Los jeans son el villano en un film que se ríe del consumismo
¿Quien no se ha sentido alguna vez amenazada por sus jeans? ¿Cuántas se han embutido en un par hasta la asfixia? ¿Puede una prenda de ropa low cost rebelarse contra un proceso de fabricación en el que muchas veces se explota a menores? Slaxx es una original y divertidísima comedia de terror sobre un monstruo demasiado cotidiano: los jeans estrella de la temporada. Dirigido por la canadiense Elza Kephart este film independiente (aún no disponible en la Argentina) viene poniendo sobre la mesa mucha sangre y, de paso, una reflexión sobre las sombras de la moda rápida a través de una de sus prendas fetiche. El film arranca en la India, donde una niña recoge algodón en una plantación destinada al tejido de una cadena de ropa barata. En una elipsis sobre el mundo globalizado, la materia prima mutará en una caja de cartón que circula por un cinturón mecánico rumbo a la tienda donde decenas de adictos a las compras ansían seguir engordando su armario. Lo que ha ocurrido por el camino será el misterio de un film que mezcla el terror gore con la denuncia social y la comedia negra sin descarrilar por el camino. Elza Kephart, cuyo anterior film, Graveyard Alive: A Zombie Nurse in Love, ya exploraba desde el humor y el terror asuntos feministas, logra convertir un sencillo pantalón en un ser poseído, un amenazante monstruo capaz de estrangular a influencers o zamparse al fashion victim de turno. La directora ha contado que la idea empezó a gestarse hace años, viajando en un coche junto a la productora de la película, Patricia Gomez, y otras amigas. Jugando a las palabras que odian se pusieron a repetir “slack, slack, slack…”, que significa pantalones, hasta llegar a la conclusión de que era el nombre perfecto para un villano. Escribieron un primer borrador y lo abandonaron, hasta que años después lo rescataron ya con la idea de hacer una sátira de terror anticonsumista. Un tiempo después, el documental The True Cost, sobre las sombras de las grandes cadenas de moda rápida, les brindó la inspiración definitiva. Kephart también ha asegurado que otro motivo fue escuchar a una mujer declarar que las compras eran el pasatiempos nacional de los norteamericanos. “El consumo se ha vuelto una necesidad que ha dejado de beneficiarnos”, dijo.