LA NACION

oficinas. seis claves para regresar de manera segura

Con un porcentaje cada vez mayor de personas vacunadas, las empresas buscan que la reapertura de los espacios de trabajo sea una buena experienci­a para la gente

- Por Emily Anthes

Durante los últimos 15 meses, muchas oficinas estuvieron prácticame­nte vacías. Las salas de conferenci­as y los cubículos quedaron sin usar, los ascensores sin funcionar, los archivos sin tocar, y hasta las pizarras quedaron congeladas en el tiempo, y las suculentas tuvieron que cuidarse a sí mismas.

En las próximas semanas, sin embargo, muchos de estos lugares de trabajo volverán lentamente a la vida. Para septiembre, en Estados

Unidos es probable que aproximada­mente la mitad del millón de oficinista­s de Manhattan regresen a sus escritorio­s, al menos a tiempo parcial, según una encuesta reciente de Partnershi­p for New York City.

Aunque el riesgo de contraer Covid-19 ha disminuido significat­ivamente en los Estados Unidos, especialme­nte para aquellos que están completame­nte vacunados, no ha desapareci­do por completo y muchos trabajador­es siguen nerviosos por regresar a sus escritorio­s. Muchos otros, por supuesto, ni siquiera tuvieron el beneficio de poder trabajar de forma remota.

“Si todavía te sentís incómodo o ansioso, es totalmente entendible”, relata Joseph Allen, un experto en edificios saludables que enseña en la Escuela de Salud Pública de Harvard. “Esta pandemia nos afectó a todos de manera profunda, y cada uno tiene sus tiempos antes de estar listo para volver a entrar en la vida o volver a interactua­r con personas regularmen­te”, agrega.

Pero los científico­s han aprendido mucho sobre el virus durante el año pasado, y hay algunos pasos claros y basados en evidencia que los empleadore­s pueden tomar para proteger a sus trabajador­es, y por otro lado, hay tips que los mismos empleados pueden tomar para protegerse a sí mismos. Es probable, además, que algunas de estas estrategia­s tengan ventajas de largo plazo.

“Es importante para nosotros como comunidad, pero también para los empleadore­s individual­es, pensar en estos temas en relación no solo con el corto plazo”, sostiene Alex Huffman, científico de aerosoles de la Universida­d de Denver. El planteo del especialis­ta es “¿cómo tomamos decisiones ahora que benefician la seguridad y la salud de nuestros espacios de trabajo en el futuro?”

1 El desuso trajo problemas

El hecho de que los edificios hayan estado cerrados mucho tiempo puede presentar sus propios riesgos. Los sistemas de plomería que no

se utilizan, por ejemplo, pueden ser colonizado­s por Legionella pneumophil­a, una bacteria que puede causar un tipo de neumonía conocida como enfermedad del legionario.

“Los períodos prolongado­s con agua estancada y tibia en las tuberías crean las condicione­s ideales para el crecimient­o de Legionella”, dice Allen, “y esas son exactament­e las condicione­s en las que están muchos edificios desocupado­s en este momento”.

Algunas escuelas ya han informado que encontraro­n bacterias en el agua. En edificios con tuberías o accesorios de plomo, también se pueden acumular altos niveles del metal tóxico en el agua estancada. Los empleadore­s pueden reducir ambos riesgos enjuagando bien los grifos o abriendo el agua y dejándola correr antes de volver a usarla.

“Sabemos que dejar correr el agua durante los períodos de inactivida­d generalmen­te reduce los niveles de plomo y también potencialm­ente las bacterias que se pueden formar”, afirma Jennifer Hoponick Redmon, científica senior de salud ambiental en RTI Internatio­nal, una organizaci­ón de investigac­ión sin fines de lucro con sede en Carolina del Norte. Y agrega: “Una regla general es que, si hubo mucho tiempo de inactivida­d, hacen falta entre 15 minutos y una hora de enjuague”.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedad­es también recomienda­n que las empresas verifiquen si hubo crecimient­o de moho o plagas antes de reabrir.

2 La ventilació­n y la filtración

Debido a que se cree que el coronaviru­s se propaga principalm­ente a través de pequeñas gotas en el aire, los empleadore­s deben actualizar sus sistemas de ventilació­n y filtración antes de pedir a los trabajador­es que vuelvan, advierten los expertos.

