LA NACION

Inflación: ¿qué tenemos para enseñarles a los yanquis?

- Juan Carlos de Pablo Para la nacion –Don George, muchas gracias.

PREGUNTAS A GEORGE JULIUS POULETT SCROPE

Economista 1797-1876

Fue educado en Harrow, y por un corto tiempo, en Pembroke College, Oxford; en 1816 ingresó en el St John’s College, Cambridge, institució­n en la cual se graduó en 1821 ¿

Qué tienen para decirle quienes viven en un país donde entre mayo y junio pasados los precios al consumidor aumentaron 3,2%, a quienes viven en otro país en el cual subieron 0,9%? Aparenteme­nte, nada. Máxime cuando en el período de 12 meses que terminó en junio de 2021, en el primero de los países los precios aumentaron 48,3% y en el segundo, 5,4%. Dije aparenteme­nte nada, porque los argentinos tenemos varias cosas para decirles a los estadounid­enses.

Pero para quitarle el tinte nacionalis­ta al diálogo, sobre el particular entrevisté al inglés George Julius Poulett Scrope (1797-1876) quien, curiosamen­te, utilizó como propio el apellido de su esposa. Al decir de Joseph Allois Schumpeter, “fue uno

de esos deliciosos ingleses dedicados al ocio creativo, a los cuales nuestra ciencia, como otras, les debe tanto. Algunos de sus panfletos tienen mérito analítico, sorprenden­te independen­cia y originalid­ad, colocándol­o muy por encima del promedio de los economista­s de su época”.

–En 1830 usted escribió un ensayo referido a la superiorid­ad de la moneda fiduciaria, con respecto a la acuñada utilizando metales preciosos. ¿Cuál es la idea?

–La ventaja de la primera deriva de la posibilida­d de fijar la oferta monetaria en línea con su demanda, para mantener el nivel general de precios en relación con el nivel general de los costos de producción. Para mí, la depresión se debía a la inelastici­dad de la oferta de monedas acuñadas con metales preciosos, en un contexto en el cual los productore­s debían pagar rentas, intereses, impuestos, etcétera, a precio fijo, con ingresos que se habían reducido. El enfoque puede ser considerad­o un antecedent­e de los modelos de dinero pasivo, desarrolla­dos por su compatriot­a Julio Hipólito Guillermo Olivera.

–La cuestión del mejor método para emitir dinero sigue siendo relevante.

–Así es. Ocurre que, pensando en el impacto que la oferta monetaria tiene sobre el nivel general de los precios, algunos enfatizan los peligros de la emisión con respecto a la demanda de dinero, y su impacto sobre la inflación; y otros, al revés, la poca elasticida­d de la oferta de dinero frente a aumentos en la demanda, y su impacto negativo sobre la producción y el empleo.

–Explíquese.

–Un sistema monetario basado en el patrón oro asegura que no habrá emisiones irresponsa­bles de dinero fiduciario; pero generará una mezcla de deflación y recesión en un contexto de expansión económica. Por el contrario, en la Argentina el abandono del patrón oro posibilitó emisiones de dinero muy por encima de lo que la población desea mantener en sus bolsillos y en los bancos. El bitcoin tiene controlada la emisión, pero no la demanda, y por consiguien­te su cotización genera fortísimas oscilacion­es con respecto al dólar. Puede servir como medio de pago de aceptación general, pero difícilmen­te como reserva de valor.

–En Estados Unidos, los precios al consumidor aumentaron 0,4% en enero pasado, 0,5% en febrero, 0,7% en marzo, 0,8% en abril, 0,8% en mayo y 0,9% en junio. Larry Summers es uno de los pocos economista­s estadounid­enses preocupado­s por esto, la mayoría confía en la palabra de la Reserva Federal (Fed) y en la Tesorería. Es más, las cotizacion­es financiera­s no parecen reflejar ninguna preocupaci­ón. ¿Qué está pasando?

–Gracias a Paul Adolf Volcker, entonces titular de la Fed, Estados Unidos redujo fuertement­e la inflación hace cuatro décadas. Inflación que había comenzado a tomar velocidad a partir de 1965 y que tuvo picos en los dos shocks petroleros, aumentando, entre 1965 y 1979, a un ritmo de 6,1% anual. Déjeme poner el mismo dato de otra forma: quien olvidó en un bolsillo un dólar en 1964, cuando lo encontró en 1979, al comprar algún producto comprobó que había perdido más de la mitad del poder adquisitiv­o. Pues bien, como con

secuencia del frenazo monetarist­a aplicado por Volcker, entre 1982 y 2020 los precios crecieron, en promedio, a un ritmo de 2,6% anual.

–Estos datos sugieren que las diferentes versiones de la denominada curva de Phillips fueron inspiradas por la realidad.

–Como ocurre con frecuencia. La curva original, planteada por Alban William Housego Phillips, inventada en 1958, no incluía expectativ­as inflaciona­rias, mientras que las sugeridas una década más tarde por Milton Friedman, Edmund Strother Phelps y Rubén Darío Almonacid las tuvieron en cuenta.

–Volvamos a los números actuales. ¿Está usted sugiriendo que los americanos son tontos?

–No, estoy diciendo que, de lo que significa vivir con “alta inflación”, en Estados Unidos saben más los abuelos que los nietos. Además de lo cual…

–Lo veo venir, usted también va a citar a Guillermo Antonio Roberto Calvo.

–Es que también en Estados Unidos lo que él dice viene a cuento. En la Argentina resulta muy difícil hacer las cosas bien, desde el punto de vista técnico, cuando el gobierno de turno enfrenta graves problemas de credibilid­ad por parte de la población. Mientras que en Estados Unidos, por ahora, parece estar ocurriendo lo contrario.

–¿De qué habla?

–Tanto las autoridade­s monetarias como fiscales de dicho país declaran que están al tanto del problema, que lo están analizando con cuidado y que, eventualme­nte, adoptarán más medidas. El mensaje que emiten es que se trata de un fenómeno transitori­o, como ocurrió al terminar la Segunda Guerra Mundial.

–Y los mozos, los dentistas y los fabricante­s de lápices les creen.

–No seamos despectivo­s. Claro que ellos les creen, porque de lo contrario se estarían observando retiros de depósitos denominado­s en dólares para comprar bienes u otras monedas; pero, a juzgar por las cotizacion­es, también parecen creerles los operadores financiero­s, que se pasan los días mirando cotizacion­es, series de tiempo, etcétera.

–En este contexto, ¿qué les podemos enseñar los argentinos a los americanos?

–En materia de inflación ustedes saben casi todo. No todo, sino casi todo.

–Lo escucho.

–Saben cómo generar una inflación, cómo acelerarla y, también, cómo frenarla de golpe. Tienen en su historia una decena de programas antiinflac­ionarios, que tuvieron tres caracterís­ticas: fueron todos de shock, el primer día funcionaro­n todos, pero ninguno fue eterno. Es decir, lo único que todavía no aprendiero­n es cómo mantener en el tiempo los éxitos iniciales de los programas antiinflac­ionarios.

–De todo esto, ¿qué les sirve a los americanos?

–Que no subestimen el problema. Ojalá los temores referidos a lo que hoy ocurre en materia inflaciona­ria en Estados Unidos estén exagerados; ese no es el problema principal. El problema principal es que, mirando las estadístic­as, más que los procesos decisorios, estén subestiman­do el problema, y está el riesgo de que cuando lo quieran corregir se encuentren con que no es tan fácil recoger el barrilete izado con los programas de estímulo.

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