Heladeras, estufas... ¡dignidad!
Tras la derrota en las PASO, la batalla oficial para recuperar terreno augura no dar tregua. Con el apoyo de la Nación, el municipio bonaerense de General Rodríguez retomó una de sus líneas de acción con la distribución de kits de electrodomésticos entre instituciones comunitarias del programa Abrazar Argentina, que depende de la Secretaría de Abordaje Integral de la Nación. Heladeras, cocinas, estufas y garrafas “permitirán fortalecer la asistencia” que brindan las organizaciones hacia los vecinos, anunció orgullosamente Silvia Figueras, segunda candidata a concejal del partido. Las imágenes del acto público circulan activamente en las redes. Desde la coalición opositora Juntos calificaron el hecho de “clientelismo político”.
Seguramente en breve podremos dar cuenta de muchas más estrategias políticas en la misma dirección y con el mismo y ruin fin: comprar votos.
Mientras tanto, en otro lugar del conurbano bonaerense, donde el 70% de los menores de 17 años son pobres, sin ruido pero sin pausa, avanza el proyecto Akamasoa Argentina (akamasoaargentina.org), un oasis de esperanza. Es el mismo que permitió que más de 500.000 personas salieran de la pobreza en Madagascar, detrás del inspirador liderazgo de nuestro compatriota: el padre Pedro Opeka.
En Lima, Zárate, se inauguraron ayer las primeras dos viviendas de un barrio que prevé 67 más, dentro del predio de cuatro hectáreas en el que ya funcionan un jardín de infantes, apoyo escolar, espacio de oficios, sala de salud y huertas hidropónicas. Un activo conglomerado de personas que trabaja diariamente y un equipo de más de 500 voluntarios confirma que hay salidas más efectivas y edificantes a la trampa del asistencialismo que tantos dirigentes pretenden tender, más interesados en alimentar su proyecto personal que en el desarrollo humano de sus votantes, condenados a la miseria y la dependencia a perpetuidad. Desde su realidad cotidiana, con esfuerzo y escasos medios, familias enteras saben que solo el trabajo podrá devolverles la dignidad. Lo producido en las huertas y la venta de velas artesanales son la base de la subsistencia, mientras sus hijos se educan y observan el ejemplo de sus padres, que trabajan incansablemente. Sin ideologías, sin credos, dispuestos a apostar por el esfuerzo, la educación y la disciplina. Ese es el camino. Necesitamos apoyar estas valiosas iniciativas que desinteresados ciudadanos lideran con insuficientes recursos, convencidos del valor de replicarlas y asumiendo que el único futuro de desarrollo posible es uno que nos hermane en la igualdad de oportunidades y en el esfuerzo compartido. La dignidad no se construye con dádivas. Apostemos a un país diferente y hagámoslo posible.