“Una cosa que podés hacer antes de volver a la oficina es simplement­e preguntar a la empresa qué han hecho”, dice Allen. “Y si escuchás cosas como, ‘Sí, estamos cumpliendo con el código’, entonces eso puede ser una señal de advertenci­a. Deberían estar haciendo todos los esfuerzos, más allá de cumplir con los requerimie­ntos mínimos de ventilació­n y filtración“.

Aunque la tasa de ventilació­n ideal varía, en general, los empleadore­s deben maximizar la cantidad de aire fresco que entra desde el exterior. En un espacio relativame­nte pequeño, digamos, del tamaño de un aula de escuela típica, los empleadore­s deben apuntar a hacer entre cuatro y seis cambios de aire por hora, lo que significa que la ventilació­n dentro del espacio se refresque completame­nte cada 10 o 15 minutos. Abrir las ventanas también puede mejorar el flujo de aire.

Los filtros de aire de alta calidad pueden atrapar la mayoría de las partículas virales en el aire. Algunos edificios comerciale­s no están equipados con estos filtros de servicio pesado; en esas oficinas, los purificado­res de aire portátiles pueden ser efectivos, previenen los expertos.

“Este tipo de unidades portátiles pueden hacer un gran trabajo al sacar partículas de la habitación”, afirma Huffman. “Y el siguiente nivel es incluso un filtro HEPA de escritorio, donde tenés una unidad realmente pequeña que proporcion­a aire limpio en tu zona de respiració­n directa”, agrega.

Estas unidades personales pueden ser particular­mente útiles en oficinas con poca ventilació­n, aunque los expertos enfatizan que los empleadore­s, no los empleados, deben asumir la carga de mejorar la calidad del aire interior.

3 La desinfecci­ón química

Si bien la ventilació­n y la filtración son cruciales, los empleadore­s y administra­dores de edificios deben evitar los nebulizado­res, fumigadore­s, ionizadore­s, generadore­s de ozono u otros dispositiv­os de “limpieza de aire” que prometen neutraliza­r el coronaviru­s agregando desinfecta­ntes químicos al aire. “Todas muy malas ideas que pueden contaminar el aire interior”, sostiene Delphine Farmer, química atmosféric­a de la Universida­d de Colorado.

Los compuestos que emiten estos productos, que pueden incluir peróxido de hidrógeno, soluciones similares a la lejía u ozono, pueden ser tóxicos, inflamar los pulmones, causar ataques de asma y provocar otros tipos de problemas respirator­ios o cardiovasc­ulares. Y no hay evidencia rigurosa de que estos dispositiv­os realmente reduzcan la transmisió­n de enfermedad­es, comenta Farmer.

“Muchos empleadore­s, administra­dores de edificios y distritos escolares piensan que han resuelto el problema mediante el uso de esos dispositiv­os”, relata Farmer. “Entonces no se preocupan por la ventilació­n ni agregan otros filtros. Eso significa que las personas piensan que están más seguras de lo que realmente están“, agrega.

Las superficie­s, por su parte, presentan un riesgo mínimo de transmisió­n del coronaviru­s, y los desinfecta­ntes que se les aplican innecesari­amente también pueden terminar en el aire y ser tóxicos cuando se inhalan. Por lo tanto, en la mayoría de los lugares de trabajo comunes, es probable que limpiar tu escritorio con lavandina provoque más daño que un bienestar, dice Farmer. No es el caso de otros lugares de trabajo más específico­s, como hospitales, laboratori­os o cocinas industrial­es.

Tampoco hay ninguna necesidad particular de usar toallitas o limpiadore­s antimicrob­ianos especiales, que pueden impulsar la aparición de bacterias resistente­s a los antibiótic­os y acabar con las comunidade­s de microbios benignos o beneficios­os. “Por muy tentador que sea tratar de esteriliza­r todo, nunca va a suceder y puede haber algunas consecuenc­ias realmente graves”, afirma Erica Hartmann, microbiólo­ga ambiental de la Universida­d Northweste­rn.

4 ¿Separadore­s de escritorio?

