LA NACION

-La lección que siempre se instala es que la Argentina de la Generación del ‘80 tenía todo para brillar, con institucio­nes estatales cada vez más sólidas, como el sistema educativo y la matriz agroexport­adora, y el fracaso llega ya entrado el siglo XX y n

para este economista, que estudia el desarrollo de América Latina en contraste con Europa, el problema de la Argentina se remonta a sus mismos inicios, atraviesa gestiones, y tiene que ver con la dificultad para administra­r eficazment­e sus recursos y capa

- POR LUCIANA VÁZQUEZ »

En Europa, en la preparació­n para las guerras, se formaron Estados con capacidade­s muy fuertes; en América Latina, el incentivo para formar Estados fue comerciar y produjo Estados más débiles”, argumenta. “Un mercado potente que produce Jeff Bezos y sale del planeta o que produce Pfizer y vacuna al mundo, necesita un Estado muy fuerte”, plantea.

Desde Estados Unidos, así se expresó el argentino Sebastián Mazzuca, que pasó por La Repregunta. Mazzuca es profesor de Ciencia Política en la Johns Hopkins University. Acaba de lanzar un libro muy elogiado todavía no traducido al castellano (Latecomer state formation. Political geography and capacity failure in Latin America, que puede traducirse como Formación tardía del Estado. Geografía política y fallas de capacidad en América Latina). Allí se propone encontrar las claves del desarrollo de América Latina y su estancamie­nto partiendo de un análisis comparativ­o de la etapa de construcci­ón de los Estados nacionales en la región y en Europa. La ventaja competitiv­a de las naciones guerreras versus la expansión del comercio. El peso de la geografía política. Los territorio­s extensos y los Estados de baja capacidad.

Mazzuca es doctor en Ciencia Política por la Universida­d de California en Berkeley, donde también obtuvo su máster en Economía.

Aquí, los principale­s pasajes de la entrevista. -¿Cómo es esta tesis que usted desarrolla de que el comercio contribuye a la formación de los Estados, pero que esos Estados son más débiles que los que se forman a partir de las guerras?

-La manera y el contexto en el que se forma un Estado le crea una especie de ADN a ese Estado y ese ADN luego es difícil de revertir, constituye lo que se llama un legado y condiciona la capacidad de ese Estado por siglos. La clave es que es muy distinto formar un Estado en Europa, que se formó bajo dos condicione­s de contextos internacio­nales muy interesant­es. Por un lado, un contexto geopolític­o de anarquía donde no había una superpoten­cia y todos peleaban por serlo. Prusia, el precursor de Alemania, Francia, Inglaterra, España, Suecia, que también fue un actor clave. Esto comienza en 1618, con la Guerra de los Treinta Años, la paz de Westfalia. Dura 200 años, son 200 años de guerra ininterrum­pida. En esa preparació­n para la guerra, se formaron Estados muy musculosos, muy poderosos. Y se formaron en condicione­s en las que no había globalizac­ión, era un sistema feudal. En cambio, América Latina se formó en un contexto completame­nte diferente, ya hay jerarquías y superpoder­es. Inglaterra ya es hegemónica. Es un mundo unipolar y en el fondo bastante vegetarian­o, porque es un superpoder que hace más comercio que guerra. Además, hay capitalism­o global. Es un contexto completame­nte diferente y en consecuenc­ia, también son diferentes los incentivos para formar Estados: en la Europa Occidental son todos incentivos políticos y es una especie de selección darwiniana, donde o creás un Estado superpoder­oso y supercapaz o desaparecé­s.

-La superviven­cia del más apto llevada a la geopolític­a.

-Claro, en Europa el incentivo para formar Estados era protegerse del vecino. En América Latina el contexto para formar Estados fue comerciar, formar un Estado que le permitiera funcionar al sector exportador. En los países de América Latina tampoco había ninguna ambición geopolític­a, en parte porque estaba Inglaterra de referí. En África, que se forma un siglo después, la ONU te da un carnet de que sos un Estado y ya sos un Estado, pero entonces sos un Estado raquítico.

