LA NACION

Estatuas, sirenas y curiosos secretos en el Edificio La Prensa

Traza hace un recorrido performáti­co con historia, humor, reflexión y mirada crítica

- Natalia Blanc

El edificio tiene seis pisos, dos subsuelos, un patio central, ascensores antiguos y un salón dorado con espejos inspirado en el Palacio de Versalles. En la azotea, a la que se accede por una escalera estrecha, hay una estatua de Palas Atenea, diosa griega de la sabiduría, con una antorcha en la mano. En cerámicas, dinteles y paredes hay símbolos masónicos. “El 28 de mayo de 1899 quedó inaugurada, con una gran fiesta en beneficio del Patronato de la Infancia, esta fastuosa sede que se levantó en solo dos años”, informa el programa con formato de diario de Traza, un recorrido performáti­co por el Edificio La Prensa, monumento histórico nacional, donde funciona el Ministerio de Cultura porteño.

Traza invita a conocer en 90 minutos los rincones y secretos del palacete de José C. Paz, fundador del diario La Prensa, ubicado en Avenida de Mayo al 500. Julieta Ascar, Alejandro Tantanian, Mariana Obersztern y Alejandro Ros son los curadores de este proyecto artístico: una visita guiada que combina historia, humor, reflexión y mirada crítica. Aunque el guía (Manuel Hermelo) insiste en demostrar que está desinforma­do y que tuvo que buscar algunos datos en Google, todo (o casi todo) lo que dice está basado en hechos históricos. Una de las curiosidad­es que más sorprenden a los visitantes es la sirena que los directides­cifrar vos del diario hacían sonar cada vez que había una gran noticia. La gente de la zona ya sabía: cuando oía ese sonido, corría a las vidrieras del edificio, donde se colocaban pizarras con las páginas del vespertino, para enterarse de la primicia.

“Aun en plena noche, la ciudad entera se lanza a la calle porque si ella suena es que algo maravillos­o o atroz acaba de suceder”, dice el periódico de Traza. Y agrega: “La sirena de La Prensa sonó por primera vez el 27 de julio de 1900 porque habían asesinado al rey Humberto I de Italia. En 1969, cuando los hombres llegaron a la Luna; cuando la Argentina ganó la copa del Mundial 78; el 2 de abril de 1982; el día que asumió la presidenci­a Raúl Alfonsín. Se la oyó por última vez el 19 de marzo de 2013 a las 12, por el papa Francisco”. La sirena suena ahora como recurso de la narración performáti­ca.

Otro recurso es la luz de la antorcha de Palas Atenea, que volvió a iluminar el cielo en el atardecer de los viernes, sábados y domingos, cuando se hace la visita. Según Hermelo, en su rol de guía inexperto, es una especie de faro que apunta hacia el río. Instalada a 42 metros de altura, la estatua mide cinco metros y pesa más de seis toneladas. Son muchos los visitantes que no conocían su existencia y no dejan de sacarle fotos desde la terraza, donde se la ve de espaldas. Realizada por el escultor francés Maurice Bouval, tiene una farola de bronce en una mano y una hoja de diario en la otra.

A partir de la convocator­ia de Cultura para presentar un proyecto creativo diseñado para este edificio histórico, semivacío por la pandemia, Ascar, Tantanian, Obersztern y Ros armaron esta performanc­e en movimiento “que nos invita a reflexiona­r sobre los cambios en los modos de habitar los espacios a través de la exploració­n artística, interpelan­do nuestro patrimonio cultural”. Así lo explican en el diario editado por Liliana Viola, con textos de Gabriela Cabezón Cámara y Gustavo Diéguez: “Supone un aporte multidisci­plinario al debate sobre las transforma­ciones del centro urbano y de los usos de los espacios públicos y privados ocasionada­s por la pandemia de Covid-19. Traza se convierte así en la marca invisible de un paseo atemporal por el Edificio La Prensa”.

La marca atemporal se refleja en el look de Zoe Di Rienzo, que recibe al público en el hall de entrada, poblado de mostradore­s de madera noble y ventanilla­s como de estación de tren donde se vendían los ejemplares de La Prensa. Frente a un grupo todavía desconcert­ado, que al principio no sabe qué pasará allí adentro, Di Rienzo da indicacion­es y reparte los diarios de única edición. Volverá a aparecer sobre el final para “rematar” lotes de materiales del edificio: toneladas de mármol y bronce, columnas doradas, rejas y varias placas conmemorat­ivas ubicadas en las paredes del patio. Las frases y las firmas que aparecen en esas placas son otro elemento clave del guion.

Otra clave es la simbología masónica que José C. Paz impuso al edificio. Sobre el reloj que ya no funciona, ubicado en lo alto del patio, hay un águila que representa “el ojo que todo lo ve”. En el piso del hall hay un lazo místico, que simboliza la fraternida­d. Y en el salón dorado hay angelitos de bronce que sostienen distintos elementos: uno es un globo terráqueo. Parte del desafío de la visita está en reconocer los símbolos y su significad­o: algunos están a la vista y otros, escondidos, como las letras P que rinden tributo al anhelado progreso. Dicen, también, que a prensa, pluma y Paz.

En el enorme salón de baile hay dos espejos, uno de cada lado. Ubicados estratégic­amente, dan una sensación de amplitud que impone, aún más, el nivel de sofisticac­ión del palacete del microcentr­o diseñado por arquitecto­s franceses. Aunque ahora se escuchan bombos de fondo, allí sonaba música exquisita en las veladas paquetas y doradas. Según las crónicas de la época, algunos de los invitados más célebres fueron Albert Einstein, Louis Armstrong y Jorge Luis Borges.

Música (o, más bien, sonidos como latidos de corazón) se escucha durante casi todo el recorrido. Pero donde más resuena es en el subsuelo de 2500 metros cuadrados, donde funcionaba el taller de impresión. Ahora está vacío. Por eso se destaca la instalació­n lumínica de Karina Peisajovic­h. La artista fue convocada por los curadores, al igual que Diego Vainer, a cargo de la intervenci­ón sonora. Otro artista invitado fue el cineasta Alejandro Fadel, que filmó un cortometra­je de veinte metros en el mismo edificio. Como una especie de epílogo de la visita, La exposición de París se puede ver online a través de un código QR que se habilita a la salida.

El ambiente más personal del palacio Paz es su despacho. Escritorio imponente, biblioteca, chimenea, techos dorados y gran araña conviven en (des)armonía con una fotocopiad­ora laser, un aire acondicion­ado y un pote de alcohol en gel.ß

Para agendar

Traza, hasta el 19 de diciembre, de viernes a domingos, a las 18.30. Los interesado­s en participar deben anotarse en la plataforma Vivamos Cultura. Los miércoles se abre el cupo para el siguiente fin de semana. El edificio de La Prensa está en Avenida de Mayo 575.

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Archivo En la azotea, levanta una antorcha y un diario Palas Atenea

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