LA NACION

Aunque no lo mereció, Central festejó en la última jugada

- Pablo Casazza

ROSARIO.– Todos corren a abrazar a Vecchio. Todos gritan su gol en el minuto 49 del segundo tiempo, que le entregó a Central una victoria inmerecida. Porque el local jugó de regular a mal y el visitante, de regular a bien. Con un condimento: el equipo dirigido por Pellegrino estuvo con un hombre menos desde los 30 minutos del primer tiempo, tras la expulsión de Damián Fernández por dos amonestaci­ones infantiles.

La victoria corrió el velo de una sombra que llevaba muchos años, once para ser exactos, sin victorias de Rosario Central ante el equipo de Liniers. La última fue el apertura 2009 como visitante por 2 a 1 (goles de Emilio Zelaya y Gonzalo Castillejo­s, y Hernán Galíndez en contra) y hay que remontarse hasta el Clausura 2006 para encontrar otra alegría como local, por 1 a 0 con gol del ayer ausente Marco Ruben, y en el cual jugó Vecchio.

El juego Central siempre tuvo un eje: Vecchio. De sus aparicione­s dependiero­n los movimiento­s de unos y otros. Porque Vélez creció a partir de sus intermiten­cias hasta volverse un dominador casi absoluto en la progresión del juego. Por entonces, el canalla jamás encontró el orden ni las ideas.

Es más, durante buena parte del segundo período todo fue de Vélez, pero Central se lo arrebató en la última jugada, la más celebrada. Caraglio la bajó y la pifia de Gianetti se la dejó servida al mejor de la cancha. Si, fue una mala tarde del local, pero siempre aparece Vecchio para gritar victoria.

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