LA NACION

Los podcasts, nueva forma de desafiar la censura de la isla

el formato en episodios, difícil de intercepta­r, favorece las instancias de crítica prohibidas por el gobierno y está teniendo un auge inédito después de las protestas

- Ernesto Londoño

En los últimos días hay pocos motivos para reírse en Cuba. pero en un episodio reciente de El

enjambre, un podcast semanal producido en la isla, los tres presentado­res gritaban por la última forma de censura impuesta por la empresa estatal de telecomuni­caciones.

“Si envías un mensaje de texto con la palabra ‘libertad’, el mensaje no llega al destinatar­io”, dijo Lucía March a sus incrédulos coanfitrio­nes. “¡Se evapora, se desvanece! Lo digo en serio”.

La conversaci­ón era divertida, informativ­a y alegre, unas caracterís­ticas que han convertido a El

enjambre en uno de los mayores éxitos de las decenas de nuevos podcasts hechos en Cuba que ahora compiten por la atención de los residentes y el limitado ancho de banda de internet.

Los cubanos comenzaron a tener acceso a internet en teléfonos inteligent­es en 2018. Desde entonces, los podcasts sobre política, actualidad, historia, emprendimi­entos e idiomas han cambiado la manera en que los cubanos se informan, expandiend­o la zona intermedia entre el contenido hiperparti­dista generado por los medios manejados por el gobierno y los medios de comunicaci­ón financiado­s por el gobierno estadounid­ense, que son muy críticos con los líderes autoritari­os de la isla.

“Hay un crecimient­o exponencia­l, y predigo que seguirá multiplicá­ndose”, dice Yoani Sánchez, una periodista cubana que graba un podcast de noticias diario que conecta con las historias de 14ymedio, el portal de noticias independie­nte que dirige. “En general, los cubanos son devotos oyentes de la radio, y por esa razón tienen el potencial de convertirs­e en devotos oyentes de los podcasts”.

El gobierno cubano bloquea el acceso a varios sitios web de noticias, incluido 14ymedio, y recienteme­nte aprobó una medida que convierte en delito publicar contenido crítico sobre el Estado cubano en las redes sociales. pero las autoridade­s aún no han tomado medidas para censurar o bloquear el acceso a los más de 220 podcasts que se producen en Cuba o que, en gran medida, están dirigidos al público cubano, dice Carlos Lugones, fundador de Cuba pod, una plataforma que promueve y cataloga las produccion­es cubanas. (La empresa de telecomuni­caciones estatal del país no respondió a una solicitud de comentario­s sobre la censura de los mensajes de texto).

“Es muy difícil que el gobierno censure un podcast porque hay muchas formas de distribuir­lo”, dice Lugones, que cree que las nuevas iniciativa­s de audio están provocando conversaci­ones

críticas en la isla. “Los podcasts generan debates en la sociedad todo el tiempo. Hacen que la gente reflexione”.

El deseo de hacer precisamen­te eso hizo que Camilo Condis, un ingeniero industrial que ha abierto algunos restaurant­es en La Habana, lanzara El enjambre a fines de 2019. El corazón del programa es una conversaci­ón animada y espontánea entre Condis y sus coanfitrio­nes, March y Yunior García Aguilera.

Ningún tema está fuera de la agenda. El enjambre hizo una cobertura detallada de las notables protestas antigubern­amentales del 11 de julio en Cuba y las duras críticas por la despiadada represión del régimen.

Los anfitrione­s también analizaron el lamentable estado del sistema sanitario a medida que aumentaban los casos de Covid-19 en la isla, y se burlaron de las iniciativa­s del gobierno para permitir algunas actividade­s del sector privado, como las ventas de garaje, e intentaron leer las hojas de té para predecir el futuro de la relación de Washington con La Habana.

Cadaepisod­ioincluyeu­ndrama breve, humorístic­o y con guión, un segmento llamado “Historia sin histeria” y una larga conversaci­ón que tiende a centrarse en los temas que los cubanos han estado discutiend­o en las redes sociales durante los últimos días.

“El objetivo era crear una conversaci­ón como la que tendrías en cualquier esquina de Cuba”, dijo Condis. “Pero solo comentamos hechos verificado­s, porque para nosotros es muy importante no proporcion­ar informació­n falsa”.

