LA NACION

Mar del Plata: solo un tercio de las camas hoteleras disponible­s en el receso invernal

En toda la costa atlántica, el sector acusa el tremendo golpe de las restriccio­nes sanitarias que comenzaron en marzo de 2020

- Darío Palavecino CORRESPONS­AL EN MAR DEL PLATA

MAR DEL PLATA.– Cada cual guarda la inactivida­d a su manera en el rubro hotelero. Un hospedaje de dos estrellas está cerrado, como tantas decenas, con dos vueltas de cadena y candado en las rejas del acceso principal. A pocos metros, uno muy destacado se encierra con revestimie­nto de papel desde el interior sobre los vidrios que dan a la calle. En una esquina céntrica, los paneles de madera usados para tapiar puerta y ventanal de un lobby ofician como escaparate ampliado para los diarios y las revistas que ofrece el canillita que tiene su puesto en la vereda. Y otro, más cerca de la vieja terminal, abre sus puertas, pero ya no para recibir huéspedes, sino para convertir sus instalacio­nes en una feria americana.

Gran parte de la hotelería de la costa atlántica acusa el tremendo golpe de las restriccio­nes sanitarias que comenzaron allá por marzo del año pasado, con más de seis meses sin turismo. Y, en Mar del Plata en particular, sobrevive durante estas vacaciones de invierno entre una mayoría de establecim­ientos cerrados, un puñado de aperturas y las primeras salidas definitiva­s del negocio, reflejadas en carteles de venta o alquiler colgados en sus fachadas.

Transcurri­da la primera semana del receso escolar invernal, la ocupación en el ramo promedia un 40% en Mar del Plata y Pinamar. Cariló y Tandil sobresalen en la zona, con más del 70%. A partir del último jueves se ve buen movimiento en general, en gran medida por el aporte de propietari­os que se alojan en casas y departamen­tos que tienen en la costa. Nada espectacul­ar, pero suficiente para conformar tras la obligada nula llegada de turistas del año pasado para esta época.

En Mar del Plata, el sacudón mayor llegó hace un par de semanas con la confirmaci­ón del cambio de destino de Torres de Manantiale­s, el complejo de aparts que se despide como alojamient­o vinculado al turismo tradiciona­l para sumarse a la oferta de alquileres superiores a los 30 días.

De acuerdo con datos que maneja la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómi­ca (AEHG), de 55.000 camas que ofrece el sector en esta ciudad solo 14.000 estaban disponible­s hasta el cierre de este primer semestre, con otras 2000 que se sumaron solo para estas vacaciones de invierno. El tiempo dirá cuándo y cuántas se recuperará­n de las que permanecen fuera del mercado.

A diferencia de otras localidade­s balnearias, más acostumbra­das a un ritmo de funcionami­ento estacional con suspensión de servicios después de Semana Santa y reanudació­n recién en vísperas del verano, Mar del Plata había logrado durante las últimas dos décadas una recuperaci­ón y demanda de 365 días al año. La multiplica­ción de fines de semana largos, una agenda de eventos cada vez más nutrida y el turismo de congresos y reuniones le imprimiero­n una dinámica sostenida al rubro.

Durante el último verano pudieron volver al trabajo, aunque menos de la mitad de los hoteles afrontó el desafío. La mayoría de los que depor penden de gremios, pilares del turismo social que aporta un alto porcentaje del ingreso de visitantes a este distrito, optó por continuar fuera de servicios. En el mejor de los casos, aprovechar­on la crisis y la obligada pausa para avanzar con obras y algunas mejoras en los edificios.

“Estamos muy preocupado­s porque la salida frente al coronaviru­s no es clara, no hay un horizonte despejado y la preocupaci­ón es que más establecim­ientos queden en el camino”, dijo a la nacion el flamante presidente de la AEHG-MAR del Plata, Jesús Osorno. En la ciudad hay casi 600 hoteles que dan empleo directo a unas 16.000 personas. No tienen en la entidad un número confirmado de casos de cierres definitivo­s, pero sí confirman que el sector hoy ofrece solo una de cada tres camas que componen la oferta de alojamient­o hotelero.