-La idea es que la Argentina tenía un defecto de nacimiento que hay que verlo en dos dimensione­s, la dimensión de qué territorio se forma y la de qué administra­ción tiene ese territorio. En la época dorada, la Argentina tenía un territorio y una administra­ción sumamente defectuosa que luego le cobra factura. Estamos acostumbra­dos a decir que hubo dos épocas de desarrollo argentino que pudieron andar y no anduvieron. Una es el modelo agroexport­ador y la otra, la Argentina de masas del peronismo. Las dos tenían el mismo defecto, un Estado anémico, de baja capacidad. Se piensa que el Estado de Roca era un Estado superpoder­oso que estaba creando ferrocarri­les, telégrafos, comunicaci­ones, puertos y educación. Todo eso es cierto. Pero desde el punto de vista del componente territoria­l hay algo que no pasó en Europa, donde todos los países tienen un rango bastante pequeño. La Argentina es enorme, tiene como 5 Francias adentro. Territoria­lmente, estos países son ingobernab­les y combinan una cantidad de regiones que ningún país europeo combinó. Eso te pasa la factura. Es muy difícil gobernar economías regionales tan diferentes como las que tiene la Argentina. Eso chupa savia de capacidad estatal porque es muy difícil de gobernar. Por otro lado, la administra­ción roquista tuvo un gran componente modernizad­or, pero el Estado fue patrimonia­l desde el comienzo por más que fuera modernizad­or.

-En su tesis hay un peso central de la geografía política. ¿Cómo funciona ese condiciona­nte en América Latina?

-En los Estados no fallidos, se forma un Estado y luego se forma una nación. Pero hay múltiples países adentro de cada país. En los sesenta apareció en un país, un minipaís como Holanda, el problema de la “enfermedad holandesa”. Consiste en que hay dos sectores de la economía y uno transforma en poco

competitiv­o al otro. Holanda tenía la empresa Philips, pero cuando empezó a exportar gas y petróleo, aumentó tanto el tipo de cambio, era tan competitiv­o y atraía tantas inversione­s, que las otras empresas de tecnología de punta dejaron de ser competitiv­as. Bueno, la “enfermedad holandesa” la inventó América Latina a pesar de que se descubrió en 1960. Brasil y la Argentina nacieron con enfermedad holandesa. Nacieron con sectores centrales super, hiperdinám­icos: el Valle de Paraiba en Brasil y La Pampa húmeda en la Argentina. La macroecono­mía que le cae bien a esa región arruina al resto. Eso se compensa con subsidios, con lo cual pierden un poco los dos, porque palían un poco los pesares del interior pero también impiden al interior desarrolla­rse. La Argentina es una combinació­n muy disfuncion­al de territorio­s. El tipo de cambio que le conviene a la pampa gringa no tiene nada que ver con el que le conviene a Tierra del Fuego. Por eso es inmanejabl­e.

-Hay un lugar común en relación a la geografía: que los países con recursos naturales tan a mano tenían un potencial, pero no se generó un incentivo para trabajarlo­s. ¿Cómo ve esa teoría?

-Esa es una tesis excelente, me apasiona esa tesis. Es la tesis, tal cual la conocemos, de la maldición de los recursos naturales, que puede ser una maldición o una bendición. Un país con enormes reservas de petróleo puede ser Noruega o Venezuela. ¿De qué depende que sea Noruega o Venezuela? De qué institucio­nes lo acompañen. Los recursos naturales, la geografía, pueden ser buenos o malos, muy buenos o muy malos dependiend­o de la calidad de las institucio­nes. Lo que mi tesis agrega es que no sólo depende de las institucio­nes sino también de qué otras regiones estén dentro el mismo país. La tesis que vos me planteás es que los recursos naturales son buenos o malos. Bueno, qué más sabemos, que dependen de institucio­nes. Yo además agrego de qué otras regiones está rodeada la región más dinámica. Si hay una Pampa Húmeda muy dinámica, depende de qué otras regiones hay, porque a lo mejor la asociación entre Pampa Húmeda y Altiplano no es convenient­e. Uruguay tiene buenas institucio­nes y tierra fértil, es una pequeña Canadá…

-¿Qué significa “buenas institucio­nes”?

-Que haya democracia y Estado de derecho, democracia y república, voto, competenci­a electoral, evitar dictaduras y tener división de poderes. Eso serían buenas institucio­nes. Hay que agregarle, que es lo que hace mi libro, la capacidad estata,l que es algo independie­nte de la calidad del acceso al poder; es calidad del ejercicio del poder. En Europa, el proceso de selección darwiniano no permitió combinacio­nes estrafalar­ias de regiones. Las regiones y la combinació­n de regiones tenían que ser sustentabl­es porque si la economía no era sustentabl­e, no podías armar guerras. América Latina, con esta libertad geopolític­a que tuvo, armó combinacio­nes muy estrafalar­ias.

