Los líderes globales negocian un giro para evitar un futuro climático apocalíptico
La primera jornada del encuentro estuvo marcada por encendidos discursos sobre la urgencia de actuar; hoy se anunciará un sorpresivo acuerdo para detener la deforestación en 2030
PARÍS.– Una organización caótica e inflamados discursos sobre las amenazas que representa el cambio climático marcaron la primera jornada de trabajos de la COP26 en Glasgow, donde los principales líderes del planeta rivalizaron con la imaginación para convencer a los refractarios de la necesidad de no perder tiempo.
“El tiempo de las palabras se terminó. Ahora es tiempo de acciones”, dijo ayer la reina Isabel II de Inglaterra en un mensaje en video. “Nadie subestima los enormes desafíos que esto representa: pero la historia nos enseña que, cuando las naciones son capaces de unirse en una causa común, siempre hay lugar para la esperanza”, agregó.
La soberana británica, de 95 años, que debía participar personalmente en la conferencia de Naciones Unidas en la capital escocesa, grabó su mensaje con anticipación la semana pasada en el Castillo de Windsor, donde descansa por consejo de sus médicos.
Lejos de Windsor, pero bajo un mismo cielo gris y una persistente llovizna, los delegados a la COP26 que hicieron el desplazamiento a Glasgow manifestaron su descontento después de verse sometidos a una caótica organización que los obligó a hacer colas interminables a la intemperie, antes de poder ingresar al centro de conferencia.
Ninguno de los discursos que marcaron la primera verdadera jornada de la COP26 –aunque oficialmente se inauguró el domingo– fue muy diferente del pronunciado por Isabel II. Para la inmensa mayoría de los 30.000 delegados que asisten a esta megarreunión que se extenderá hasta el 12 de noviembre, ya no hay excusas, a menos de resignarse a una catástrofe anunciada: un mundo convertido en invivible porque la humanidad no fue capaz de preservarlo de un calentamiento superior a 1,5° antes de fines del siglo.
“Esmedianochemenosunminuto en el reloj del apocalipsis. Debemos actuar ahora”, lanzó por la tarde Boris Johnson, el anfitrión de la conferencia. La incapacidad de la COP26 de salir del “bla-bla-bla” provocaría el desencadenamiento de la “cólera incontrolable”, cinco años después de los Acuerdos de París, agregó el primer ministro británico, retomando así la fórmula utilizada por la joven activista sueca Greta Thunberg, también presente en Glasgow. En su intervención, Johnson insistió en que los países deben poner punto final a la utilización del carbón como fuente de energía, a los automóviles térmicos y a la deforestación.
Ninguno de los jefes de Estado y de gobierno que intervinieron ayer ante en la conferencia dejó de mencionar la obligación de llegar a un resultado satisfactorio en estas dos semanas “para salvar la humanidad”. Esas fueron la palabras utilizadas por Antonio Guterres, secretario general de Naciones Unidas, advirtiendo que, dejando de actuar, “estamos cavando nuestra propia fosa”.
“La clave de nuestra acción colectiva es que, antes del cierre de esta COP, podamos recibir un número suficiente de compromisos de reducción que permitan regresar a 1,5° o al menos estrategias nacionales que acuerden credibilidad a ese objetivo”, dijo por su parte el presidente francés Emmanuel Macron. Hasta hoy, los esfuerzos anunciados por los Estados “nos conducen a los 2,7°” de calentamiento, advirtió.
Para evitar esa trayectoria, “el único medio es que los principales contaminadores, cuyas estrategias nacionales no responden a nuestro objetivo de 1,5°, incrementen sus ambiciones en los próximos 15 días”, insistió. El primero de ellos es China, que acaba de presentar sus nuevos compromisos. Sin cambios, Pekín retoma los cometidos de su hoja de ruta: alcanzar su pico de emisiones “antes de 2030” y la neutralidad de carbono “antes de 2060”.
El presidente chino no viajó a Glasgow donde podría haber anunciado nuevas ambiciones. En una declaración transmitida a la COP26, Xi Jinping simplemente exhortó a los países desarrollados a actuar con más energía y ayudar a las naciones en vías de desarrollo a hacer esfuerzos para su transición energética. Una actitud muy criticada por Estados Unidos, cuyo presidente, Joe Biden, recordó ayer el objetivo climático de la conferencia: alcanzar “cero emisiones” a más tardar en 2050. Pero mientras el jefe de la Casa Blanca se congratuló de “la increíble oportunidad” de poder luchar contra el calentamiento del planeta, tiene a su vez enormes dificultades para hacer aprobar por el Congreso de su país el plan masivo de inversiones necesario para alcanzar ese objetivo.
En vísperas de la COP, el presidente estadounidense se había declarado “decepcionado” por la actitud de China, pero también de Rusia sobre la cuestión climática durante la reciente cumbre del G20 en Roma. Muchos esperaron que esa reunión diera un sólido impulso a la COP escocesa. Pero ambas citas terminaron viéndose debilitadas por la deserción de Xi, del presidente ruso Vladimir Putin y de su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan.
En esas condiciones, buena parte de las esperanzas de ver moverse las líneas rojas se centraron ayer en la India, otro de los grandes emisores de gas de efecto de invernadero, cuyo primer ministro, Narendra Modi, se encuentra en Glasgow. “Esa presencia podría poner algo de presión sobre China y otros países refractarios”, dijo Alden Meyer, analista en el centro de reflexión E3G.
A última hora de ayer, se informó que los líderes mundiales –los detalles se anunciarán hoy– se comprometerán a detener la deforestación en 2030 gracias a 19.200 millones de dólares de fondos públicos y privados. La lista de más de cien países firmantes reúne sorpresivamente a “rebeldes climáticos” como Brasil, Rusia o China junto a naciones como Estados Unidos o los países de la Unión Europea.