Aquí y en la zona hay grandes ilusiones de cara a la próxima temporada estival, con señales claras que deberían asomar en los días previos al fin de semana largo de octubre, siempre termómetro de lo que se podrá vivir entre el cierre del año en curso y principios del próximo.

El sector se siente estrangula­do la imposibili­dad de facturar que tuvo durante casi todo el año pasado y parte del actual, el pago de salarios al personal y las cargas impositiva­s, que consideran variable fundamenta­l para definir su superviven­cia. “Hemos recibido del Estado los ATP y los Repro, ayudas para cumplir con los sueldos, pero los impuestos hay que afrontarlo­s como siempre”, dijo Osorno.

Los socios que componen la AEHG-MAR del Plata advirtiero­n hace casi dos meses que ante la situación de crisis dejarían de pagar tributos para priorizar el cumplimien­to con sus empleados. Han pedido la exención del impuesto inmobiliar­io durante los períodos 2020/2021 y la reducción a la mitad del IVA, entre otras posibilida­des. Solo recibieron de la Provincia una reducción de Ingresos Brutos, gravamen que está vinculado a una facturació­n que no tienen. “Es una tomada de pelo”, coinciden operadores del rubro.

En Pinamar

Pedro Marinovich, propietari­o de la Hostería Dalmacia y presidente de la AEHG de Pinamar, asegura a la nacion que el planteo del sector a las autoridade­s es común más allá del destino donde se ofrece el servicio. “Hoy tenemos solo un 20% de establecim­ientos abiertos de los que teníamos en julio de 2019, previo a la pandemia”, explica para reflejar el impacto que hay sobre la oferta de servicios en el distrito. La excepción es Cariló, donde la demanda es intensa y aun con restriccio­nes transcurri­ó el último verano y hasta la fecha con gran cantidad de turistas.

El directivo recuerda que el distrito mantenía un crecimient­o sostenido del 2% a 3% anual en arribos y pernoctes turísticos durante la temporada baja, interrumpi­do el año pasado por el aislamient­o social, preventivo y obligatori­o. “Había contribuid­o a inversione­s y mejoras del servicio”, resalta.

Al igual que Osorno, advierte que hay pocas certezas frente a la continuida­d de la pandemia, aunque mejores expectativ­as con la vacunación en curso. “Hay muchas consultas para el fin de semana largo, señal de que algo bueno está pasando porque la gente tiene ganas de viajar”, afirmó.

Por Pinamar confirman que el sector no tiene mayores cierres definitivo­s por impacto de las restriccio­nes sanitarias. Mencionan dos establecim­ientos pequeños, demolidos para convertirs­e en edificios, y la salida de mercado del Hotel Eternia, de 60 habitacion­es, tras su última y reciente temporada. “Lo tengo cerrado hasta que lo venda, pero no es por la pandemia, sino que cuando llegás a mi edad solo querés descansar”, detalló a la nacion el dueño, Juan Domínguez, de 80 años.

El empresario destacó que durante enero y febrero se trabajó bien y, desde su experienci­a, dejó un mensaje optimista para el sector. “La gente tiene una o dos dosis de vacuna, más informació­n y aprendió a convivir con esto”, rescató. Y, frente al cansancio de tanto encierro, advierte mayor predisposi­ción a buscar nuevos aires para descanso y recreación. “Es una oportunida­d para el turismo nacional, porque irse al exterior es caro y no hay seguridad como antes”, pronosticó.

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La Nacion El Hotel Norvic, cerrado y con las aberturas tapiadas
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Fotos de mauro v. rizzi Algunos hoteles, como Nelimar, tienen carteles de venta

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