LA NACION

Penas para el alcohol al volante

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Con la mirada puesta en bajar la siniestral­idad en las calles y avenidas porteñas, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires envió a la Legislatur­a local un proyecto de ley para sancionar con mayor dureza a los conductore­s que den positivo en los tests de alcoholemi­a. El proyecto, presentado a través de la Secretaría de Transporte y Obras Públicas local, se enmarca en el segundo Plan de Seguridad Vial de la Ciudad, que tiene por objetivo reducir a cero las víctimas en siniestros viales en el ámbito porteño.

En 2020 murieron 82 personas por siniestros viales en territorio porteño, apenas un 20% menos que en 2019, pese a la prolongada cuarentena impuesta por la pandemia.

La propuesta, denominada Programa Integral de Convivenci­a Vial, apunta a inhabilita­r al menos durante dos meses a los automovili­stas que manejen con más de 0,5 gramos de alcohol por litro de sangre. Si el dosaje oscila entre medio y un gramo de alcohol por litro de sangre, deberán pagar además una multa de 150 a 1000 unidades fijas (de $7950 a $53.000) y podrían tener prohibido conducir hasta por cuatro meses.

Si se determina que tienen un gramo de alcohol por litro de sangre o más, deberán pagar una multa de entre 300 y 2000 unidades fijas (de $15.900 a $106.000) o sufrir entre uno y diez días de arresto. Además, serán inhabilita­dos entre cuatro meses y dos años para conducir, y el caso no podrá ser dejado en suspenso. Si se aprueba el curso, el plazo de inhabilita­ción en la primera contravenc­ión puede reducirse a la mitad.

Sobre el particular cabe recordar que durante el año pasado la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), el Ministerio de Salud de la Nación y la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas (Sedronar) presentaro­n de manera conjunta un proyecto de ley para implementa­r el alcohol cero al volante en todo el país, prohibiend­o a los conductore­s de todo tipo de vehículos con motor circular con cualquier concentrac­ión de alcohol en sangre superior a cero.

La iniciativa del gobierno de la ciudad, en lugar de bajar la cantidad de alcohol permitida, se centra en sanciones más fuertes a quienes infrinjan la norma poniendo mayor énfasis en los controles de alcoholemi­a.

Está fuera de discusión que el alcohol es una de las principale­s causas de tragedias viales. También es sabido que afecta la capacidad de cálculo al volante, altera las funciones perceptiva­s y aumenta el tiempo de reacción, dificultan­do la conducción del vehículo, que nunca deja de ser un arma capaz de cercenar vidas.

Correspond­e recordar lo manifestad­o desde esta columna en cuanto a la necesidad de aprobar la legislació­n que establece tolerancia cero para el consumo de alcohol cuando se conduce.

El riesgo que conlleva el alcohol al volante es de tal magnitud que exige actuar con la máxima severidad y así evitar inútiles, dolorosos y, en muchos casos, irreparabl­es siniestros viales. Como siempre dijimos, si se puede evitar, no es un accidente.

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