LA NACION

“Votá o bancátela”: recursos para animar los comicios

- Politóloga, directora de Dynamis Consulting OTRO PUNTO DE VISTA POR ANA IPARRAGUIR­RE

En toda campaña política hay dos objetivos estratégic­os que perseguir. El primero es persuadir a más votantes para que apoyen a un candidato. El segundo –que en la Argentina, dada la obligatori­edad del voto, no se tiene tan en cuenta– es aumentar la participac­ión electoral; esto es: que quienes apoyan a mi candidato vayan a votar en mayor proporción que quienes no lo acompañan. En tiempos de Covid y de gran desencanto social, este segundo objetivo es cada vez más importante y posiblemen­te juegue un papel determinan­te en las elecciones de este año.

Hasta ahora, la Argentina se encuentra entre los tres países con mayor participac­ión electoral de América, junto con Bolivia y Uruguay. Sin embargo, mirando los comicios locales de este año, se pueden ver algunos indicios de que los votantes estarían empezando a alejarse de las urnas. En las elecciones provincial­es de Misiones, la participac­ión fue del 60% y en las de Río Cuarto, Córdoba, del 50%. Esto significa una baja de 9 y 13 puntos, respectiva­mente, en comparació­n con la última elección similar. Y la Argentina no está sola en esta tendencia. De acuerdo a un estudio realizado por el Instituto para la democracia y asistencia electoral, si comparamos las elecciones realizadas durante la pandemia del Covid-19 con las anteriores, la participac­ión electoral aumentó solamente en tres oportunida­des y disminuyó en once.

Ante este escenario, las cuestiones clave a tener en cuenta son, por un lado, qué mensajes resuenan mejor en el electorado para llamarlo a votar y, por el otro, cómo se contrarres­ta el peligro latente de las campañas que reivindica­n la abstención electoral.

EL LLAMADO

A LAS URNAS

Las razones por las que una persona va a votar en pandemia son múltiples y variadas. De todos modos, quizás para tener alguna pista, sirva observar los casos de éxito. Corea del Sur fue uno de los primeros países en celebrar elecciones generales en plena pandemia, a comienzos de 2020. La Comisión Nacional Electoral de ese país tomó medidas para ampliar el voto temprano y logró que un 27% de la población votara de forma anticipada para tener menor congestión de personas en los centros de votación el día de la elección. También se realizaron campañas informativ­as explicando las medidas de biosegurid­ad que se estaban llevando a cabo. Finalmente, con una participac­ión del 66%, se convirtió en la elección con mayor concurrenc­ia desde 1992, cifra que también fue impulsada por una ampliación en la edad de votación.

Otra pista que podría servir para tener en cuenta es una revisión de los argumentos que funcionan en la campaña de vacunación contra el Covid-19. Al fin y al cabo, promover el presentism­o electoral tiene similitude­s con convencer a las personas para que se vacunen: en ambos casos se trata de una acción en la que el beneficio colectivo está por encima del individual.

Así, en relación a las campañas de vacunación, estudios recientes realizados por The Kaiser Family Foundation en los Estados Unidos demostraro­n que los argumentos más efectivos son tres. Primero, ver que millones de personas se vacunaron sin mayores problemas. Segundo, escuchar mensajes a favor de la vacunación de personas allegadas –familiares o amigos– es más efectivo que escucharlo de los medios o expertos, que pueden generar desconfian­za. Por último, enterarse que el no estar vacunados puede impedir realizar algunas actividade­s. Quizás por eso, ya se rumorea que la provincia de Buenos Aires emulará a Francia y prohibirá a los no vacunados asistir a bares y restaurant­es.

Entonces, haciendo una extrapolac­ión, tal vez se consiga una mayor participac­ión electoral si empieza a hacer circular testimonio­s de quienes sí van a votar, se apela a una campaña de territorio donde amigos y familiares compartan entre sus conocidos un mensaje a favor del sufragio e, impulsando acciones más controvers­iales, se requiere el registro de votación para poder realizar ciertos trámites.

Sin lugar a dudas, la opinión de los votantes impacta sobre las políticas públicas y una de las mejores formas que tienen los ciudadanos para hacer escuchar su voz en democracia es a través del sufragio. En este sentido, mi campaña de movilizaci­ón preferida es una venezolana en la que un hombre llega al dojo de karate para entrenar. Va al vestuario y se calza su traje de karateca. Escucha que sus compañeros ya están haciendo ejercicios y, cuando entra en el salón para sumárseles, ve que todos están vestidos con zapatillas de ballet, mallas rosas, polleritas y tutús.

–Pana, ¿qué pasó aquí? –le pregunta, desconcert­ado, a un compañero.

–¿No supiste? Ayer hubo una votación, nadie vino y éste es el nuevo uniforme.

El sensei se acerca y le extiende al recién llegado su malla y su tutú rosas. Y la publicidad termina con un claro: “Vota o cálatela”. O, como diríamos en la Argentina: votá o bancátela.

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