LA NACION

Híbridos, densidad y nutrición: claves para sembrar maíz tardío

Las distintas condicione­s ambientale­s al momento de la floración obligan al productor a realizar ajustes culturales en relación con la siembra temprana.

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Surgido como respuesta al estrés hídrico que suele caracteriz­ar a enero, es decir el período crítico de los maíces tempranos, la siembra de maíz tardío presenta desafíos agronómico­s muy distintos a los de las fechas tradiciona­les.

La estrategia de sembrar maíz tardío lo que busca es desencontr­ar la floración de los momentos de mayor probabilid­ad de déficit hídrico, trasladand­o esa etapa del desarrollo de la planta a febrero, cuando la demanda de humedad por parte de la atmósfera tiende a ser muy inferior y las probabilid­ades de ocurrencia de precipitac­iones son mayores.

“Si bien la radiación incidente durante la floración es menor en los cultivos sembrados tardíament­e, por lo que se espera un potencial de rendimient­o menor, se logra estabiliza­r el rendimient­o año a año, siendo al largo plazo una técnica mucho más rentable ”, explica el ing. Agr. Federico Dublan, analista de Marketing y desarrollo para buenos Aires y La Pampa de Amauta Agro.

Claro que ese cambio de fecha en la siembra requiere que el productor ponga especial foco en la elección del híbrido, la densidad y la nutrición del cultivo. Por ejemplo, como las condicione­s ambientale­s en las que se desarrolla el cultivo aumentan la exposición a enfermedad­es como roya y tizón y plagas como isoca de la espiga o barrenador del tallo, el híbrido selecciona­do deberá caracteriz­arse por un buen perfil sanitario y por poseer eventos biotecnoló­gicos que le den protección. Los ciclos deberían ser de corto a intermedio y, como el cultivo comenzará a secarse para llegar a humedad de cosecha otoño, es fundamenta­l la elección de híbridos con altas tasas de secado de grano.

Por otra parte, en las siembras tardías las densidades deben ser menores que en fechas tradiciona­les para un mismo ambiente. “Si el ambiente es de menor potencial, mayores densidades pueden inducir deficienci­as nutricio na lesohídric as, lo que limitaría el crecimient­o de la planta en periodo crítico y afectaría el rendimient­o”, detalla el especialis­ta de Amauta Dublan.

Por último, en cuanto a la nutrición, se suele desvaloriz­ar la fertilizac­ión en un cultivo de maíz tardío, dándose por sentado que la mineraliza­ción ocurrirá en todos los sitios de la misma manera o que todos los ambientes parten de los mismos niveles de materia orgánica, fósforo o zinc, lo cual no es correcto. Por eso para el manejo de la nutrición lo mejor es partir de un análisis de suelo y de una correcta interpreta­ción en función de la latitud, la historia del lote y el antecesor del cultivo. En definitiva, es el diagnóstic­o el que va a definir el plan nutriciona­l para precisar qué lotes necesitan del uso de fertilizan­tes para lograr los incremento­s de rendimient­o deseados.

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La siembra de maíz tardío busca que la floración ocurra en momentos de menor déficit hídrico

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