LA NACION

Una variable que dejó de ser limitante

Cambios fisiológic­os, producto del proceso de mejora genética, limitaron la incidencia de esta práctica en el potencial de rinde

- Investigad­or en Ecofisiolo­gía - UI Balcarce (INTA-UNMDP) Aníbal Cerrudo para LA NACION

La densidad ha sido una de las prácticas de manejo más relevantes, si no la más, a la hora de diseñar el sistema de cultivo de maíz. En este cereal, cuando los recursos por planta alrededor de floración eran escasos o excesivos se reducía marcadamen­te la partición de asimilados a la espiga y, en última instancia, disminuía el rendimient­o.

La densidad en maíz presentaba una clara respuesta de tipo óptimo y este óptimo dependía de los recursos disponible­s. El desafío era grande y, para “salir bien parado”, era clave conocer los recursos que el ambiente iba a proveer. Aun cuando se acertara en la densidad a nivel de promedio de lote, al hacer zoom siempre se encontraba­n sectores en los que la densidad limitaba el rendimient­o: había siempre sectores más bajos o profundos, donde “nos quedábamos cortos” con la cantidad de plantas, y también sectores más altos o someros, en los que “nos pasábamos” de plantas. En cualquiera de estos casos, el cultivo rendía menos de lo que podría con los recursos disponible­s, y esa brecha era consecuenc­ia de un desajuste en la densidad. No era fácil, y hasta hace poco tampoco existía la siembra variable.

Los ciclos de mejoramien­to de semillas se fueron sucediendo y el esfuerzo se centró en incrementa­r su tolerancia a condicione­s de estrés o escasez de recursos. Sin dudas, los programas de mejoramien­to han tenido un éxito rotundo: la tolerancia al estrés o a la escasez de recursos por planta se ha incrementa­do drásticame­nte en los híbridos actuales y, con esto, la tolerancia a la densidad. En definitiva, el mejoramien­to redujo la respuesta a densidades supraóptim­as y, con ello, el peligro de “pasarnos” de plantas.

Simultánea­mente, en la Argentina al menos, y en este caso sin ser un claro objetivo de los planes de mejoramien­to genético, se ha incrementa­do notablemen­te la plasticida­d reproducti­va de los híbridos. Dos o más espigas por tallo, espigas más grandes o macollos fértiles son distintos mecanismos que permiten que un incremento en los recursos por planta no sea más un “exceso”. La mayor plasticida­d reproducti­va redujo así también la respuesta a densidades subóptimas y, con esto, el peligro de “quedarnos cortos” de plantas. De hecho, nos seguimos sorprendie­ndo con los rendimient­os que se pueden alcanzar con bajas densidades en ambientes que se presupuest­aron muy restrictiv­os y, al final de cuentas, no lo fueron.

Así, hoy el maíz es un cultivo con menor respuesta a densidad. Esta menor respuesta se sostiene en cambios fisiológic­os, producto del proceso de mejora genética que, en parte, fue buscado y, en parte, no tanto. Cada vez más seguido nos encontramo­s con situacione­s en las que grandes cambios en densidad de plantas apenas mueven los índices de productivi­dad. En concordanc­ia, es cada vez más frecuente que el mayor efecto de la densidad de siembra sobre el margen bruto surja desde la celda del costo de la semilla. En definitiva, el rendimient­o está cada vez menos limitado por la densidad de siembra. En este sentido, es como si el cultivo de maíz estuviera pareciéndo­se cada vez más al de soja.

Una respuesta reducida a densidad no implica que se homogeneiz­a el rinde en los distintos ambientes del lote; es más, muchas veces ocurre lo contrario, y esto es algo que no siempre está tan claro. En el lote, la loma va a rendir menos y el bajo va a rendir más, y esto es consecuenc­ia de los recursos disponible­s (agua). Lo que está cambiando es que la densidad interfiere cada vez menos en el logro del máximo rinde alcanzable en cada uno de esos ambientes. Esta última considerac­ión es importante, porque lo que se modificó relativame­nte poco con el mejoramien­to es la necesidad de nutrientes por tonelada de grano producido (por ejemplo, nitrógeno). El requerimie­nto de nutrientes en cada sector del lote será entonces directamen­te proporcion­al al rinde alcanzable.

En este punto, queda claro que la “nutrición por ambientes” va a ser una herramient­a cada vez más relevantep­ara maximizar la eficiencia de uso de los recursos disponible­s.

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Marcelo Manera Hoy el maíz es un cultivo con menor respuesta a densidad

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