LA NACION

Segundo round de una pelea complicada para el Gobierno

- — por Pablo Sirvén

Como un boxeador que está fuera de forma, pero que en menos de dos meses debe defender su título de campeón mundial, el Gobierno fofo y procrastin­ador hasta las PASO apela ahora a todo tipo de anabólicos, corre por la cinta y le pega a la bolsa intentando recuperar el tiempo perdido. Busca mostrarse más ágil para alcanzar una victoria que se le presenta extremadam­ente esquiva.

Las nueve semanas que corren entre las primarias y las elecciones del 14 de noviembre bien podrían metafórica­mente analizarse como una pelea de box a nueve rounds, de la que ya se consumiero­n dos.

En el primero –la semana que sobrevino a la inesperada y brutal derrota en las urnas– el oficialism­o quedó casi al borde del nocaut, con los audios “filtrados” y sin anestesia de Fernanda Vallejos, más la carta “descarnada” de Cristina Kirchner. Cuando la campana marcó el final de esa primera rueda, el Gobierno volvió grogui a su rincón y el árbitro inició la cuenta.

En la semana que acaba de quedar atrás se libró el segundo round. El Gobierno se puso de pie trabajocan­didato samente, fue hasta el centro del ring y siguió recibiendo duro: tomó el mando ejecutivo Juan Manzur, un exponente del peronismo más rancio, machista y feudal; Aníbal Fernández reapareció para generar ruido mediático y oficiar de pararrayos de malas noticias, y el Presidente perdió centralida­d; tampoco zafó el exniño mimado Axel Kicillof, humillado por tener que comparecer presencial­mente en El Calafate a recibir instruccio­nes de la jefa máxima y resignarse a la intervenci­ón de su gabinete por intendente­s a los que ignoraba o aborrecía, para darle mejor anclaje territoria­l a su gestión.

En paralelo, empezaron a conocerse medidas económicas de emergencia para congraciar­se con el electorado que suponían cautivo y que, en cambio, metió su bronca en las urnas. Huelen a naftalina los alivios precarios que ponen en marcha para revertir esa disconform­idad.

Si ya era nauseabund­a la naturaliza­da y repetida expresión oficialist­a de “poner plata en el bolsillo”, porque suena a burdo soborno y a monedas que la inf lación diluye en poco tiempo, directamen­te resultó vomitivo lo de “la platita” (que el Daniel Gollán asegura que le dijo una señora y que él avaló sonriendo al afirmar que “eso es lo que valora la gente”). El ministro Jorge Ferraresi regaló en su feudo de Avellanead­a bicicletas en una imagen casi calcada de Juan y Eva Perón (ya que también lo hizo con su mujer, que es candidata a concejala del Frente de Todos). Aquello de los padres del justiciali­smo fue hace ¡setenta años! Ni siquiera en las mañas clientelar­es y demagógica­s se han renovado.

“No podemos amarretear”, advirtió otro ministro bonaerense, el camporista Andrés Larroque, en la línea de Gollán. Incremento­s en el salario mínimo y en una batería de planes sociales, generosa emisión monetaria y presupuest­o 2022 del (por ahora) “sobrevivie­nte” Martín Guzmán bajo la severa lupa del cristinism­o. Campana y fin del segundo round.

En tanto, Juntos por el Cambio se dedicó en la semana que pasó a hacer demostraci­ones de unidad y de ensamblado entre las distintas listas que compitiero­n en los principale­s distritos, un valioso diferencia­l que el oficialism­o no podrá exhibir en el próximo cuarto oscuro ya que la vocación por el “dedazo” impuso mayoría de listas únicas que se repetirán sin cambios en las elecciones de noviembre.

La conformaci­ón más horizontal que se va dando en JXC, en comparació­n con la férrea verticalid­ad del FDT (tras el disciplina­miento tajante que impuso Cristina Kirchner antes de volver a su silencio sureño), implica desafíos para adelante, especialme­nte ante el surgimient­o de controvers­ias que puedan cruzarse en algún momento, más allá del satélite suelto, imprevisib­le y sin control que le encanta encarnar a Elisa Carrió, pero que suele ser muy eficaz para hacer sonar su alarma instintiva con anticipaci­ón cuando algo está mal.

En sus antípodas, el fundador del espacio, Mauricio Macri, busca con perfil bajo cohesionar a la tropa. Pondrá distancia geográfica nuevamente con otro largo viaje, que incluye Estados Unidos y Qatar.

En ausencia de un comando unificado en la comunicaci­ón cambiemita, a los perfiles de por sí ya altos de la presidenta de Pro, Patricia Bullrich, y de María Eugenia Vidal, se suman los nuevos, versados en economía, de Martín Tetaz y, especialme­nte, Ricardo López Murphy, que no se amilana, incluso, al aceptar invitacion­es de vidrieras más hostiles, como la de C5N, y salir bastante airoso (en el debate y en el rating). López Murphy fue la estrella con la que todos querían hablar el lunes último en la preinaugur­ación de la muestra de Rafael Barradas en el Malba y en la posterior recepción en la embajada de Uruguay. Su misión será parar el avance electoral de Javier Milei.

El Presidente perdió centralida­d por el avance impetuoso de Manzur, en tanto que los intendente­s esmerilan a Kicillof

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