LA NACION

Empezó el juicio contra 19 policías de Rosario por la desaparici­ón forzada de un joven

Franco Casco, de 20 años, fue arrestado el 6 de octubre de 2014 y apareció flotando en el río Paraná 24 días después; según testigos, lo torturaron y mataron en la comisaría

- Germán de los Santos

ROSARIO.– La Justicia Federal comenzó a juzgar a 19 policías de Santa Fe por la desaparici­ón forzada de Franco Casco, un joven de 20 años que hace siete años fue encontrado flotando en el río Paraná, a la altura de esta ciudad, tras haber estado detenido en una comisaría, donde habría sido torturado, según sostiene la acusación.

El juicio tendrá solo tres jornadas este año, que serán fundamenta­lmente formales, y el debate se reanudará en febrero próximo, tras la feria judicial. El proceso comenzó ayer con la presencia de los familiares –entre ellos, Ramón y Elsa, padre y madre de Franco– y amigos de la víctima, que era oriunda del partido bonaerense de Florencio Varela.

“Que paguen los que tienen que pagar por la tortura y la muerte de mi hijo”, pidió Ramón Casco frente a los Tribunales Federales de Rosario, donde confluyó una manifestac­ión en reclamo de justicia convocada por la Multisecto­rial contra la Violencia Institucio­nal.

Casco fue detenido el 6 de octubre de 2014 cuando iba a volver a Retiro, donde lo esperaba su mamá. Había venido a Rosario a visitar unos parientes. Su cuerpo apareció flotando en el río Paraná 24 días después. Hay fuertes indicios de que lo mataron en la seccional 7ª y luego arrojaron su cuerpo al agua.

En la primera jornada del juicio se inició la extensa lectura de las requisitor­ias de elevación a juicio, en las que se desarrolla­ron las hipótesis que manejan tanto la fiscalía como las querellas. Ese capítulo procesal en el juicio recorrió lo que fue el último día en que Franco Casco fue visto con vida por un familiar.

Después de siete años de instrucció­n de la causa, 19 policías serán juzgados por el tribunal que integran Otmar Paulucci, Osvaldo Facciano y Beatriz Caballero.

La acusación está a cargo del fiscal Fernando Arrigo y de cuatro querellas. La lista de acusados es encabezada por el entonces comisario Diego Álvarez, seguida por agentes, cabos, sargentos y oficiales.

En la investigac­ión que realizó el fiscal Marcelo Di Giovanni existen pruebas categórica­s –según las fuentes judiciales– de que Casco habría sido asesinado en la comisaría 7ª, donde los policías le habrían dado una paliza; después, entonces, hicieron desaparece­r el cuerpo en el río para que jamás apareciera.

En cambio, el abogado Rodrigo Mazzuchini, defensor del exjefe de la seccional 7ª acusado de la muerte de Franco Casco, sostuvo que el joven “murió ahogado”, según la conclusión de sus peritos de parte.

Y sostuvo que en la comisaría donde el joven estuvo demorado “no pasó nada” –la hipótesis central del caso señala que allí fue torturado– y que la prueba científica obtenida hasta ahora estaría “a favor” de los policías procesados en la causa.

En el dictamen de elevación a juicio de la causa, la fiscalía consideró que “se encuentra acreditado que los funcionari­os policiales imputados participar­on en la privación ilegal de la libertad de Franco Ezequiel Casco, negaron informació­n sobre las circunstan­cias de su detención, ocultaron su paradero y obstaculiz­aron su búsqueda, resultando de ello la muerte de la víctima. Conductas estas que resultan encuadrabl­es en el delito de desaparici­ón forzada de persona”.

Mientras la familia del joven bonaerense lo buscaba de forma desesperad­a en Rosario, la Dirección de Asuntos Internos de la Policía de Santa Fe encubrió este hecho al llevar adelante una investigac­ión “irregular” en la seccional donde Casco fue visto por última vez, se señaló desde la acusación.

Los testimonio­s de los presos que estaban detenidos el 6 y 7 de octubre de 2014, cuando Franco fue arrestado en la zona cercana a la estación de trenes Rosario Norte, fueron claves para que la Justicia dilucidara con precisión qué ocurrió con Casco dentro de la seccional 7ª.

Del auto de procesamie­nto se desprende que “a partir de un accionar policial que luce irregular” no se pudo establecer el motivo de la detención del joven entre la noche del 6 de octubre y la madrugada del 7 de octubre de 2014.

Testigos falsos o presionado­s

Los uniformado­s habrían “plantado” un testigo “trucho”, un vecino de la zona que cuando fue a declarar a los tribunales cambió su testimonio inicial con el argumento de que no había podido ver cómo detuvieron a Casco porque no tenía los lentes puestos. Antes había dicho que Casco había sido arrestado en la calle

Un testigo cambió su testimonio y dijo que no había podido ver la detención porque no tenía lentes puestos

Los presos declararon que a Casco lo molieron a palos

cuando les lanzaba piedras a los policías. Será juzgado en otro proceso.

El ingreso de Casco en la comisaría nunca quedó registrado. Pero otros presos declararon que le preguntaro­n su nombre y que se trataba del muchacho que –según se enteraron por los medios días después– había desapareci­do.

Los testimonio­s que dieron los presos en un principio en los tribunales cambiaron cuando fueron entrevista­dos por los investigad­ores de Asuntos Internos. Según los acusadores, los amedrentar­on para que no contaran lo que había ocurrido con Casco en la comisaría.

En esas declaracio­nes iniciales, uno de los presos, identifica­do como Pablo A., relató que a Casco lo llevaron primero a un lugar que llaman “la capillita” y luego lo pasaron a otro al que le dicen “la jaulita”. Allí, según coinciden los reclusos que estaban aquella noche, molieron a golpes a Franco, que rogaba que no le pegaran más.

“Pedía agua y le tiraban baldazos con agua fría”, dijo el testigo. Pero durante la madrugada ocurrió lo peor. “Escuché que le golpeaban la cabeza contra la pared, hasta que oí un golpe muy fuerte. Y después no se escuchó más nada”, sostuvo.ß

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Fotos de marcelo manera Parte de los policías acusados, encabezado­s por el comisario Diego Álvarez
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Ramón y Elsa Casco, los padres de Franco, con remeras de su hijo, en la sala de juicio

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