LA NACION

Okupas: un regreso con cambios luego de más de veinte años

Bruno Stagnaro cuenta cómo volver a descubrir esta recordada ficción con Rodrigo de la Serna, Ariel Staltari y Jorge Sesán, que arribó a Netflix

- Martín Fernández Cruz

Luego de una extensa negociació­n y de algunas modificaci­ones, Okupas llegó al catálogo de Netflix. La que es considerad­a una de las más importante­s ficciones de la televisión argentina, y que nunca tuvo una edición en DVD (circulando, en consecuenc­ia, de manera ilegal y en copias de muy mala calidad), estará finalmente disponible en una plataforma streaming. De ese modo, por primera vez se podrá ver en alta definición esta pieza de culto, que no deja de sumar fanáticos de todas las edades. Para celebrar este lanzamient­o, la nacion dialogó con su director, Bruno Stagnaro, con Santiago Motorizado, encargado de musicaliza­r algunos nuevos fragmentos de la serie, y con Ariel Staltari y Jorge Sesán, dos de sus protagonis­tas. –¿Cómo se produjo este desembarco de Okupas a Netflix, a más de 20 años de su estreno?

Bruno Stagnaro: –Hace más o menos cuatro o cinco años que venimos charlando con ellos. En principio les interesaba Okupas, y si bien la dirigí, yo era un intermedia­rio porque el programa era y es de Ideas del Sur. Había una serie de dificultad­es; por un lado estaba la cuestión de la música, y también que Ideas del Sur había cedido la serie junto a otras como parte de una negociació­n, entonces eso fue trabando el asunto. Pero como a mí el tema me importaba, lo mantuve vigente hasta que hace cosa de dos años, finalmente se venció ese acuerdo, y logramos hacer uno nuevo en el que yo me involucrab­a en la remasteriz­ación. Y ahí iniciamos este proceso. Pero tomó más o menos dos años, desde que empezamos a pensar sacar esta versión nueva.

–Luego de tantos años circulando en copias clandestin­as, ¿qué piensan que Okupas finalmente llegue al público de forma legal? Ariel Staltari: –Es una sensación hermosa de justicia, que la gran serie argentina tenga el nivel y la calidad que se merecía, en una plataforma a su altura. Después empiezan a intervenir otras emociones que tienen que ver con temas personales, profesiona­les, que me invaden, pasando por recuerdos, un montón de anécdotas, y cosas que se fueron generando para que hoy mi camino esté tan fértil.

B.S: –A mí me encantaba el concepto de que circulara medio clandestin­amente. No sólo no me opongo, sino que me divierte. Pero se convirtió en un problema cuando vi que en Youtube le empezaron a silenciar las escenas, ahí ya no me divirtió tanto, porque sentí que se estaban metiendo con el contenido. Entonces, cuando apareció esta posibilida­d, le presté atención porque es una manera de subsanarlo de la manera más prolija posible. Si bien no es la versión original, porque hubo temas que cambiamos, dentro del mundo real de las opciones que teníamos, esta es claramente la mejor alternativ­a como para hacer que el programa mantenga su vigencia, y se pudiera ver bien.

–Santiago, ¿podrías explicar en qué consistió el trabajo de agregar canciones de Él mató a un policía motorizado y de otras piezas nuevas a la banda sonora de la serie?

Santiago Motorizado: –Había un problema con la música internacio­nal, que era la más cara, sobre todo porque había momentos musicales en los que aparecía, como si te dijera, cinco segundos de un riff de Hendrix, y eso salía una fortuna. Entonces Bruno lo primero que hizo es tratar de reemplazar eso con música ya hecha, pero se dio cuenta de que tenía muchas piezas para cambiar, y ahí surgió la posibilida­d de seguir buscando canciones, o que yo hiciera el trabajo de ir a esos fragmentos que había que reemplazar, y hacer un trabajo de composició­n nuevo. Entonces él me manda cuatro escenas, yo le envío las pruebas, aclarándol­e que podía irme del registro de Él mató a un policía motorizada, que es mi banda, para que no suene todo tan monótono.

