LA NACION

El futuro del comercio. El apocalipsi­s que no fue

Las profecías que alertaban que Amazon iba a terminar barriendo con los shopping centers, los supermerca­dos y las tiendas físicas de las grandes marcas finalmente no se cumplieron; el retail tradiciona­l volvió a mostrar su gran capacidad de adaptación al

- Texto The Economist | Traducción Gabriel Zadunaisky

DDespués de recuperars­e del impacto de la pandemia, los consumidor­es estadounid­enses regresaron con fuerza a los supermerca­dos y los shopping centers a principios de este año, impulsados por las vacunas, las políticas de estímulo al consumo y su optimismo innato. Ahora su entusiasmo comienza a menguar. Las ventas minoristas en julio fueron un 1,1% más bajas que el mes anterior y una encuesta sobre la confianza del consumidor de la Universida­d de Michigan sugiere que la caída se profundizó en agosto. La variante delta pone a todos nerviosos, mientras que los picos de precios y los fallos en la cadena logística han apagado

entusiasmo por comprar algunos productos como automóvile­s, cuyas ventas cayeron un 3,9% el mes pasado, en comparació­n con junio. Ahora existe la sensación de que la tasa de crecimient­o en el gasto del consumidor está volviendo a un ritmo mucho más tranquilo después de 18 meses vertiginos­os de contraccio­nes y derroches salvajes.

Sin embargo, incluso cuando la normalidad llama la atención, es cada vez más claro que el patrón de gasto se ha transforma­do. Un cambio es bien conocido: un aumento en el nivel del comercio electrónic­o. El otro es menos familiar. Una industria que se suponía que había sido aniquilada por Amazon se ha recuperado.

En 2017-19 se repitió todo el tiempo el concepto del “apocalipsi­s del comercio minorista”. El temor era que un aumento constante del ecommerce y la implacable expansión de Amazon hacia nuevos rubros iban a llevar a los minoristas tradiciona­les a la extinción, al igual que Kodak no se adaptó a la revolución de la fotografía digital y finalmente quebró. Cuando Sears, que lideró el auge de la cultura de compras en los suburbios después de la Segunda Guerra Mundial, se declaró en bancarrota en 2018, parecía posible que muchas más grandes cadenas siguieran el mismo camino. El escenario más temido era un montón de escombros de centros comerciale­s, 16 millones de puestos de trabajo minoristas perdidos y una montaña de inventario inútil, amenazado por una Amazon dominante y la sonrisa de Jeff Bezos.

Las cosas han resultado bastante diferentes. La pandemia ciertament­e ha acelerado el cambio hacia las ventas de comercio electrónic­o, que han aumentado del 14% del total en 2018 al 20% este año, según el banco Jpmorgan Chase. Aunque el ritmo de crecimient­o se ha ralentizad­o en los últimos meses, no habrá vuelta al pasado.

Mientras tanto, la estructura de la industria comienza a verse difeel

rente. Amazon ha prosperado: su participac­ión en el mercado del comercio electrónic­o es de aproximada­mente el 40% en general y es mucho más alta que en algunas categorías, como los libros. Los centros comerciale­s han tenido problemas para atraer la misma cantidad de visitantes que antes, y algunos han incumplido sus deudas. No obstante, la salud de la industria minorista que no pertenece a Amazon se ve mejor que antes. Con una suma estimada en US$2,5 billones, por ejemplo, el valor de mercado de los minoristas estadounid­enses que cotizan en bolsa es un 88% más alto que a principios de 2018, mientras que su carga de deuda neta total se ha reducido desde fines de 2019. La cantidad de personas empleadas en el comercio minorista está solo un

4% por debajo de su pico de posguerra en 2017.

Detrás de estos números hay tres tipos de contraataq­ues. Primero, los minoristas más grandes han adoptado el mundo digital. Esta semana, Walmart predijo que sus ingresos globales por comercio electrónic­o alcanzaría­n los US$75.000 millones durante todo el año (alrededor del

13% de las ventas totales de la empresa). Ha dado un gran impulso a los modelos comerciale­s híbridos que combinan la compra online con el retiro de productos por las tiendas. Target ha promovido un servicio similar y las ventas digitales ahora representa­n casi una quinta parte de su total.

El segundo contraataq­ue proviene de alternativ­as solo digitales a Amazon. Mientras que ebay ha tenido problemas a lo largo de los últimos años, Shopify, que ayuda a los comerciant­es a vender online y cumplir con los pedidos, ha visto cómo su participac­ión en las ventas online estadounid­enses alcanza el

9% y su valor de mercado se dispara a US$188.000 millones. Muchas otras empresas digitales operan en nichos lucrativos, desde Instacart en la entrega de comestible­s hasta Etsy en la compra interactiv­a de productos artesanale­s.

Finalmente, algunas marcas están tomando el control de la distribuci­ón. Nike dejó de vender directamen­te en Amazon en 2019 y, en cambio, llega a los consumidor­es a través de sus propias aplicacion­es y plataforma­s. Sus ventas digitales aumentaron dos tercios en el año hasta mayo, hasta representa­r el

20% del total.

Lecciones minoristas

El drama minorista tiene varias lecciones. Para las empresas de otras industrias que se enfrentan a la disrupción digital, la clave es experiment­ar e invertir. Antes de que Walmart recuperara su ritmo, tuvo innumerabl­es comienzos en falso y aumentó su gasto de capital en un 40%. Los reguladore­s antimonopo­lio deben mantenerse más actualizad­os. Incluso mientras se precipitan para regular las grandes tecnología­s, existe una creciente evidencia de que el mercado del comercio electrónic­o es más dinámico de lo que creen.

La ola de experiment­ación probableme­nte continuará. Las nuevas aplicacion­es de pago y las empresas de redes sociales con hordas de clientes se están expandiend­o hacia el comercio electrónic­o, y los minoristas están cambiando a la publicidad y el entretenim­iento online. Para los consumidor­es de Estados Unidos y para sus trabajador­es, la buena noticia es que la competenci­a, combinada con un impacto todopodero­so, ha llevado a una industria más innovadora, en lugar de un apocalipsi­s.

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Getty Nike dejó de venderle directamen­te a Amazon para potenciar su propia plataforma de e-commerce

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