LA NACION

Para los jóvenes, difícil imaginar cómo será un mundo sin Mutti

Los adolescent­es que solo vivieron en un país gobernado por Merkel elogian la estabilida­d de Alemania, pese a las crisis globales; cuestionan su manejo del cambio climático

- Luisa Corradini

BERLÍN.– Cada viernes desde hace dos años, son muchos los alumnos de las escuelas de Berlín que faltan a clase para ir a manifestar. Fridays for Future es el movimiento que los llevó a la política. Tienen entre 16 y

17 años y pertenecen a “la generación Merkel”: nacieron con ella como canciller y nunca conocieron a otro dirigente al frente del país. Hoy, con inquietud, se aprestan a entrar en un mundo sin Mutti.

Sentados en círculo en un rincón apartado del maravillos­o parque Tiergarten después de la manifestac­ión, Joseph, Rania, Jamila, Maxim y Katia observan con seriedad a la periodista que los interroga. Todos cursan el último año de secundaria y nunca vieron la mirada de otro dirigente además de los ojos azules de la actual canciller en el Tagesschau, el noticiero de las 20 de la primera cadena de televisión pública alemana. Para ellos, su antecesor, Helmut Kohl, es un personaje histórico, el padre de la reunificac­ión. Y cada vez que escuchan nombrar a Gerhard Schröeder, es para definirlo como lobbista de los intereses rusos.

Indiferent­es a la ideología, todos admiran a la actual canciller y lamentan su inminente ausencia. Es verdad, aún son demasiado jóvenes para ir a las urnas este domingo, pero piensan, como muchos alemanes, que si la mujer que dirigió los destinos del país durante 16 años decidiera volver a presentars­e, votarían por ella.

“Yo necesito estabilida­d. Los grandes cambios me molestan. La partida de Merkel es como si alguien cambiara de lugar los muebles de mi habitación. Merkel es vieja pero fiable”, confiesa Maxim,

17 años, con una necesidad de estabilida­d digna de un adulto.

“Si los alemanes tienen tanta necesidad de estabilida­d es quizás debido a su historia. De ese pasado dramático y negativo”, lo interrumpe Jamila, 16 años y de origen palestino. “Pero también porque hoy, para nosotros, el futuro es totalmente incierto”, agrega.

Esta “generación Z” creció en un universo digital y debió atravesar numerosas crisis: el euro, después la inmigració­n y ahora la pandemia. Las encuestas sociológic­as lo confirman: la seguridad es importante para los jóvenes alemanes. Este mundo, agitado por las turbulenci­as, cada vez menos previsible, los inquieta. La pandemia solo aumentó ese sentimient­o de insegurida­d. Todos relatan hasta qué punto sus vidas se vieron desestabil­izadas, las clases por videoconfe­rencia seguidas a distancia como pudieron desde sus casas, la falta de contacto con sus compañeros… Todos expresan el temor de una nueva ola de Covid a fines del actual otoño boreal.

“Una segunda mamá”

Jamila asegura que su generación profesa un verdadero culto a Merkel. “En Tiktok pasan pequeños videos en slow motion donde se la ve con la reina de Inglaterra, siempre con el mismo gesto de sus manos, formando un rombo. Tiene un aspecto muy maternal. Durante la crisis del coronaviru­s fue como una segunda mamá: seria, tranquiliz­adora…”, asegura.

Merkel con su carrito haciendo las compras en el supermerca­do, sus consejos para planchar y lavar los barbijos, su calma y su optimismo les gusta a jóvenes, que rivalizan para enumerar sus cualidades: “se expresa simplement­e”, “está habitada por la compasión, como demostró durante la crisis de la inmigració­n”, “es concreta y pragmática”, “siempre fue la mejor informada durante la pandemia”.

“Ella se encerraba sola en su oficina para leer los estudios científico­s. Como es física de formación, comprende todos esos términos complicado­s”, precisa Katia.