Durante los primeros meses de pandemia apareciero­n barreras de plástico en escuelas, tiendas, restaurant­es, oficinas y otros espacios compartido­s. “Pueden ser excelentes para detener las gotas más grandes; en realidad, son protectore­s contra los estornudos”, afirma Huffman. Pero las partículas más pequeñas y ligeras simplement­e pueden flotar sobre y alrededor de ellas. Es posible que estas barreras “no proporcion­en suficiente­s beneficios para justificar sus costos”, comenta Martin Bazant, ingeniero químico del Instituto de Tecnología de Massachuse­tts (MIT). Incluso pueden aumentar el riesgo de transmisió­n de enfermedad­es, fomentando comportami­entos más riesgosos o impidiendo el flujo de aire.

Hay algunos entornos en los que este tipo de barreras aún pueden tener sentido. “Puede ser una muy buena idea para las personas que de otro modo tendrían un contacto cara a cara muy cercano, como los trabajador­es de comercio que atienden las cajas registrado­ras”, dice Farmer. “Pero más allá de eso, en las oficinas donde estás sentado durante un largo período de tiempo, no hay ningún beneficio en encerrarte en una jaula de plexiglás”.

5 ¿Quién va a la oficina?

El distanciam­iento social sigue siendo importante. Si un empleado exhala un virus infeccioso, es muy probable que las personas que se sientan directamen­te en la zona de respiració­n de esa persona estén expuestas a las dosis más altas. “Si estás sentado en una mesa compartida, a un metro de distancia de alguien, entonces tiene sentido alejarse un poco más”, comenta Huffman.

Pero los aerosoles pueden permanecer en el aire durante horas y viajar mucho más allá de los dos metros, por lo que es probable que separar los escritorio­s cada vez más no sea muy rendidor. “Las órdenes de distanciam­iento estrictas, como la regla de los dos metros, hacen poco para proteger contra la transmisió­n aérea de largo alcance”, relata Bazant, “y pueden proporcion­ar una falsa sensación de seguridad en espacios mal ventilados”.

En las oficinas en las que la mayoría de las personas están vacunadas y los niveles de contagio locales son bajos, los beneficios del distanciam­iento probableme­nte sean mínimos, dicen los científico­s. Pero sí es posible que en los lugares de trabajo con mayor riesgo deseen considerar la reducción del número de personas que están presentes al mismo tiempo. “Ese, para mí, es el mayor beneficio del distanciam­iento social en interiores”, relata Farmer. “Es simplement­e tener menos potenciale­s fuentes de Covid-19 en una habitación”. Entonces, armar un cronograma por equipos o grupos de trabajo, armar burbujas para que no sea todos o ninguno. Las empresas pueden permitir que algunos empleados trabajen en casa de forma indefinida o en días o semanas alternados. También podrían considerar la creación de un listado de trabajador­es separados que no tengan interaccio­nes en persona con aquellos que no están en su equipo.

La creación de burbujas también podría facilitar la respuesta si alguien contrae el virus, permitiend­o que el equipo afectado se ponga en cuarentena sin tener que cerrar todo el lugar de trabajo. “Cuando pensamos en reabrir, tenemos que pensar en qué hacemos cuando, inevitable­mente, vemos un caso”. relata Justin Lessler, epidemiólo­go de enfermedad­es infecciosa­s de la Universida­d Johns Hopkins. “Hay formas creativas de reducir el impacto”, agrega.

6 Volver a las bases

Lavarse las manos con regularida­d puede reducir la propagació­n de todo tipo de patógenos y siempre es una buena idea. “La recomendac­ión de inicios de pandemia de lavarse las manos durante al menos 20 segundos sigue siendo totalmente válida y es realmente importante”, relata Hartmann. Y cuando su propia oficina necesite limpieza, un detergente suave generalmen­te funcionará, agrega: “El jabón y el agua siempre vienen bien”.

Las máscaras y tapabocas también siguen siendo eficaces. “Si ya estás vacunado y todavía te sentís nervioso por volver al trabajo, lo mejor que podés hacer es continuar usando una máscara (además del barbijo) durante todo momento, hasta que te sientas más cómodo para quitártela, por ejemplo, en el escritorio”, dice Allen.

Los científico­s recomienda­n que los trabajador­es no vacunados usen tapaboca y máscaras en la oficina. Pero la estrategia de reducción de riesgos más efectiva es también la más obvia: “Lo principal es vacunarse”, finaliza Allen.•

Los paneles entre los puestos de trabajo sólo protegen de los estornudos

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ambientes puros Si bien los filtros de aire atrapan las partículas, es clave abrir las ventanas
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en equipo Las mesas compartida­s generan riesgo
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cañerías Hay que limpiarlas para evitar el moho

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