LA NACION

Los grupos argentinos no confían en las uniones con extranjero­s

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El delito transnacio­nal gira en la Argentina alrededor del narcotráfi­co. Y en esas redes del comercio de drogas ilegales se tejen alianzas criminales entre quienes tienen la capacidad de producir las sustancias con aquellos que cuentan con el soporte logístico para la llegada del producto a los puntos de venta y el posterior reingreso de la ganancia en el circuito financiero legal. Esas relaciones comerciale­s llevan a que todo grupo narco regional tenga algún contacto en nuestro territorio. Sin embargo, las grandes bandas criminales americanas no lograron imponer aquí su presencia operativa.

El narcomenud­eo local desconfía de toda persona ajena a un imaginario límite de pocos kilómetros alrededor de su zona de control. Los vendedores argentinos de drogas se hacen fuertes en clanes unidos por lazos de sangre, como la familia Cantero –núcleo de Los Monos– y vecindad, como ocurre con el grupo de Marco Antonio Estrada Gonzales en la villa 1-11-14. Se trata de las dos estructura­s criminales con decisión de hacer visible su poder de fuego. Se afirma que Los Monos habrían empezado a poner tiradores en la ciudad y el conurbano, pero de todas maneras la visión de esos jefes narco no incluye proyectos de expansión.

Esa es una diferencia con las dos bandas fuertes de la región, el Primer Comando Capital (PCC) y el Comando Vermelho, que colonizaro­n a grupos paraguayos que abastecen de marihuana a los narcos argentinos. Sus brazos operativos son reclutados en prisiones sin importar los vínculos de sangre y territorio. Una caracterís­tica que choca con el sistema local. El merodeo de explorador­es de esos comandos brasileños pudo observarse en el norte, sin hacer pie más allá del autodenomi­nado Primer Comando de Fronteras, cuya cercanía real es por ahora más declamada que confirmada.

El jefe de ese grupo, Néstor Fabián Rojas, está detenido en el penal de Ezeiza luego de detectarse un plan para matar al juez misionero Fernando Verón. Esa actitud favorable a un atentado que hubiese causado un fuerte impacto social y político es más similar a lo observado en otros países que en la Argentina, donde los narcos más poderosos prefieren –por algún motivo no declarado– no llamar tanto la atención. En nuestro país un aumento de muertes alrededor de una banda lleva siempre a la búsqueda y captura del líder.

El poder de fuego es otra diferencia entre grupos regionales y locales. Aquí es raro pasar de la ametrallad­ora FMK3. En 2018 se descubrió, en cambio, el intento de una masiva venta de armas a narcos brasileños, incluido un cañón antiaéreo de 20mm.

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