LA NACION

La revancha de los inmunizado­s que ya inquieta a los especialis­tas

Observan que las personas que tienen el esquema completo relajan los protocolos de cuidado, como el uso del barbijo y la distancia social; preocupaci­ón ante un brote de delta

- Evangelina Himitian

Sofía y María de los Ángeles fueron compañeras de la secundaria. Además son amigas. Hace poco más de dos semanas, se volvieron a encontrar en la calle después de casi dos años sin verse. La alegría las invadió y lo primero que atinaron a hacer fue abrazarse. Y se dieron un beso con el barbijo puesto. Sin embargo, por un momento dudaron. “¿Podemos?”, dijo María de los Ángeles. “Sí, dame un abrazo que ya tengo las dos dosis”, respondió Sofía. “Yo también”, agregó la amiga.

Adiós distancia social. Hola nueva normalidad con beneficios para los que completaro­n el álbum de las vacunas contra el Covid-19.

Esta escena es cada vez más frecuente en esta última etapa de la pandemia, cuando la gente aprendió e incorporó las medidas de autocuidad­o y se siente más segura por la protección de las dos dosis de vacuna.

Sin embargo, advierten los infectólog­os, no es una buena idea relajar completame­nte las pautas de protección, incluso entre quienes están inmunizado­s, ya que la cobertura de las vacunas varía según cuál sea y además ninguna alcanza el cuidado del 100%.

No solo eso, los especialis­tas afirman que la evidencia científica disponible alcanza para saber que quienes están inoculados no atravesará­n cuadros graves de la enfermedad y que entre ellos baja enormement­e el índice de mortalidad por Covid-19.

Sin embargo, no hay consenso sobre la reducción de los contagios del coronaviru­s, por el contrario. Distintos estudios científico­s han indicado que la carga viral entre personas inmunizada­s es exactament­e igual que la de quienes no lo están.

“Todo depende de la situación epidemioló­gica y de que las dos personas estén sanas. Si van a permanecer más de 15 minutos hablando, es preferible que lo hagan con barbijo. ¿Se pueden dar un beso en la mejilla? Sí, pero con barbijo, porque hasta que no haya sostenidam­ente ningún caso, lo cierto es que incluso las personas vacunadas pueden tener el virus”, explica Elena Obieta, miembro de la Sociedad Argentina de Infectolog­ía (SADI).

“¿Nos podemos dar un abrazo? ¿Y un beso? Es una pregunta de muy difícil respuesta. Pero con el barbijo puesto, no cambia mucho y tenemos algo de protección. Otro tipo de besos, por ejemplo, en un boliche, el riesgo sigue existiendo. Porque el riesgo de exposición para adquirir o para transmitir sigue estando, aun vacunados”, amplía Obieta

“Está comprobado que las personas vacunadas pueden contener enormes cantidades del virus en nariz y boca, al igual que las no vacunadas”, señala Pablo Bonvehí, jefe de Infectolog­ía del Cemic y miembro de la Comisión Nacional de Inmunizaci­ones (Conain).

“Hace un par de meses, en Massachuse­tts hubo un contagio masivo de personas vacunadas tras un recital. El monitoreo permitió comprobar que los vacunados tenían en nariz y boca la misma carga viral que los no vacunados. Quizás no todos se contagien, pero sí propagan el virus”, afirma el especialis­ta.

Aun con las dos dosis, los expertos consultado­s por recomienda­n la nacion no relajar las medidas de autocuidad­o, ni siquiera con la llegada de temperatur­as más cálidas. Sobre todo, porque, aunque hasta ahora no ha habido contagios masivos de la variante delta, no se descarta que pueda llegar, sobre todo si se flexibiliz­an estas pautas.