Para Rania, “valiente” es el adjetivo que mejor la define. “En 2015, cuando recibió a los refugiados en alemania, todos la criticaron. Pero se mantuvo firme y acogió a más de un millón. Otros países europeos no fueron tan generosos”, dice.

También sobre Europa los jóvenes alemanes reconocen los méritos de la política de Merkel: “El papel de alemania en Europa aumentó con ella. Y nuestro país progresó económica y políticame­nte, comparado a sus otros socios europeos”, afirma Maxim. “Con ella, los jóvenes alemanes no conocimos momentos dramáticos, aparte del clima y la pandemia”, señala.

El punto débil

El clima es el tema que los obsesiona y donde todos consideran que Merkel fracasó. Jamila no comprende por qué la canciller no actuó antes. “Me traumatiza. Ella fue ministra de Medio ambiente, es científica de formación y, sin embargo, nunca intentó cambiar las cosas. El clima nunca estuvo entre sus prioridade­s”.

Katia la interrumpe: “Merkel decidió en un solo día terminar con la industria nuclear después de la catástrofe de Fukushima, aun cuando no haya pasado enérgicame­nte a la acción. La transición está mal organizada. Es urgente acelerar las nuevas tecnología­s y cerrar las centrales de carbón. La fecha de 2038 fijada por el gobierno para cerrarlas es inaceptabl­e”, reflexiona.

Según los sondeos, 71% de los jóvenes alemanes considera la destrucció­n del medio ambiente como la primera de sus preocupaci­ones. En 2015, esa inquietud no jugaba un rol prepondera­nte. La crisis climática incluso sirvió para politizarl­os. En 2010 solo 37% se decía interesado en la política. En 2019 eran 41%.

Fridays for Future, que este viernes contó con la presencia de la activista sueca Greta Thunberg, les dio la impresión de que podían contribuir a cambiar el mundo.

Según el último estudio del instituto Shell, 71% de los jóvenes considera que los políticos no los escuchan. Por eso prefieren manifestar. En el mes de julio fueron testigos de las inundacion­es que provocaron graves daños en gran parte del país.

“Por primera vez tuvimos la prueba de que el cambio climático no ocurría solo en los países pobres, sino en casa”, analiza Joseph.

El clima representa un auténtico reparo a la admiración por la actual canciller, que dejará la política definitiva­mente este domingo, aun cuando permanezca en funciones un tiempo más, hasta que se forme la nueva coalición de gobierno y el Parlamento alemán (Bundestag) elija a su sucesor.

Los jóvenes también expresan otra objeción: “Desde hace un tiempo tengo la impresión de que nada se mueve. No hay reformas, no hay cambios. En esta elección yo votaría a los verdes, aunque temo que aún no estén preparados para gobernar”, dice Jamila, en cuya familia se habla mucho de política.

Maxim era simpatizan­te de los socialdemó­cratas (SPD), pero ahora también prefiere a los verdes: “Hacen buenas propuestas, aunque por el momento son solo promesas”, dice.

Después del clima, la igualdad de género es la segunda preocupaci­ón de la “generación Merkel”. Ninguna de las chicas interrogad­as deja de señalar que la canciller fue la primera jefa de gobierno en un país históricam­ente dirigido por hombres. Para ellas es muy importante.

“Gracias a Mutti, las mujeres alemanas tomaron conciencia de que era posible llegar a dirigir el Estado. Es un símbolo fuerte, aun cuando la canciller nunca se haya mostrado particular­mente feminista”, concluye Katia.

Merkel no aparece, sin embargo, como el modelo para imitar. además de sus madres y sus abuelas, protagonis­tas de la agitada historia alemana, todas citan como ejemplo a la militante paquistaní Malala; a Kamala Harris, vicepresid­enta de Estados Unidos, o a Sophie Scholl, una joven alemana guillotina­da por haber resistido al nazismo.

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Martin Meissner/ap Junto al candidato democristi­ano Armin Laschet, Merkel participó ayer de un acto en Aachen

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