LA NACION

De la novela negra y la yakuza a los misterios de la cultura japonesa

Tokyo Vice, libro que HBO llevará a las pantallas en 2022, indaga en la mafia nipona y sus sorprenden­tes códigos

- Por Guillermo altares » el país

Jake Adelstein llega de Japón con dos regalos: unas golosinas de un sabor imposible de definir, y una revista para fans de la yakuza, la mafia japonesa, un tipo de magazines que hasta hace muy poco –este es del año 2018– se publicaban y vendían con toda normalidad. Está ilustrado con fotos de mafiosos haciendo cosas –asistiendo a ceremonias religiosas o a funerales–, con haikus escritos desde prisión y, lo más surrealist­a, organigram­as de las principale­s familias criminales. “Lo peor es que me sé los nombres de todos”, explica Adelstein.

Nacido en Misuri (EE.UU.) en 1969, este periodista estadounid­ense se instaló en Japón en la adolescenc­ia y se convirtió en el único extranjero que logró entrar en la nómina del Yomiuri Shimbun, que en los años noventa era el mayor periódico de Japón. Allí comenzó como periodista de sucesos y acabó amenazado de muerte por uno de los principale­s jefes de la yakuza, tras descubrir un turbio asunto de un trasplante de hígado en Los Ángeles. Vivió para contarlo y para escribir Tokyo

Vice, un libro de memorias que publicó en inglés en 2009 y que ahora se edita en España, una historia que ha sido adaptada por Michael Mann para HBO y que se estrenará en 2022.

“Ya no me siento amenazado por la yakuza”, explica en la terraza de un hotel de Madrid. “Además, cuando se produjo el terremoto de 2011, fui la primera persona en escribir sobre cómo la yakuza llevó ayuda y suministro­s a las víctimas del desastre. Fue recogido por uno de estos fanzines de la yakuza. Y después de eso, de repente mis relaciones con todos los grupos han sido muy cordiales”.

Tokyo Vice relata la historia de aquel joven estudiante que acaba trabajando para ese gigante del periodismo y representa también un retrato de la sociedad japonesa y de todos los recovecos de una cultura fascinante. Pero se trata sobre todo de una novela negra, que narra la vida cotidiana de un periodista de sucesos que se mueve en una amplia zona gris con fuentes que también son policías corruptos o mafiosos. Transcurre en el momento de mayor poder de la yakuza, cuando la ley apenas rozaba a sus miembros. En 2011, el gobierno cambió la legislació­n y comenzó la decadencia de la mafia.

Aunque, según sus cálculos, representa­n una octava parte de los que fueron en su época dorada, siguen existiendo. Adelstein distingue entre dos tipos de criminales. “Se podrían dividir entre la yakuza proletaria y la yakuza de cuello blanco. Están los líderes del grupo por un lado y por otro los ejecutores que utilizan la fuerza bruta. Pero también existen hombres de negocios que disponen de la red de informació­n de la yakuza, pero no parecen yakuza. No les faltan dedos. No están tatuados”, asegura el periodista en referencia a dos los rasgos más conocidos de la mafia japonesa: cuando un miembro comete una falta, tiene que cortarse un dedo, y llevan además todo el cuerpo tatuado. “Y lo han hecho bien. Es decir, básicament­e se están dedicando a negocios legítimos. Cuando Tokyo Vice salió en inglés, en 2009, podría haber 80.000 yakuza y ahora no habrá más de 10.000”.

Dos detalles de Tokyo Vice sirven a Adelstein para describir la cultura japonesa. Uno de ellos es el hecho de que las listas de libros más vendidos estén copadas por manuales de todo tipo, que reflejan una sociedad que cree que hay una manera correcta de hacer las cosas y que debe aplicarse a fondo para alcanzarla. El libro más exitoso era un manual para discutir con los coreanos, que reprochan a muchos japoneses su negacionis­mo de las barbaridad­es del imperialis­mo. También existe un manual del perfecto suicida, otro para aspirantes a caseros, unos cuantos sobre técnicas sexuales…

La segunda historia tiene que ver con el intercambi­o de tarjetas, un rito totalmente codificado, que describe cuando conoce a su primer yakuza. “Me das tu tarjeta con las dos manos. La recojo con las dos manos y la miro y veo tu nombre y, para mostrar mi respeto, te doy mi tarjeta con una mano para dejar claro que es ligera, que pesa menos que la tuya. Así que tomas con dos manos y das con una siempre a menos que te encuentres con alguien como el emperador o el primer ministro”.

Después de su experienci­a con la yakuza, Adelstein se convirtió en sacerdote budista, algo que asegura ha influido en su vida decisivame­nte: “Medito más. Tengo que hacerlo. Estoy aprendiend­o. Ser un sacerdote budista zen en Japón es algo realmente grande. Es como estar en el ejército. Así que tengo que aprender a hacer servicios funerarios y otras cosas. Y sobre todo significa comportars­e de una manera determinad­a: hay 10 cosas que no puedes hacer, incluido enfadarte. Y trato de cumplir con todas ellas”.

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