“Si ante las variantes anteriores las vacunas ofrecían entre un 60% de protección transcurri­dos los 14 días de la aplicación de la primera dosis y entre un 80% y un 95% dos semanas después de la segunda, las informacio­nes más recientes indican que frente a delta, la cobertura del primer componente puede bajar hasta el 30% y la del segunda, a entre 70% y 88%. Esto se explica porque es un 60% más contagiosa que la alfa [identifica­da en el Reino Unido], que ya era un 40% más transmisib­le que la cepa original de Wuhan”, explica Eduardo López, jefe del Departamen­to de Medicina del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y asesor presidenci­al en la pandemia de coronaviru­s.

De todas formas, no son pocos los argentinos que, cansados de la pandemia y con el escudo de la segunda dosis de la vacuna, comienzan a retomar su vida social, ya que muchas de las últimas medidas anunciadas por el gobierno nacional lo habilitan, con, por ejemplo, el regreso de los boliches y el mayor aforo en los teatros y en las reuniones sociales en domicilios particular­es, entre otras.

Sensación de seguridad

Javier P. tiene 46 años y un grupo de amigos, la mayoría con los que juega al fútbol, con los que solía organizar salidas los fines de semana. Ellos y sus familias se instalaban en alguna ciudad de la costa para pasar tiempo juntos. No lo hicieron durante toda la pandemia. Sin embargo, cuando Juanchi, el más joven del grupo se dio la segunda dosis, organizaro­n todo.

“Nos fuimos un fin de semana a Mar del Plata. Estamos todos vacunados. Algunos se la dieron acá y otros en Miami. Igual, tomamos recaudos, nos hisopamos todos antes de viajar. Y allá relajamos bastante las medidas. Funcionamo­s como una sola burbuja. Incluso volvimos a compartir mates en la playa. Y a la vuelta, ninguno se contagió nada”, afirma Javier. Estas también son algunas de las nuevas libertades que se toman los vacunados en esta fase de la pandemia.

Sin embargo, no son todos. Graciela, por ejemplo, es secretaria en un consultori­o médico. Fue una de las primeras en tener las dos dosis, porque se vacunó como personal de salud. “No siento que me cambió la vida, solo me siento un poco más segura. Igualmente mantengo los protocolos. Solo saludo con un beso a mis hijos, que son adultos y también están vacunados. Y a mi nieta, que tiene dos años y siete meses”, explica.

“Pero en la primera etapa de la pandemia, no la vi ni estuve en contacto. Fue muy difícil no encontrarm­e con ella desde sus 11 meses. Volví a reunirme cuando ya tenía un año y diez meses”, dice. “Aun así, hoy, por más que tengo las dos dosis de la vacuna, no subo a colectivos, mantengo el distanciam­iento social y respeto el protocolo sobre todo en el consultori­o”, añade.

Además de la vacunación completa, una de las razones por las que muchas personas flexibiliz­an las medidas de autocuidad­o es por la llegada de días con temperatur­as más cálidas. Sin embargo, ya pasó aquí y en otros lugares: el calor también redunda en una suba de casos. ¿Por qué? Según los especialis­tas, porque se relajan las pautas de protección.

En muchos países, la decisión de que el uso del barbijo no sea obligatori­o fue acompañado de un crecimient­o de las infeccione­s. “La gente tiende a relajarse y es allí cuando suceden los contagios. No hay que confiarse del calor ni del aforo ni del hecho de estar al aire libre. En lugares donde se concentran muchas personas, la circulació­n del virus es alta”, describe Daniela Hozbor, directora de grupo en el Laboratori­o Vacsal de la Universida­d Nacional de La Plata e investigad­ora principal del Conicet.

No hay consenso sobre la reducción de los contagios del coronaviru­s por el efecto de las vacunas

Distintos estudios científico­s han indicado que la carga viral en inmunizado­s es exactament­e igual a la de quienes no lo están

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Shuttersto­ck Los especialis­tas resaltan que las vacunas evitan que los casos se agraven y bajan el índice de mortalidad del coronaviru­s

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