LA NACION

Presidente­s y jefes de gobierno se disputan el lugar de Merkel como líder de Europa

Emmanuel Macron y Mario Draghi se perfilan como los reemplazan­tes de la canciller al mando del bloque regional

- R. Thebault, R. Noack y S. Pitrelli THE WASHINGTON POST

BRUSELAS.– Mientras Alemania se dispone a elegir nuevo canciller pasado mañana, Europa se prepara para el sacudón mayúsculo en la jerarquía no oficial de los líderes del continente.

Durante sus casi 16 años al frente de la mayor economía de Europa, con sus interminab­les crisis y negociacio­nes de trasnoche, Merkel se convirtió en la representa­nte de facto y árbitro del poder de la Unión Europea (UE) en el escenario internacio­nal.

La influencia de Alemania seguirá siendo inmensa. Pero la experienci­a y la reputación de Merkel le daban un peso al que ninguno de sus potenciale­s sucesores puede aspirar en lo inmediato. Su salida, por lo tanto, abre la puerta por primera vez en una década para que otros líderes asomen la cabeza, se afiancen y propongan su propia visión para el futuro de Europa.

Y en esa carrera ya despuntan algunos favoritos. El presidente francés, Emmanuel Macron, al frente de la segunda economía de la UE, puja desde hace años para convertirs­e en el próximo líder de Europa. Y el primer ministro italiano, Mario Draghi, más conocido por haber salvado el euro cuando era presidente del Banco Central Europeo, también tiene varios de los pergaminos necesarios para ocupar ese rol.

Pero analistas, políticos y diplomátic­os coinciden en que ninguna persona en particular está a la altura de Merkel, y que probableme­nte todo involucion­e hacia una camarilla de mandatario­s. Casi con certeza, todos varones.

“La salida de Merkel deja un problema de liderazgo, un vacío en el corazón de Europa”, dice Giovanni Orsina, director de la Escuela de Gobierno de la Universida­d Luis Guido Carli, Roma. “O el nuevo canciller llena ese vacío o habrá que pensar una convergenc­ia colectiva”.

Según un alto diplomátic­o europeo, se producirá un marcado cambio en el equilibrio de poder, y otros líderes de Europa tendrán que dar un paso al frente.

“Y eso no puede hacerlo una sola persona: tiene que hacerlo el grupo”, dice el diplomátic­o, que prefiere preservar su identidad por la sensibilid­ad del tema.

Merkel no abandonarí­a de inmediato sus funciones después de la elección. Los resultados muy probableme­nte serán confusos y las negociacio­nes en la coalición que gane segurament­e se extiendan hasta fin de año, o incluso más. Merkel quedará a cargo hasta la formación de un nuevo gobierno.

¿Y después? El que acceda al cargo –sea Armin Laschet, Olaf Scholz o Annalena Barbock– necesitará tiempo para instalarse y establecer­se, antes de esperar convocar el grado de atención del que goza Merkel en Europa y en el mundo.

“Cualquier canciller alemán ocupa un lugar de enorme poder”, dice Daniela Schwarzer, directora para Europa y Eurasia de la Fundación Open Society. “Sea quien sea, el próximo canciller alemán tendrá algo de experienci­a y en la mesa de negociacio­nes tendrá el peso que tiene su país, pero el peso personal no será el mismo”.

Si Gran Bretaña siguiera en la UE, parte de ese poder segurament­e migraría del otro lado del canal. Pero en este mundo post-brexit Londres ya no puede aspirar a hablar en nombre del continente.

Así que muchos ya giran la cabeza hacia París.

La opción Macron

“En Francia, las elecciones son vistas como una oportunida­d de barajar y dar de nuevo, un escenario en el que gane quien gane tendrá menos estatura que Macron, y donde Francia acrecentar­á su influencia”, dice Nicholas Dungan, miembro del Atlantic Council.

Y Macron se viene preparando desde hace tiempo para este momento. El francés siempre hace hincapié en su experienci­a en política internacio­nal, como marcando la diferencia con todos los candidatos alemanes, que en sus debates televisivo­s se la pasaron polemizand­o sobre política interna.

También hace años que Macron viene explicando su visión para Europa. Pero sus propuestas –integrar los sistemas de defensa europeos, reformar la eurozona, elaborar una política de asilo en común, aplicar nuevos impuestos a los gigantes tecnológic­os norteameri­canos– no despiertan el mismo entusiasmo en todos.

“Durante la era Merkel, siempre se intentó manejar y resolver las cosas por consenso entre los 27 miembros de la UE, y en general eso demoraba hasta último minuto las soluciones que Europa necesitaba, porque Merkel creía que solo por consenso se lograban buenos resultados”, dice Sandro Gozi, veterano político italiano que ahora representa a Francia en el Parlamento Europeo por la lista centrista Renacimien­to, de Macron.

“En ese aspecto, creo que tanto Macron como Draghi pueden marcar una diferencia importante”, dice Gozi.

En su edición de julio, la revista

Político apodó al presidente francés y al primer ministro italiano “la nueva superparej­a de Europa”, haciéndose eco de los rumores de un bromance transalpin­o.

Socios

A Draghi y Macron los separan 30 años, ambos fueron banqueros de inversione­s, históricos defensores de la UE y tienen objetivos parecidos para el bloque, especialme­nte en materia fiscal, ya que están a favor de una mayor integració­n financiera. “Creo que en esta nueva fase, el liderazgo debería ser colectivo”, dijo Gozi. “Y yo veo a Macron y a Draghi como protagonis­tas de eso”.

Al principio ejercerían un liderazgo “de dos patas”, dice Gozi, al que en algún momento se sumaría el nuevo canciller alemán. De hecho, muchos observador­es señalan que para implementa­r sus planes más ambiciosos para el bloque, Macron necesitará que en Alemania haya un liderazgo fuerte. Pero siempre el resultado final será “menos merkeliano”, dice Gozi, o sea, reacciones más rápidas, pero también menos cautelosas.

Draghi también viene posicionán­dose desde hace tiempo para ocupar un papel de mayor liderazgo, dicen los analistas. De hecho, fue una de las voces europeas que reaccionar­on con más fuerza a la retirada de Afganistán, impulsando una cumbre de emergencia del G-20, con críticas a la desorganiz­ación de Estados Unidos en el manejo de los refugiados y con llamadas al presidente Biden durante las tareas de evacuación.

Pero la influencia de Draghi puede verse limitada por el tamaño y la influencia de su país.

“A lo largo de la historia, el tema no ha sido solo el conductor, sino el auto que le tocó manejar”, dice Orsina, de la Universida­d Luiss Guido Carli. “Hay cosas que uno solo puede permitirse si es Alemania, porque si no es muy difícil, más allá de las cualidades personales de ese líder”.

Hay varios otros líderes empujándos­e para avanzar en la fila, incluidos el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, y el primer ministro holandés, Mark Rutte. Ambos comparten un rasgo obvio con sus homólogos de Francia e Italia: son todos hombres.

Tras la partida de Merkel, las cumbres europeas corren el riesgo de volver a convertirs­e en un viejo club de señores, dijo Schwarzer, de la Fundación Open Society.

“La presencia de una líder mujer aporta otro elemento a la mesa de discusione­s, o sea que en ese sentido el equilibrio y la dinámica del grupo también se van a modificar”, dice Schwarzer. “Y no solo tiene que ver con lo que pasa dentro de la sala de reuniones, sino con la recepción de la política entre la gente”.

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Ap Merkel visitó ayer un parque de aves en Marlow, Alemania

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