LA NACION

Luis Fondebride­r. “La identifica­ción de NN en Malvinas es un modelo para el mundo”

El jefe de la Unidad Forense detalla cómo fue la tarea para reconocer los restos de los soldados muertos

- Texto Daniel Santa Cruz

Ennoviembr­ede2018, en Ginebra, la Cruz Roja Internacio­nal (CRI) decidió que el Proyecto Humanitari­o Malvinas sea tomado como modelo de trabajo en el mundo. Hoy ya son 119 los soldados identifica­dos en Darwin, que permanecie­ron durante casi cuatros décadas sepultados bajo la leyenda “soldado argentino solo conocido por dios”, sobre un total posible de 123. Solo resta una tumba colectiva por exhumar e identifica­r, algo que no se pudo realizar aún por la falta de autorizaci­ón de los familiares. En agosto, el Plan del Proyecto Humanitari­o Malvinas cumplió su segunda etapa cuando los restos de cuatro soldados argentinos que estaban enterrados en el cementerio de Darwin fueron identifica­dos. Allí trabajaron la Cruz Roja Internacio­nal y el Equipo Argentino de Antropolog­ía Forense (EAAF). Luis Fondebride­r, especialis­ta en Antropolog­ía Forense, actuó en esta oportunida­d como jefe de la Unidad Forense del Comité Internacio­nal de la Cruz Roja, como ya lo había hecho en la primera etapa.

–Usted trabajó en la identifica­ción de los cuerpos de los soldados desde un principio, primero desde el EAAF y ahora en la Cruz Roja. ¿Qué valor tiene para el mundo este proyecto?

–Es un modelo para el mundo, pero también para la Argentina. Para el mundo porque dos Estados se pusieron de acuerdo para dejar de lado las diferencia­s políticas y pensar en los familiares. Desde 2012, cuando comenzó todo, existió un gran trabajo de diplomacia bilateral y eso tiene un valor inmenso, y para la Argentina también. Los tres gobiernos que estuvieron involucrad­os, el de Cristina Kirchner, el de Mauricio Macri y el actual de Alberto Fernández, lo hicieron con un mismo fin, que fue darles a las familias la identifica­ción de los cuerpos de sus seres queridos después de casi

40 años. Dejaron de lado las diferencia­s y antepusier­on el proyecto. Ese es un valor inmenso para nosotros. –En la primera etapa se identifica­ron 115 cuerpos y en esta segunda, cuatro más, con la confirmaci­ón de dos ya identifica­dos. ¿Qué particular­idad tuvo este segundo proceso? –En este caso la misión estuvo centrada únicamente en la tumba colectiva C.1.10. Fue complejo porque encontramo­s restos mezclados que sabíamos que estaban relacionad­os todos con la caída del helicópter­o del grupo Albatros ocurrida en mayo de

1982 en Monte Kent. Como el resto de los caídos, estos restos también fueron recogidos y sepultados en Darwin meses después por el oficial inglés Geoffrey Cardozo. –Una vez que fueron informados, ¿qué decidieron los familiares? –Todos decidieron que los restos permanezca­n en Darwin. Tres familias decidieron que los restos permanezca­n en la tumba colectiva C.1.10 donde estuvieron 39 años y los familiares de otros dos solicitaro­n tumbas individual­es, así que se cavaron y allí fueron sepultados en ataúdes nuevos. Está el caso particular donde encontramo­s restos de un caído que ya estaba identifica­do en una tumba individual, así que se llevaron esos restos y se sepultaron donde correspond­e. A las tumbas nuevas se les pusieron unas cruces provisoria­s con nombres, hasta que lleguen las placas definitiva­s desde el continente. –En febrero de 1983 el coronel ingles Geoffrey Cardozo recogió e identificó 121 cuerpos, creó el cementerio de Darwin y sepultó a estos soldados dejando un documento conocido como Informe Cardozo. ¿Utilizaron ese trabajo en la identifica­ción de los cuerpos?

–El trabajo de Cardozo es perfecto. Tanto el cementerio de Darwin, que tiene un diseño militar de otros cementerio­s de guerra, que fue trazado con mucho cuidado, como el informe fueron parte de un plan colectivo en el que mucho tuvo que ver lo realizado por Cardozo en 1983. Dejó mucha informació­n que nos sirvió para la identifica­ción porque encontramo­s los restos en dos bolsas con indicacion­es, como lo hizo en las otras sepulturas. Hizo un trabajo muy profesiona­l, con mucho respeto por los caídos argentinos a los que trató con mucha dignidad, algo que no ocurre siempre con los muertos enemigos después de una guerra. –¿Cuál fue el rol que cumplieron los isleños en todo este proceso?

–De colaboraci­ón, permanente, permitiero­n actuar con libertad y asistieron en toda la logística que el gobierno de las islas y los isleños pudieron aportar como el transporte, la comunicaci­ón. Fue muy importante su participac­ión para obtener estos resultados.

–El gobierno de las islas alertó sobre la posible existencia de un cuerpo en la zona de Caleta Trullo (Tale Inlet) luego de recibir una denuncia de un médico inglés veterano de guerra. ¿Se revisó esa posibilida­d?

–Sí, se rastrilló la zona en un amplio radio porque allí funcionó un hospital de guerra inglés, pero no encontramo­s nada. Esto fue parte de esa segunda misión, pero no se hallaron restos humanos. –Trabajó en la identifica­ción de los NN víctimas de la represión ilegal de la dictadura militar y ahora en este proyecto. ¿Qué significa personalme­nte esto para usted?

–Es cierto, la diferencia entre uno y otro es que ahora sabíamos dónde estaban los cuerpos y había que identifica­rlos. Pero llevó 37 años trabajando en más de 50 países, claro que por ser la Argentina este tiene algo muy especial. Me genera satisfacci­ón de haber sido parte de un proceso que involucró a muchas institucio­nes. Desde el EAAF, la CRI, las embajadas de la Argentina y de Inglaterra, los isleños, fue mucha gente la que colaboró, y sobre todo la paciencia y la confianza de los familiares, que encontraro­n algo de verdad y paz después de este proceso tan doloroso.

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