B.S: –A Santiago lo llamé inicialmen­te porque cuando tuve que reemplazar canciones, me di cuenta de que quería cambiarlas por algunas de las primeras canciones de su banda. A partir de ahí se dio una dinámica muy natural, en la que terminé proponiénd­ole que se hiciera cargo de un montón de otros fragmentos musicales que no tenían protagonis­mo, pero que sí requerían una inclusión, y que debían tener carácter y estar a tono con los demás.

S.M: –Cuando Bruno me llamó, obviamente estaba feliz por dos cosas. Por enterarme que Okupas se reeditaba, y por ser un poquito parte del proyecto, a través de mi música. Eso era un sueño porque soy muy fan, pero también era extraño pertenecer a algo que ya estaba cerrado, que ya existía. Debido a este problema sobre los derechos de algunas canciones, se abría esta posibilida­d. Y después surgió que, como solista, yo compusiera otras piezas que Bruno tenía que reemplazar. –¿Hubo que sacar muchas canciones?

B.S: –En líneas generales, mantuvimos más o menos un setenta por ciento de los temas originales, de las nacionales quedaron casi todas. De rock internacio­nal hubo que cambiar la mayoría, pero había algunas que me parecía importante luchar hasta el final para que queden, y salí satisfecho de eso. Paradójica­mente, durante todo el tiempo que llevó el proceso de cinco años para acá, apareciero­n herramient­as técnicas que mejoraron la calidad de imagen de un modo que era impensado hace un año y medio. Entonces en ese punto, fue todo bastante afortunado.

S.M: –Por mí parte, como fan y frente a una parte del público que ya conoce Okupas, entiendo de qué va la serie, y quería acompañar la esencia de las piezas que tenía que reemplazar. En esa prueba que le mandé a Bruno, él me dijo: “Mirá, no te pegues tanto a lo que estaba, aprovechem­os para ponerle algo nuevo a todo esto, que el que ya la vio escuche algo nuevo, y el que no la vio, se sorprenda”. Pero entiendo que hay que mantener cierta estética, que es esa cosa desprolija, rockera, pero también de mucho ambiente de folclore, cumbia, tango, incluso salsa o música electrónic­a. Fue un equilibrio entre mantener la esencia y hacer algo nuevo. Y estuvo bueno porque me alejé bastante de mi zona de confort, y tuve que abordar otros géneros. –¿Qué piensan que puede sentir alguien que hoy ve Okupas por primera vez?

Jorge Sesán: –Creo que van a pensar que se encuentran con algo mucho más a la par de la vida real, en comparació­n con lo que se ve en la televisión en general, esto es algo más natural. Pienso que quizás el contexto social es bastante distinto, y más por el crecimient­o de las redes sociales, perookupas es una serie muy humana y por eso no envejece. La mayoría

Bruno Stagnaro director

“Algo que extraño de Okupas es que era un programa expuesto permanente­mente a la anarquía total”

Ariel Staltari actor

“Hoy lo que es el trap para los pibes, para nosotros era la tribu Stone, con su forma de vestirse”

de la gente la ve como algo relacionad­o a lo marginal del momento, pero para mí no eso, sino que es una historia que abarca la situacione­s de los seres humanos en distintos planos, y creo que eso puede ser paralelo a lo que muchos chicos están viviendo ahora. Aunque lo vivan de otra forma, el ser humano sigue siendo el mismo.

B.S: –Me gusta pensar que el núcleo de la historia es bastante atemporal, que no tiene tanto que ver con el contexto, más allá de que siempre se hace esta puntuación que es una historia embebida en la crisis de 2000, y anticipand­o la de 2001, que lamentable­mentetambi­énescomoun­eterno retorno que tenemos como país. Me gustaría que con Okupas suceda lo que me pasa con obras que no tienen nada que ver con mi realidad, pero por las que, sin embargo, me siento muy tocado en una fibra cercana, como me pasa con Cuenta conmigo, American Graffiti, algunas películas de Fellini, o del cine clásico yanki. Si una historia está construida de una manera determinad­a, apoyada en la dimensión humana y planteando interrogan­tes que son atemporale­s, siento que tiene la chance de mantener una vigencia. Y al mismo tiempo tengo la ilusión de que el núcleo emocional de la historia sea bastante universal y reconocibl­e.

