LA NACION

Un clásico con un duelo entre dos mujeres

- Leni González

Inspirada en la Electra de Sófocles, el autor ubicó la tragedia en la brava tribu de los guapos a principios del siglo XX, en el todavía semiurbano Palermo, entre caudillos conservado­res, barones clientelis­tas y riñas de gallos. A más de medio siglo del estreno, son muchas las lecturas mar- cadas por el contexto que corrieron bajo el puente: la psicoanalí­tica, referida a los míticos vínculos entre padre e hija, madre e hijo; la social, por el enfrentami­en- to entre dos mundos, el de las viejas y nuevas reglas; la política, por la forma de dominación y reclutamie­nto; la existencia­l, por la toma de decisiones frente a condicione­s impuestas.

Todos estos abordajes permanecen como capas superpuest­as. Pero hay otro, propio del presente, que resuena con fuerza en la versión de Antonio Leiva. Aunque sea “al ñudo cuerpearle al destino”, el corazón de la obra no está en el personaje de Orestes, y sus cavilacion­es sobre a qué vaque lores someterse, sino en Elena, la hija mayor guardiana de la obediencia y el rigor paterno, y su oposición a Nélida, la madre que desea otra vida no signada por el sometimien­to. Esta tensión no se debe a la adaptación del texto sino a la marcación actoral. La crispada Elena interpreta­da por Yamila Gallione, con una energía por encima del resto, entronizad­a sobre una tarima circular –la arena de las riñas– en el centro del escenario, es la marca el ritmo y atrapa toda la atención. Las razones de Nélida (Tamara Paganini, suplantada a veces por Érica Ruiz), su sensualida­d y la ternura con el hijo varón, quedan debilitada­s frente a la desquiciad­a obstinació­n de la hija, una distancia de intensidad­es, de tonos que, por momentos, satura la representa­ción. Entre ambas, Javier Salas es un Orestes que deambula angustiado por el lugar que le toca.

Con un vestuario de época y una escenograf­ía realista pero muy despojada, el tiempo se marca con un preciso diseño sonoro que remonta a un Buenos Aires profundo. Muy efectivo el papel del coro, que interviene la escena como “las voces” opinadoras del afuera. Después de todo, si la tradición se respeta o se trastoca, era cuestión de mujeres.

 ?? ?? autor: Sergio De Cecco. intérprete­s: Yamila Gallione, Javier Salas, Tamara Paganini, Omar Ponti, Juan Pablo Rebuffi, Hermes Molaro, Juan Carlos Uccello y Rocío Moragues. sala: Empire, Hipólito Yrigoyen 1934. funciones: sábados, a las 20. duración: 60 minutos.
autor: Sergio De Cecco. intérprete­s: Yamila Gallione, Javier Salas, Tamara Paganini, Omar Ponti, Juan Pablo Rebuffi, Hermes Molaro, Juan Carlos Uccello y Rocío Moragues. sala: Empire, Hipólito Yrigoyen 1934. funciones: sábados, a las 20. duración: 60 minutos.

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