Efecto Mariposa, la táctica para vacunar a personas sin techo
Con un plan, la Ciudad busca inmunizar a esta población; además, una red de acompañantes ayudan a que puedan recomponer el vínculo social
En un nuevo paso para enfrentar la pandemia y avanzar con el alcance del plan de inmunización, el Ministerio de Salud porteño lanzó el programa Efecto Mariposa para vacunar a todas las personas en situación de calle. En alusión al proverbio chino que dice que “el leve aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”, el plan busca que esta intervención genere otros cambios y oportunidades para estas personas que viven en condiciones de extrema vulnerabilidad.
“Al ponerle ese nombre, pensamos en un programa que trasciende la vacunación y abra nuevos caminos para estas personas”, aclara Gabriel Battistella, subsecretario de Atención Primaria del Ministerio de Salud porteño.
Desde hace dos meses, alrededor de 200 personas de esa cartera, fundaciones, organizaciones, comedores barriales, Cáritas, el Hogar de Cristo, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Instituto Gino Germani y el Ministerio de Desarrollo Humano trabajan en estrategias y capacitaciones para impulsar el programa que comenzó el 15 pasado en distintas postas de la ciudad. Hasta ahora, el plan, que ofrece la posibilidad de vacunarse y de recibir contención y alimentos, alcanzó a alrededor 600 personas. “Hay una movida comunitaria muy fuerte que nos quedó del Plan Detectar. Tenemos los referentes de las viviendas colectivas y de los hoteles de inquilinatos en Barracas y en La Boca, y de los comedores de los barrios”, agrega el funcionario.
La mayoría de las personas ya vacunadas no superan los 30 años y presentan un consumo problemático. Por esta razón, el eje más importante del programa es el rol del acompañante par. Se trata de un referente de cada barrio o comunidad que proviene de la misma situación de vulnerabilidad y que, al haber salido de ella, vuelve para que otros también lo logren. Conocen las condiciones de extrema pobreza e insada lubridad en las que viven. “Gracias a eso, logran ingresar al territorio con la confianza y la empatía que el Estado nunca conseguiría generar”, explica Battistella. Los acompañantes pares van con personal del Ministerio de Salud para llevar el registro de los vacunados y así volver a contactarlos para la segunda dosis, ya que la mayoría recibió la vacuna de Astrazeneca.
Dos meses antes del comienzo de la inoculación, el Ministerio de Salud capacitó a los acompañantes pares de cada comuna, barrio, hogar, comedor y organizaciones. Profesionales de enfermería, medicina, trabajo social, psicología, comunicación y derecho brindaron talleres en los que les informaron sobre el Covid-19, las medidas de cuidado e higiene personal y, sobre todo, la importancia del acceso a la vacunación.
Cuando llegan a las postas, muchas reacciones son de miedo, de duda y de rechazo a algo que no conocen. Lejos de los medios de comunicación y sin celulares, las personas en situación de calle muchas veces ignoran el alcance de la pandemia. Si aceptan vacunarse es por el trabajo previo del acompañante par.
“Cuando uno se mete en estas historias, se da cuenta de cuánto falta, como Estado, para poder ayudarlos a generar un proyecto de vida. Son cosas que existen desde siempre, pero que la pandemia puso a la vista”, concluye Battistella.