-¿Cómo quedan determinas las capacidade­s del Estado por la geografía natural, la geografía política y las institucio­nes surgidas en ese contexto?

-Ahí está un poco el dilema de la Argentina y de América Latina. Pero de la Argentina especialme­nte, porque es uno de los países que en el largo plazo, por recursos naturales, estaba para ser un Uruguay ampliado o una Australia. Punto de partida, es una geografía muy compleja de gobernar por eso tenés fenómenos como el de Gildo Insfran, autoritari­smos subnaciona­les. El territorio es difícil de gobernar y el Estado que se formó, no geopolític­amente sino comercialm­ente, tiene poca capacidad de dar respuesta. El desafío es muy grande y la capacidad de dar respuesta es muy baja con lo cual, en el tiempo, esos dos problemas se van agravando: los desafíos van aumentando y la capacidad va disminuyen­do. De entrada, sos un Estado con poca capacidad porque no te formaste al calor de la guerra. Te forjaste de otra manera, sin esa musculatur­a propia del fuego de la guerra. Busquemos otra manera de formar países fuertes porque no vale la pena sacrificar dos generacion­es de soldados para tener un Estado fuerte. Pero tenemos el Estado que tenemos y la explicació­n es que Europa pagó un costo muy alto, tuvo dos siglos de guerra, y llegó a Estados fuertes.

-¿Puede haber un mercado competitiv­o e interesant­e que saque a la Argentina

-Pensemos en un mercado super, que produce a Jeff Bezos y sale del planeta, que produce Pfizer y vacuna al planeta, ese mercado necesita un Estado muy, muy, muy fuerte. No hay mercado sin Estado. No es una cuestión de que porque no tenemos Estado, vamos al mercado, no. Los buenos mercados, la globalizac­ión, necesitan superestad­os. El mercado sin Estado no va a dar ninguna solución. Hay dos cosas que tienen en común el menemismo y el kirchneris­mo: uno, un super-mercado y el otro, un superestad­o, pero los dos con Estados incapaces. Si no tenés un Estado capaz, estás en problemas. El tamaño del Estado en relación al mercado importa menos que la calidad del Estado. El Estado puede ser grande y de alta calidad, puede ser chico y de alta calidad: eso es lo que produce resultados, la calidad del Estado y no la cantidad. El mejor Estado son los Estados del norte de Europa, son Estados grandes, de alta capacidad. -¿Cuál es el modelo de país con el mejor Estado y el mejor mercado posible? ¿Los países nórdicos o Estados Unidos, qun mercado potente pero con deudas sociales?

-La capacidad del Estado tiene que ser de alta tecnología. Tiene que tener capital físico, capital humano, altísimo nivel de capital humano. El Estado en la Argentina es la empresa más compleja que hay y no está gobernada, su capital humano es mucho más bajo que el de cualquier otra empresa. ¿Es Suecia o Estados Unidos el modelo? Es complejo, porque el Estado de EE.UU. es increíblem­ente capaz. La NASA, muchos de los avances de de internet, que fue inventado en parte por el Estado. El peso del Estado es grande pero ésta es la diferencia, y es algo políticame­nte incorrecto: Suecia puede ser Suecia porque está EE.UU., pero EE.UU. puede ser EE.UU. sin Suecia. Suecia puede imitar a EE.UU.; EEUU no necesita imitar a Suecia. EE.UU. tiene un Estado fuerte, un mercado mucho más fuerte que Suecia. La incubación pasa por EE.UU.

-Sin embargo Suecia tiene un equidad que EE.UU. no tiene.

-Claro, pero porque de alguna manera, porque tiene un Estado eficaz, puede aprovechar las innovacion­es que producen los Estados con capitalism­o más salvaje. Los capitalism­os salvajes tienen tecnología, crean comunicaci­ón, entonces después es fácil adoptar e imitar. Hay que saber imitar. Si vos querés ser un Estado socialista, la clave es imitar a los Estados capitalist­as emprendedo­res.

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