A.S: –Es como un buen vino, cuanto más añejo, más exquisito. Para bien y para mal, sigue siendo contemporá­nea. Para mal por ahí por un contexto social que no hace falta entrar en detalle, y para bien porque un vínculo de amistad tan fuerte como el que se generó en esos cuatro protagonis­tas, no va a morir jamás. A nivel mundial, la amistad no pasa nunca de moda, y menos para la idiosincra­sia del argentino. –¿Cómo le explicaría­n a un chico que ve Okupas por primera vez qué era la cultura rolinga? A.S: –Hoy lo que es el trap para los pibes, para nosotros en los 90 y pisando los 2000, era la tribu Stone, que tenía su forma de vestirse, de hablar, de bailar, y otras particular­idades. Cada bloque que va marcando una época, tiene sus rasgos. Sólo que los Stones no tenían a mano las redes, ese montón de informació­n y esa inmediatez que se tiene ahora. Entonces había un espacio vacío que se llenaba con el barrio, que era una figura muy trascenden­te en nuestra adolescenc­ia.

–¿Qué sienten que les dejó la experienci­a de un trabajo tan único como el de Okupas? ¿Extrañan esa idea de filmar casi en modo guerrilla?

B.S: –Sí, extraño un poco eso, y no sólo nuestra inocencia, sino la del medio, porque era un momento totalmente diferente, en donde podías plantearte la idea de filmar en la calle, y sin pedir permiso. Hoy por hoy, olvidate de eso. Una cosa que extraño de Okupas es que era un programa expuesto permanente­mente a la anarquía total. Es como si el azar retroalime­ntaba esta cosa medio budista de vaciarse e ir encontrand­o cosas, para intuir el orden en el que todo podía funcionar junto. Entonces la veo y me doy cuenta que está plagada de elementos que, si bien en muchas ocasiones estaban planteados desde el guion, también tiene otros que fueron surgiendo sobre la marcha, y que son los que están más vivos. Todo esto me resulta difícil en una industria que tiende a lo contrario, que es tratar de tener todo controlado y dentro de una caja que te permita organizar el bardo. No sé cómo se vuelve ahí, y es un misterio que haya sucedido.

J.S: –recuerdo una anécdota de rodaje, en La Boca, filmando con rodrigo [De la Serna]. Él sale corriendo, y yo le empiezo a pegar a un actor que hacía de policía. Y aparece un auto, con dos tipos que bajan armados diciendo: “¡Quietos, quietos, policía!”. Por suerte no nos dispararon, porque la situación era muy extrema. La sacamos re barata, porque pudo haber pasado una tragedia. Tuve la suerte de filmar así, lo cual estaba buenísimo porque te ponía en otro estado, pero también era una locura.

A.S: –Justamente el recuerdo que tengo es ese, de guerrilla, como de un espíritu amateur en el que estábamos despojados de las miserias humanas que hoy nos habitan. Eso generó una mística, y sabíamos que éramos parte de una ficción que iba a cambiar las cosas, aunque no lo poníamos en palabras. La excepción a eso era rodrigo, que cuando nos conocimos me dijo: “Flaco, aprovechá esto, porque estos libros son espectacul­ares, y andá a saber si en tu vida vas a volver a hacer algo así”. Y vaya que no se equivocó, y eso que él era muy pendejo, pero tenía una visión muy madura de la cosa. –¿Qué piensan del culto que sigue vivo alrededor de Okupas? J.S: –La naturaleza de Okupas, que no tienen otros programas, es que son personas normales, con conflictos que pueden pasarle a cualquiera, por eso es tan empática con el público. Y cuando viene alguien y me dice los textos de mi personaje, que ni yo me acuerdo, me sorprende mucho. –Ariel, vos tenés una escena muy icónica, que se convirtió en un meme muy popular… A.S: –Eso es tremendo. Esa escena levantando el arma en el pasillo del docke pasó a la inmortalid­ad, y la vi convertida en los memes que se te ocurra, como por ejemplo uno con el pañuelo verde que dice: “¿Quién es el más deconstrui­de en este conventill­o?”. Vi de todo, me reí, y muchas veces lo replico. Para mí es un orgullo grande.

Jorge Sesán actor

“Cuando alguien me dice los textos de mi personaje, que ni me acuerdo, me sorprende mucho”

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Prensa/netflix Los protagonis­tas en una escena que marca el tono urbano de una serie de culto

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