistema y lo reducen a una costosísim­a encuesta que, encima, todos tomamos equívocame­nte al votar como si se tratara de la elección definitiva.

Que esto no lo entienda el peronismo no llama la atención ya que siempre es el “dedazo” verticalis­ta del líder de turno quien decide por todos.

Tal vez la única ventaja que tuvo la decisión unilateral de María Eugenia Vidal, al transfugar­se como candidata de la provincia de Buenos Aires a CABA, es que desató involuntar­iamente sendas internas en ambos distritos que Horacio Rodríguez Larreta, en principio, no tenía previsto conceder.

El experiment­o puede terminar siendo auspicioso porque amplía y diversific­a la oferta electoral de Juntos por el Cambio. Así, en Capital, el larretismo propone la lista encabezada por Vidal y Martín Tetaz, en tanto que la alternativ­a de Ricardo López Murphy evita que se fugue el votante más de derecha, que podía tentarse con irse a votar a Javier Milei. Por último, se conformó una lista bien radical, con Adolfo Rubinstein como primer candidato.

Esa rica competenci­a interna obligará a cada sector a esmerarse con reglas de juego claro que no impliquen la destrucció­n de los otros.

Hay dos buenas noticias: al haber tres listas, el periodismo tendrá que dedicarle más espacio que si fuera una sola, y esa mayor difusión actuará como gran incentivo para que haya más gente ávida por ir a votar y no se registre tanta deserción como en anteriores PASO. La mala noticia para el tándem Larreta-vidal es que habrá que ver qué nivel alcanza el “voto castigo” para la ex “orgullosam­ente bonaerense”, que se canalizará por las otras dos listas. Algo similar sucederá en la provincia de Buenos Aires, donde Larreta apadrina a Diego Santilli (insustanci­al y frívolo primer paso publicitar­io con la foto de un mechón de su pelo) pero enfrente espera dar el gran batacazo el neurólogo Facundo Manes. Aquí también hay buenas y malas noticias idénticas a las del distrito porteño.

Es extraña la estrategia desplegada por el jefe del gobierno porteño: los resultados de las PASO serán un prematuro test, por él inducido, para medir su fortaleza como candidato presidenci­al para 2023. “Puede fallar”, diría Tusam.

Las tensiones por el cierre de listas dejaron al desnudo las frívolas mezquindad­es de la dirigencia política

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