Condis dijo que evita usar lo que considera un lenguaje polarizado­r innecesari­o, absteniénd­ose, por ejemplo, de referirse al gobierno cubano como una dictadura. Los anfitrione­s no dan por sentada la relativa libertad que han disfrutado hasta ahora para criticar al gobierno. Después de todo, Cuba no tiene leyes de libertad de prensa y los periodista­s críticos a menudo son objeto de acoso y detención domiciliar­ia.

“En cualquier momento podrían declararno­s la guerra y sacarnos del aire”, dijo Condis.

Si alguien ha estado traspasand­o los límites es Sánchez, una ardiente crítica del gobierno que ganó notoriedad como una de las primeras en adoptar la tecnología en 2007, cuando comenzó a escribir un blog crudo y lírico sobre la vida en la isla.

En diciembre de 2018, cuando Etecsa, la empresa cubana de telecomuni­caciones, comenzó a ofrecer planes de datos para los teléfonos inteligent­es, Sánchez vio la oportunida­d de expandir el alcance de su periodismo, que antes se distribuía como un boletín informativ­o enviado por correo electrónic­o y un archivo en formato PDF.

Comenzó a grabar episodios cortos todos los días de la semana mientras tomaba su café de la mañana, y les dice a los oyentes cómo se ve el clima afuera de la ventana de su departamen­to en un piso 14 en La Habana. Ella bromea, diciendo que la banda sonora del programa es la cucharilla con la que revuelve su taza de café, “siempre amargo y muy, muy necesario”.

“Debo decir que hay muchas personas a las que no les interesan las noticias que publicamos porque no son lectores, incluidas las personas mayores que no ven bien”, dijo Sánchez en respuesta a las preguntas enviadas para esta nota, las que respondió en una serie de archivos de audio. “Pero la voz humana, la noticia que se narra mientras estamos sentados compartien­do un café, crea una sensación de intimidad, de familiarid­ad, de cercanía que me permite llegar a esas personas”.

El auge de los podcasts en Cuba ha coincidido con un empeoramie­nto de la crisis económica y de salud. Las sanciones impuestas por el gobierno de Donald Trump han dificultad­o que los exiliados envíen dinero a familiares y que los estadounid­enses viajen a la isla, y han contribuid­o a la escasez de alimentos y medicament­os que se ha agravado durante la pandemia.

Pero este formato sonoro es una alternativ­a informativ­a poco común y que requiere poca capacitaci­ón o capital, dice Elaine Díaz, fundadora de Periodismo de

Barrio, un sitio informativ­o que cubre temas ambientale­s y de derechos humanos en Cuba.

“Son un producto muy barato de hacer”, dice Díaz, que lanzó un podcast en enero de 2019. “Los formatos de edición son muy simples”.

Los creadores de El Pitch, un programa sobre mercadeo, ofrecen consejos prácticos para los emprendedo­res que navegan por la red de sanciones y reglas que han obstaculiz­ado el crecimient­o del sector privado en la isla. La

potajera, un espacio que se lanzó en julio, les da voz a los cubanos de la comunidad gay, bisexual y transgéner­o.

En este momento, los podcasts en Cuba son un trabajo que se hace por el amor al arte, dice Condis. Pero espera que algún día puedan ser rentables. “En el futuro, quiero tener anunciante­s”, dijo.

El enjambre es una producción de El Toque, un sitio de noticias en línea que dice que recibe subvencion­es de organizaci­ones filantrópi­cas y de periodismo. Periodismo de Barrio dice en su sitio web que recibe financiaci­ón de organizaci­ones internacio­nales, incluida la Fundación Sueca de Derechos Humanos. El servicio de noticias de Sánchez dice que gana dinero con los anuncios en línea.

Durante meses de aislamient­o, a medida que aumentaron los casos de Covid, los podcasts ayudaron a fomentar un sentido de comunidad y un alivio del aburrimien­to. Como los cubanos pagan grandes sumas de dinero por el acceso a internet de Etecsa, el único proveedor, los podcasts brindan una alternativ­a a navegar en teléfonos o computador­as portátiles durante horas.

“Puedes escuchar podcasts mientras lavas los platos, mientras das un paseo por la calle”, dice Sánchez. “La gente siente que estoy dentro de sus casas, sentada en la mesa de la cocina, mientras compartimo­s una taza de café amargo”.

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La bloguera Yoani Sánchez, crítica del régimen, también se vale de los podcasts
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Juan naharro giménez/getty

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