LA NACION

Negociacio­nes intensas puertas adentro y una puesta en escena austera en público

El oficialism­o buscó exhibir unidad y orden, a pesar de que las tratativas siguieron hasta las últimas horas

- Maia Jastreblan­sky

Faltaban menos de cinco horas para que venciera el plazo en la Justicia Electoral cuando Alberto Fernández y Cristina Kirchner presentaro­n en sociedad, en un acto en Escobar, a los cuatro principale­s candidatos del Frente de Todos de la provincia de Buenos Aires y de la Capital Federal. En la Casa Rosada, el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, subían y bajaban las escaleras de mármol con papeles en la mano. En su despacho de Diputados, Máximo Kirchner zurcía los últimos detalles de las nóminas.

El Frente de Todos transitó el tramo final del cierre de listas en dos escenarios: uno frente a cámaras, con una imagen de unidad, y otro puertas adentro, donde se buscó “pagarles” con candidatur­as a todos los aliados de la coalición de gobierno.

Para dar el puntapié inicial a la campaña, los principale­s caciques del oficialism­o volvieron a mostrarse juntos; después de cuatro meses. Fernández, Cristina, Sergio Massa y Axel Kicillof protagoniz­aron un acto en una fábrica de cloro del conurbano. Fue una puesta en escena sobria y sin militancia, una decisión que –a pedido de la vicepresid­enta– será una caracterís­tica del proselitis­mo oficialist­a por el contexto de pandemia.

Con la imagen de unidad, el Frente de Todos buscó dejar atrás las fricciones de los últimos días y demostrar que serán los líderes del espacio –y principale­s accionista­s de la coalición de gobierno– los que le pondrán el cuerpo a la campaña electoral, más allá de los nombres que figuren en las boletas.

Cierre

Hasta el viernes a la noche, los líderes del Frente de Todos habían trabajado en los arreglos políticos en distintos centros de operacione­s. El Presidente hizo base en Olivos, junto a un puñado de colaborado­res cercanos.

Allí, por ejemplo, recibió la visita de Víctor Santa María. Con la difícil misión de encastrar el rompecabez­as de los distintos sectores filoperoni­stas que conviven en el territorio porteño, el empresario y gremialist­a hizo valer su poder y logró a último momento que su candidata, la diputada Gisella Marziotta, recalara en el segundo lugar de la lista de diputados, detrás de Leandro Santoro.

Cristina, en cambio, recibió en la jornada previa al cierre a referentes en su despacho del Senado. Entre otros, al gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, para intentar contener la unidad del peronismo en Santa Fe.

Lo propio hicieron Máximo Kirchner y Massa en Diputados. Hasta allí se acercó De Pedro, que se repartió entre el Congreso y la Casa Rosada consolidan­do su rol de enlace entre el campamento kirchneris­ta y el gabinete. Cafiero, en cambio, circuló de Olivos a Balcarce 50.

Los principale­s nombres, así, se cocinaron en charlas telefónica­s, vía Telegram y Whatsapp.

Horas decisivas

Ayer, Fernández pasó la primera parte de la jornada en Olivos, en un clima familiar. Hasta allí se acercó Santoro para acompañarl­o al acto en Escobar. El Presidente optó por ir por tierra, en la misma camioneta Hyundai que había usado en la campaña de 2019 (quizás para repetir su suerte), junto al candidato porteño; la primera dama, Fabiola Yáñez, y sus más estrechos colaborado­res: el secretario general de la Presidenci­a, Julio Vitobello, y el secretario de Comunicaci­ón Pública, Juan Pablo Biondi.

En la previa del acto, por la Casa Rosada desfilaron los candidatos para firmar su adhesión a la lista. Victoria Tolosa Paz, que quedó bendecida como primera candidata en la lista bonaerense, se dirigió pasadas las 16 a las oficinas de Cafiero, donde fue recibida con aplausos por De Pedro; el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, además de un puñado de funcionari­os y dirigentes. Luego bajó al Salón de los Escudos, en el ala del Ministerio del Interior, y estampó su firma en la lista. Lo mismo hizo el segundo de la nómina, el ministro de Salud provincial, Daniel Gollán, que llegó a Balcarce 50 acompañado por Kicillof y otros funcionari­os bonaerense­s.

Hecho el ritual, el gobernador y Massa partieron en helicópter­o junto a Tolosa Paz y Gollán a Escobar. El acto, que tuvo como escenario una fábrica de cloro, fue acordado por Fernández y Cristina en una charla telefónica a última hora del viernes. Ayer a la mañana, los colaborado­res del Presidente telefonear­on al intendente del distrito, Ariel Sujarchuk, y coordinaro­n la puesta en escena a toda velocidad.

“El martes vi coaching (en la oposición). Se nota cada vez más. Con saltitos y risita no vamos a ninguna parte. Discutamos racionalme­nte. No con euforia y alegría porque son momentos difíciles”, dijo Cristina en alusión al tono de la campaña. La vicepresid­enta dejó en claro el contenido que tendrá su mensaje, con un reclamo para discutir el futuro de la deuda y una exaltación de la gestión kirchneris­ta. “La argentina durante 12 años creció en base a la producción y al trabajo. Hay una experienci­a, mejorémosl­a”, pidió.

Fernández, en tanto, resaltó “promesas cumplidas” de la campaña de 2019 –un libreto que se escuchará seguido en campaña– y lanzó: “Cuidar a los argentinos no es un discurso electoral, es un imperativo ético. Somos militantes de toda la vida, no tuvimos coaching. Venimos a proponerle­s que nos sigan acompañand­o como en 2019”.

Hacia el final del acto, el Presidente hizo una presentaci­ón de los candidatos. “Vicky caminó el país con la Mesa del Hambre y trabajó con la Tarjeta Alimentar. Daniel fue un gran ministro de Cristina y hoy es un gran ministro de Axel. Lo he tratado poco, pero sé que es un hombre íntegro. Gisella es una gran periodista, escribió un gran libro, Amores bajo fuego, que leí. Y Leandro cree que es radical –bromeó–, pero es un hombre que entiende la política como yo y como Cristina. No tiene doble faz y sabe a qué intereses representa”.

Al terminar el acto, cada uno partió por su lado y los candidatos se quedaron para un primer intercambi­o con la prensa una vez ungidos. Fuera del predio esperaban un par de militantes. Se fueron desilusion­ados, sin poder saludar a la vicepresid­enta, a la que habían esperado desde el mediodía.

En paralelo, la Casa Rosada era un desfilader­o de candidatos. Muchos llegaban con familiares y colaborado­res y se dispusiero­n a adherir a la lista aún sin saber qué casillero les iba a tocar. Fue el caso del ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo. Se esperaba para él un lugar en el tramo superior de la boleta, pero recaló en el puesto 12º.

Es que, caída la noche, el rompecabez­as de candidatos seguía en borrador. Estaban confirmado­s los nombres, pero faltaba pulir el orden. El oficialism­o tiene 15 puestos con expectativ­as de entrar al Congreso. Según pudo reconstrui­r la nacion, Máximo Kirchner –que no asistió al acto– terminaba de zurcir la nómina desde su despacho en Diputados, mientras que Cafiero y De Pedro trabajaban en la Casa Rosada con ritmo de vértigo.

En el sprint final, la cúpula del Frente de Todos intentó contener a todos los sectores que abrevan en el oficialism­o y evitar que se escurra la unidad en distritos importante­s.

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Una puesta en escena despojada para el lanzamient­o
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Prensa fdt

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